«Ante acciones históricas hacen falta decisiones históricas». Tras la Via Catalana que abarrotó un recorrido de 400 kilómetros, la ANC emplaza a Artur Mas a convocar ya la consulta de 2014
A primera hora de la tarde aún había quien aguantaba la respiración, a la espera de ver si la cadena humana llenaba el trazado de 400 kilómetros de sur a norte del Principat. No hacía falta sufrir. A las 17.14 horas, con el repicar de las campanas de la Seu Vella de Lleida, centenares de miles de catalanes se dieron la mano, símbolo de la voluntad inapelable, e imparable, de una mayoría social que ayer emitió un rotundo e inequívoco mensaje a tres bandas, al mundo, al Estado español y a las instituciones catalanas: queremos ser un estado independiente.
Ni la lluvia paró por un momento una movilización de proporciones inabarcables, menos aún al saber que hasta el Congreso de los Diputados hizo aguas ayer. Metáforas impagables de un día en el que la historia dejó de ser pasado para convertirse en presente. Y más importante aún, se tuvo conciencia de ello.
Resulta ciertamente complicado tratar de describir un acto como el de ayer, sobre el que las imágenes hablan bastante mejor que las palabras, pero como muestra del éxito de la jornada basta decir que ni siquiera se entró en la habitual guerra de cifras. Fueron muchos más que los cerca de 500.000 inscritos, alguno se aventuró a decir que participaron millón y medio de personas y la conselleria de Interior cifró la asistencia en 1,6 millones de personas. Pero aquí quedó el tema, ni la caverna mediática madrileña consiguió la ansiada foto de un tramo de la cadena sin llenar, aunque alguno se atrevió a afirmar, sin pruebas, que se utilizaron figurantes de cartón.
Eso sí, cifras para la historia quedan unas cuantas, como la de los 30.000 voluntarios que a lo largo de los últimos meses se han encargado de que la convocatoria de ayer se convirtiese en un rotundo éxito. Pero más allá de las cifras, que impresionan, la medida de la movilización la dan casos como la de una familia de la Cerdanya -en los Pirineos-, que se recorrió unos 300 kilómetros para acudir a la llama- da de la ANC) y llenar las Terres de l'Ebre, en la otra punta del Principat. Y no es más que un pequeño ejemplo de un país volcado que ayer paralizó sus actividades para reivindicar la independencia.
Una sociedad en marcha
Además del mensaje lanzado al mundo, la Diada de ayer sirvió sin duda para reforzar uno de los principales pilares del proceso independentista catalán: la iniciativa social.
Los partidos políticos apenas ocuparon unas decenas de metros en el parque de la Ciutadella y en la plaza Sant Jaume, mientras que fue la sociedad, organizada ella misma, la que fue capaz de rellenar todos y cada uno de los metros de la cadena. Un claro aviso ante las tentaciones de recular: ¿si son capaces de esto, de qué no lo serán?
Porque es importante insistir en la complejidad que comporta una movilización como la de ayer en Catalunya, imposible de asumir si no es con la voluntad de los miles de voluntarios que desde las 15.00 horas organizaban a los asistentes en los diversos tramos. Si la manifestación del año pasado fue espectacular por motivos cuantitativos, este año se le ha sumado el factor cualitativo, de gran importancia sobre todo de cara al exterior.
Fue la sociedad, además, la que demostró también que, pese a que el proceso actual se enmarca en el Principat, no existe frontera catalana ni en los Pirineos ni en el río Sénia. La cadena se adentró tanto en la Catalunya Nord como en el País Valencià, donde los músicos Lluís Llach y Carles Santos se dieron la mano para enlazar los Països Catalans, después de que el Tribunal Superior de Justicia valenciano anulase la prohibición anunciada el lunes por la subdelegación del Gobierno en Castelló.
Eso no impidió que la Guardia Civil organizase un gran dispositivo a la altura de Vinarós (Castelló), donde concluía, según el permiso, el tramo valenciano de la cadena. La impresionante afluencia de gente, sin embargo, llevó a alargar la cadena, dejando momentos de tensión y acabando con el exdiputado de Solidaritat en el Parla- ment Alfons López Tena y otra persona en comisaria, acusados de desobediencia.
Mensaje claro a Mas
Una vez conformada oficialmente la cadena a las 17.14 horas, las radios, fundamentales ayer, reprodujeron en directo el `Cant dels Ocells', del compositor catalán Pau Casals, recuperando fragmentos de su histórico discurso de 1971 ante la Asamblea de las Naciones Unidas. Momento emotivo al que siguió un vídeo en varios idiomas -con Guardiola hablando alemán incluido- y los discursos descentralizados a cargo del filósofo Xavier Rubert de Ventós -en El Pertús (Girona)- y la actriz Marina Comas, en Amposta (Tarragona). Todo quedó listo entonces para uno de los momentos culminantes: el discurso de la presidenta de la ANC, Carme Forcadell, en la plaza Catalunya de Barcelona.
De una imagen exterior habitualmente fría y algo distante, Forcadell no pudo reprimir ayer su emoción y, de hecho, se vio obligada a interrumpir su discurso en una ocasión, para tratar deshacer el nudo de emociones que se le vio en la garganta. Algo que no le impidió lanzar un mensaje contundente dirigido, sobre todo, a dos bandas. Por un lado, a la sociedad catalana, a la que felicitó por «escribir una de las páginas más gloriosas de nuestra historia y demostrar nuestra dignidad al mundo». Por otro lado, al president, Artur Mas, y al Govern: «Es hora de que demuestren su determinación y su compromiso con este pueblo; que convoquen la consulta en 2014, sin dilación ni pérdidas de tiempo».
Y por si no quedó claro, añadió: «Si no es posible realizar la consulta, que den todos los pasos necesarios para que Catalunya sea un nuevo Estado de Europa, pero ahora, no en 2016». «Queremos que 2014, tricentenario de nuestra derrota, se convierta en el primer año de nuestra libertad», clamó antes de dar paso al canto de `Els Segadors', con el que el índice de pieles de gallina alcanzó extremos insospechados.
Discurso claramente dirigido a Mas, que no se dio por aludido y dirigió su mirada al exterior, al declarar, tras el acto institucional de la mañana, que «si el Estado español no nos escucha, tendrá un problema grave de relación con Catalunya». Una evidencia que acompañó de otra del mismo calibre: «Somos un pueblo en marcha, con unos objetivos muy concretos y unas grandes mayorías que se movilizan por su futuro». Ni palabra de unas fechas que deberán ir concretándose. Así lo reclamó el resto de fuerzas favorables al derecho a decidir, empezando por su socio de legislatura, ERC, cuya secretaria general, Marta Rovira, insistió en que no hay alternativa a la consulta: «Lo que nos pide la inmensa mayoría es votar y la democracia no se puede obstaculizar».
En el otro extremo, al cierre de esta edición no se pudo confirmar si la líder del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, pudo finalmente salir de su casa por la tarde -lamentó que no podría hacerlo-. Lo sabido es que, por primera vez, no asistieron al acto institucional de la mañana, prefirieron uno ante 400 personas. Quizá la «Catalunya real» de la que le gusta hablar.
Sea como sea, ayer no fue el día de los políticos ni de las instituciones. La sociedad hace tiempo que va por delante y ayer lo volvió a demostrar, abriendo una de las alamedas que hace 40 años otros cerraron en Chile.
El clamor fue uno y clarísimo: independencia. Pero junto a ella, infinidad de colectivos sacaron a relucir en la Diada de ayer sus reivindicaciones sociales, junto al mensaje de que no vale con la independencia, que también hay toda una sociedad para transformar. La inmensa mayoría de ellos lo hizo dentro de la propia cadena de la ANC u organizando ramales que enlazaban con la Via Catalana.
Procés Constituent reunió a unas 4.000 personas para rodear la sede de Caixabank, en la avenida Diagonal de Barcelona. Una movilización que conectó directamente con la cadena de la ANC, igual que el medio millar de personas de Àgora Ciutadana que llenó el tramo de la Via Catalana de Badalona para reivindicar una educación pública de calidad. No fueron los únicos. También en Barcelona, la plataforma LGTBIQ desvió un ramal hacia la Glorieta de la Transexual Sònia, a la que mataron en 1991. En Girona, la Xarxa pels Drets Socials se unió a la cadena rodeando el hospital Josep Trueta, en protesta por los recortes sanitarios, mientras que en las Terres de l'Ebre, la reivindicación nacional fue visiblemente acompañada por los reclamos contra el trasvase del Ebro.
Tras la cadena humana, la Esquerra Independentista, que participó en buen número en la Via Catalana, recorrió las calles del centro de Barcelona y de Reus (Tarragona), uniendo en una sola voz las reivindicaciones nacionales y sociales. Según los organizadores, 30.000 personas participaron en la marcha de la capital, mientras que 6.000 lo hicieron en Reus. A última hora, la CUP manifestó a través de un comunicado que «ni el Gobierno español, ni los mercados financieros pueden impedirnos decidir nuestro futuro como pueblo». B.Z.
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