" Muchas veces escuchamos, leemos o vemos que existen problemas en como el país desarrolla Ciencia y Tecnología. Problemas desde el punto de vista de la gestión, de la inversión de recursos, de la propiedad del conocimiento, entre otros. Sin embargo muy pocas veces se dan los espacios para pensar a qué nos referimos con Ciencia y Tecnología, y más aun a cuál es su propósito. Sin darle tantas vuelta al asunto, para un científico como yo, la Ciencia es la disciplina que permite aperturas de generación de nuevos conocimientos de procesos que existían previamente en la naturaleza pero que no comprendíamos, mientras que la Tecnología hace referencia a las herramientas y procesos que se derivan de estos conocimientos y que son aplicables a la vida humana sociedad para mejorar su calidad. Entonces, si miramos desde este punto de vista a la Ciencia y Tecnología podríamos entenderla como una vía para mejorar la calidad de vida de las personas. La pregunta que inmediatamente sale a la palestra al decir esto, debido a la configuración actual de nuestra sociedad es, ¿al servicio de quién está la Ciencia y Tecnología?. "
En Chile, el debate en cuanto a problemáticas relacionadas con la Ciencia y Tecnología está centrado en diversos aspectos y con diferentes posturas dependiendo de los actores sociales que las emitan. Por un lado se ha hecho hincapié en la inexistencia de una institucionalidad eficiente que regule y gestione las disciplinas científico-tecnológicas, escasez de inversión, poca difusión a la comunidad entre otros. Por otro lado, otros han emanado posturas más políticas que apuntan a definiciones político-ideológicas respecto al sentido que tiene la disciplina en el país, abordando con esto debates en torno a lo que entendemos por innovación, apropiación del conocimiento y sus implicancias a nivel político-social. Mi intención en esta breve columna no es profundizar estas posturas sino que enmarcarlas en un debate que creo que se hace urgente, y que hace relación con el camino que podremos trazar para poder avanzar hacia una Ciencia y Tecnología al servicio de la sociedad. En otras palabras, quiero abrir el debate en torno al “desde donde” y “hacia donde” avanzar en la lucha que se abre en torno a esta problemática.
El debate que se ha abierto en la actualidad
Hoy podemos encontrar diversos focos y posturas en cuanto a la realidad de la Ciencia y Tecnología en el país. Mientras sectores de gobierno buscan vincular esta disciplina a las cifras de crecimiento que manejan, otros sectores sociales son críticos a la realidad actual en la que se encuentra la actividad. Entre ellos hay sectores más politizados que otros.
Un sector, representado principalmente por el movimiento ciudadano “Más Ciencia para Chile” (http://www.mascienciaparachile.cl), plantea la necesidad de crear una nueva institución dependiente del ejecutivo (en la forma de un Ministerio por ejemplo) la cual regule y gestione eficientemente las inversiones y destinos de fondos científicos. Esta propuesta fundamenta principalmente que los problemas de ciencia provienen de la poca inversión en la materia en el país y en evidentes problemas de gestión que existe en las instituciones que regulan su financiamiento actualmente (CONICYT principalmente). Para esto se hace énfasis es los contrastes que existen en cuanto a inversión en Ciencia y Tecnología, y en la existencia de institucionalidades Científicas del tipo ministerial, en Chile en comparación con los países conocidos como desarrollados. Dentro de este marco hacen una fuerte crítica a la composición de la comisión que se creó desde el gobierno para estudiar la posibilidad de crear esta nueva institucionalidad, criticando el echo de que en su gran mayoría participan economistas y personas ligadas a los bloques políticos que científicos [1]. Por otra parte, existen otras posturas que, haciendo crítica a la discusión que ha abierto “Más Ciencia para Chile”, postulan que en materia científico-tecnológica se requiere de una politización de la ciencia en cuanto a posiciones y definiciones que se deberían dar para tener “algún tipo de atención en el sistema público” [2]. La crítica está centrada en la necesidad de visualizar desde un punto de vista político este debate, proponiendo así cuatro ejes principales de politización que se deberían generar en los espacios de organización científica, los cuales están centrados en posiciones ideológicas en cuanto a la naturaleza de hacer ciencia y a la apropiación del conocimiento (haciendo eco a críticas al sistema actual de patentamiento), y posiciones teórico-políticas en cuanto a innovación y tecnología y a las condiciones laborales de los trabajadores de la investigación. Con esto, Salinas hace una fuerte crítica al gremialismo de las demandas emanadas por “Mas Ciencia para Chile” y otras organizaciones similares [3].
¿Cómo proyectamos el debate?
A pesar de la oposición de las posturas que se han nombrado anteriormente, existen ciertos criterios que se pueden aunar en torno al desarrollo de una proyección en la lucha y conquista de una actividad científico-tecnológica eficiente y al servicio de la sociedad. Con esto no trato de ser conciliador entre ambas posturas, sino que en cambio, pretendo poner en el tapete nuevos elementos en el debate para aportar a la construcción de una línea de acción orientada a resolver los conflictos mencionados anteriormente. Es muy claro lo que Salinas afirma al intentar dotar de contenido político el debate en torno a esta problemática, y es que en el contexto en el que nos encontramos no se pueden disociar los contenidos políticos de las justas demandas que levantan los sectores organizados del país. Puedo dar dos argumentos para sustentar esto:
(1) el contenido político, e incluso ideológico, dota de líneas programáticas que pueden llevar las demandas sociales a tener mayor probabilidad de obtener victorias, ya que es posible identificar las vías de acción más correctas (que pueden ir desde la protestas callejeras a diversas acciones dentro del margen institucional), e incluso a la vez que se van identificando los obstáculos para este tránsito (por ejemplo sectores con posturas políticas opuestas a las que se proponen); y (2), con un contenido político correcto se puede atacar no sólo desde un punto de vista gremial para obtener soluciones necesarias, sino que también al fondo de la problemática, impidiendo así una reconfiguración sistémica que permita la entrada de nuevos conflictos por los intereses opuestos que mantienen a esta sociedad. Hay que entender que las problemáticas a las que nos vemos enfrentado en la vida social no tienen un origen puramente superficial, sino que visible o soterradamente tienen una base sistémica. No obstante lo anterior, el aporte que hace “Más Ciencia para Chile”, y otras organizaciones como la ANIP (Asociación Nacional de Investigadores de Postgrado), a este debate son varios. Por un lado han socializado ampliamente la problemática, lo cual no es menor al requerir de vías de comunicación efectivas e implicando costos materiales y de tiempo. Adicionalmente han elaborado un conjunto de críticas y las han traducido en las primeras demandas como espacio organizado. Esto no es menor puesto que las batallas sociales nacen de la inquietud y tienden a la agudización de conflictos permitiendo dotar del necesario contenido político a los actores sociales involucrados. Como ejemplo de esto podemos tomar al sector estudiantil, el cual fue creciendo desde demandas gremiales a aquellas que atacan directamente al corazón de la crisis educacional del país, así un amplio brazo de los sectores estudiantiles ha adquirido mayores niveles de politización y comienzan a trabajar desde un punto de vista más programático. Evidentemente la nueva institucionalidad en materia de Ciencia y Tecnología no es la solución final a los problemas que tenemos los científicos, y es que la intención del Estado chileno hoy no apunta hacia convertirnos en país potencia en la materia ni menos a la ocupación de la actividad científica como motor de cambio y bienestar social. Pero al levantar esta demanda si podemos comenzar a sentarnos a debatir, pensar y a movilizarnos para poder ir avanzando hacia la configuración de un proyecto país justo en esta materia. Sin duda estas organizaciones sociales han generado una apertura que nosotros como científicos debemos aprovechar.
En una de sus columnas Salinas nos plantea interesantes preguntas que urge resolver [2]. En otras palabras nos plantea por qué los científicos no nos hemos hecho responsable del debate en cuanto al rol de la actividad científico-tecnológica en la sociedad, en respuesta al rol que impone la institucionalidad a la actividad, la cual la centra únicamente dentro del marco del mercado. Desde mi punto de vista creo que los científicos no podemos mostrar siquiera una postura clara hoy respecto al tema porque el nivel de organización del sector es muy bajo. Aun son muy pocos los científicos que participan en organizaciones sociales que traten el tema, y estas organizaciones aun presentan bajos niveles de proyección. La historia reciente, e incluso la más lejana, nos ha mostrado que son los sectores más organizados los que logran adquirir niveles de politización que permiten la proyección de sus demandas. Sin ir más lejos, podemos utilizar el ejemplo de los estudiantes, los cuáles han incrementado sus proyecciones gracias a los altos niveles de politización de sus organizaciones políticas que se han creado, poniendo en jaque a los bloques políticos más grandes de la actualidad y obligándolos en algunos casos a reconfigurarse. Dentro del sector estudiantil quienes lideraron su batalla fueron sus espacios más organizados, que no necesariamente eran los más numerosos, por ejemplo, hoy sabemos que la mayoría de los estudiantes chilenos pertenecen a casas de estudios privadas y no tradicionales, sin embargo, los líderes del movimiento estudiantil surgen de sectores tradicionales que históricamente, y también por supuesto hoy, presentan mayor organización respecto a los otros. Es nuestro deber entonces como científicos organizarnos para poder dar respuesta efectiva a los problemas que nos afectan como sector. Es la única forma de ser una presión efectiva a la institucionalidad vigente y de incrementar nuestros niveles de politización de cara a la creación efectiva de líneas de acción que lleven a buen puerto las demandas. Por lo tanto, nuestra tarea hoy es fomentar la creación de nuevos espacios de organización para el sector y/o participar de los existentes, ya sea para tratar este tema en particular u otros como nuestras condiciones laborales como trabajadores de investigación. Desde allí podremos comenzar a trazar líneas que permitan la unidad entre nuestras organizaciones con los sectores de la sociedad que han avanzado mucho más que nosotros pero que presentan inquietudes que tienen el mismo origen de fondo. El camino es largo, riesgoso y en algunas ocasiones lento, pero la historia nos muestra que aquellos que menos se organizan son presa fácil para imponer políticas contrarias a nuestras necesidades como sector.
Referencias
1. Astudillo y Blondiel (2013). ¿Chile avanza de espaldas a la ciencia?. Artículo en periódico online “El Mostrador”. http://ciperchile.cl/2013/01/30/%C2%BFchile-avanza-de-espaldas-a-la-ciencia/.
2. Salinas (2013). Politizar la ciencia. Artículo en revista online “El quinto poder”. http://www.elquintopoder.cl/ciencia/politizar-la-ciencia/.
3. Salinas (2012). Otra ciencia para Chile. Artículo en revista online “El quinto poder”. http://www.elquintopoder.cl/ciencia/otra-ciencia-para-chile/.
(*) Gustavo Nuñez A.: Ingeniero en Biotecnología, Asistente de investigación, Universidad de Concepción