Cine Crítico / resumen.cl
M. Kalatozov, nacido en Georgia, fue uno de los cineastas más prominentes dentro de la Unión Soviética. Comenzó su trabajo cinematográfico en 1930 con Sal para Svanetia, película documental de corte antropológico, que mostraba la vida tradicional del Cáucaso, un trabajo de propaganda sobre las virtudes del socialismo, que por aquel tiempo, llevaba la modernidad, a esas remotas regiones. En 1931 estrena El clavo en la bota, de igual manera que el anterior, fue de corte propagandístico. Es en esta última que desarrollará lo que posteriormente será el sello Kalatozov: la tremenda capacidad expresiva de la imagen articulada a un montaje de calidad, línea creativa que es continua en su trabajo y que puede apreciarse en La carta que nunca fue enviada (1960) o Soy cuba (1964). Esta última paso varios años olvidado hasta que fue rescatada por Scorsese y Coppola. El cine Mikhail Kalatozov está inmerso en la tradición del realismo socialista. Ciertamente, Lenin discutía que tanto el cine como la radio eran las ramas del arte de mayor interés por parte del gobierno soviético. En la primera parte de la revolución, el cine tendría un carácter experimental vanguardista, como expresión del cambio social. En 1934 ya con Stalin en el poder, hay un cambio dentro del estadio del arte. Se pasó de lo experimental a estar al servicio del proyecto nacional. Esto empezó primero por la literatura, la plástica y posteriormente, con la cinematografía. El nuevo viraje postulaba que lo más relevante era conocer la realidad para transformarla. Tomando los postulados políticos del marxismo. El problema dentro de esta corriente fue el gran invierno represivo con que operaba la dictadura estalinista, toda la filmografía, que no encuadraba directamente con la directriz doctrinaria era catalogada como formalismo. Algo que fue sumamente complicado para todos los directores, hasta el mismo Sergei Eisenstein tuvo que parar el rodaje de El prado de Bazhin (1931 – 1937) por órdenes superiores. Igualmente, Kalatozov se vio varias veces perjudicado por la doctrina. Resumidamente, desde 1934 hasta la muerte Stalin, dentro de la filmografía operaba el mensaje nacionalista. Cuando pasan las grullas o las cigüeñas se puede enmarcar como la expresión del deshielo coercitivo hacia los directores soviéticos. Ciertamente, en su creación coincidieron tanto el deshielo natural como cambio político del Estado Soviético, una suerte de primavera creativa para los realizadores. Kalatozov no dudo ocupar ese pequeño espacio de libertad para transmutarlo en una pieza maestra. Algo que se vio reflejado por galardón de la palma de oro en Cannes junto con la mención especial para Tatiana Somóiliva. Te puede interesar: CINE| Desde la ansiedad de las imágenes a la subversión de la mirada: La Jetée de Chris Marker Siendo una adaptación de Eternamente vivos (1943) del dramaturgo Viktor Rozav, el director evidencia los estragos que deja la guerra del pueblo soviético contra el nazismo. La historia arranca con la vida de una pareja jóvenes -Beris y Verónica- que van a ser separados por el desatamiento bélico. Si bien el metraje es en blanco y negro, la notable capacidad de dirección, la gran expresividad por parte de los actores captado en hermosos primeros planos, logran transmitir la luz radiante de la juventud del amor, que con el paso del tiempo se va transformado levemente en una incapacidad de sentir por parte de Verónica. Esta obra se alza como la primera en tocar la participación de la guerra por parte de la Unión Soviética desde otro punto de vista, que anteriormente era tratada como una gesta heroica: ahora se ven sus consecuencias. Argumentativamente, se expresa como las familias soviéticas son disueltas por los hechos bélicos; las redes de privilegios de algunos grupos para no ir a frente; los horrores del campo de batalla; la destrucción de las generaciones jóvenes; las consecuencias del conflicto como las crisis nerviosas que provocaba la guerra en la juventud; la gran cantidad de mutilados que dejó la estratagema. Lo central para mí, es el papel de la mujer en la Unión Soviética. Mucho se ha dicho sobre la igualdad de género en la URRS, pero al menos no es algo que queda reflejado dentro del filme. Por el contrario, son ellas, arquetípicamente representadas en la protagonista, que reciben los prejuicios patriarcales por parte de la sociedad soviética, en la problemática del amor romántico de esperar al soldado del frente. Existen varios momentos claves dentro del film donde queda explícita la problemática, sintetizador es el desenlace hospitalario, un herido expresa su resentimiento contra su ex novia por haberse casado con otro. Algo que también practicó la protagonista. Al ser un análisis más crítico, sin duda es en el cuerpo de las mujeres que recayeron todos los reproches de los horrores de la guerra. El sentimiento de culpa queda bastante cristalizado en vivencia de la protagonista, a tal punto que intenta suicidarse. No solo en relato de la historia se puede ver la metamorfosis de las vidas de los personajes, el espacio también da muchas claves para entender el mensaje del autor. La arquitectura perfecta, monumental al comienzo, prontamente se empieza transfigurar por los estrago del enfrentamiento, de una ciudad angelical, pasa a una urbe blindada, posteriormente destruida por los bombardeos. El recado es claro, como la sociedad soviética tuvo que cambiar el desarrollo de su vida, desde la amplitud urbana al hacinamiento oscuro siberiano. Aquí las relaciones humanas se van tensando por la ansiedad de no tener noticia de los seres queridos del frente. Lo más bello de la cinta es el valor lírico de sus imágenes, por un montaje perfecto que realza la emoción de los diversos personajes, especialmente de la protagonista. Los primeros planos durante el trascurso de la historia son una película en sí misma. En ellos se ve profundamente la evolución de Verónica, desde su expresiones florecientes de juventud, hasta la madurez sombría provocada por la eterna espera que genera la guerra. Otro elemento clave son las tomas subjetivas realizadas por Sergei Urusevsky, al haber participado en la guerra como camarógrafo, le trasmite una autoría diferente, la grabación con cámara en mano por medio de la multitudes, tanques y calles crea un ambiente de realidad erizante. Algo que es ayudado por el montaje, la creación de situaciones de tensión magistrales como la secuencia de la protagonista intentando suicidase con el tren. Para finalizar, sostengo que siempre es bueno revisar estas cintas de gran calado para rememorar hechos de la historia, pero con una mirada crítica. Las reflexiones que se pueden sostener, por una parte en el gran valor tiene la libertad al momento de crear una obra, sin ella se vuelve imposible la creación. Por otra, que es sumamente importante revisar las obras en sus contextos históricos. Al final de cuenta, el cine es el reflejo de las inquietudes de una sociedad y M. Kalatozov lo logró a cabalidad. Kalatozov, M. (1954). Letyat zhuravli (The Cranes are Flying) Pasaron las grullas [Romance. Drama - Drama romántico. II Guerra Mundial]. Mosfilm. https://www.filmaffinity.com/cl/film340623.html