Civilización en todas partes y ni una gota para beber

Por: John Zerzan. Publicado originalmente en It’s Going Down. Traducido por D. para Revista Mingako.

Océanos  acidificándose, capas de hielo polar y glaciares derritiéndose,  graves  fluctuaciones  climáticas,  el  cáncer metastásico  de  las  mega-ciudades,  altísimas  tasas  de  extinción,  la  contaminación del  aire,  la  tierra  y  el  aire  –y  todo  lo  demás que probablemente estas consciente de considerar el entorno físico de este planeta. Un industrialismo masivo y creciente es la base;  el  prerrequisito  para  todas  las  “maravillas”  de  alta  tecnología,  exactamente como la industrialización global es también el  motor  obvio  del  calentamiento  global.  Cada incremento en el número de fábricas, minas, fundiciones, es un incremento en las malas noticias del calentamiento global.

La  destrucción  de  la  naturaleza  en  gran medida  es  paralela  al  asalto  masivo  sobre nuestra  naturaleza  interior.  Lo  que  trabaja  corroyendo  nuestra  felicidad  humana  y posibilidades sin duda está relacionado por fuera y por dentro.  Un distanciamiento terrible en la sociedad refleja la degradación del mundo físico. La civilización fallida entonces expone sus  fracasos  sin  precedentes  en  términos furiosos.  Cada  civilización   –y  ahora  sólo hay  una-  se  condena  a  sí  misma  porque  su núcleo principal es la domesticación, la voraz,  auto-perpetuante  y  acumulativa  lógica de control Siempre más y más control, cada vez más profundo. La inteligencia artificial,  nanotecnología,  ingeniería  genética  y  el cada  vez  más  desarrollado  estado  de  vigilancia  están  entre  las  últimas  armas  de  la domesticación  desplegadas  para  dominar más  completamente.  Mientras  más  domesticación,  hay  menos  naturaleza,  menos  libertad y autonomía.

El control y la dominación son nuestros enemigos  en  cualquier  esfera.  Como  anarquistas es tiempo de un entendimiento más acabado de la centralidad de la base domesticación/civilización de la crisis. Si nuestro objetivo es un mundo que no necesite correr debemos empezar con la premisa de que si vamos a tener un futuro, éste necesitará de algún  modo  ser  uno  primitivo.

La  eliminación  de  la  complejidad  es  el  camino  necesario para la salud ambiental como también para la salud de la sociedad. En  Norte  América,  y  en  todas  partes, los  bloqueos  y  campamentos  de  ocupación indígenas han constituido la resistencia ambiental más importante, especialmente contra la creciente red de tuberías de petróleo y  gas  que  contaminan  y  ponen  en  peligro nuevas áreas. Ahora existen actividades anti-minería y anti-represas en cada continente, y son una presencia anti-industrial,  sino “primitiva”. El campamento de largo aliento contra el TAV (el sistema de trenes italiano de alta velocidad) y la expansión del megaaeropuerto (resistencia de las ZAD en Francia)  han  sido  acompañados  por  la  defensa radical en Moscú y en Alemania occidental (Bosque  Halmbach).  Valientes  acciones  en Berlín, Bristol, Atenas, Santiago, Estambul, los  descarriladores  de  trenes  de  carbón  en Missouri –¡la lista de honor sigue inspirándonos!

Las  luchas  del  pueblo  mapuche  por  la tierra en el sur de Chile hacen eco en los esfuerzos recientes en la Columbia Británica (Canadá) y Arizona, donde los anarquistas han sido a veces cómplices en la oposición de  los  nativos  (por  ejemplo  el  2010  contra las Olimpiadas de Invierno y la contaminación de los Picos de San Francisco).Es una deficiencia fundamental que en ningún  lugar  [el  movimiento]  Occupy  decidiera  volverse  De-Occupy;  nada  lo  hizo arrojar su orientación liberal o izquierdista. Pudo haber una apertura a una orientación anti-civilización  y/o  a  la  resistencia  tradicional  indígena,  que  siempre  ha  superado y sobrevivido la de los “radicales” pro-Progreso.

A  inicios  de  la  primavera,  la  muy  poderosa militancia anti-austeridad de “Blockupy”  en  Hamburgo  puede  augurar  un nuevo  movimiento,  pero  eso  está  por  verse.  En  cualquier  caso,  debe  haber  también un regreso literal a la tierra, el movimiento necesario para recuperar habilidades nosotros  mismos,  re-familiarizarnos  con  nuestro  planeta.  La  dirección  de  la  des-domesticación  seguirá  a  través  del  camino  de  la autonomía, de aprender a alimentarnos por nuestra cuenta como también a proteger la biósfera.

El  desgastado  discurso  de  oponerse  al capital y al Estado como si fuera una perspectiva  total  es  simplemente  un  caso  de negación  con  mayúsculas.  Un  anarquismo comprometido,  explícita  o  tácticamente, con la preservación de esta modernidad horripilante no puede prescindir del capitalismo o del poder estatal. Sin ellos la sociedad tecno-masiva no podría funcionar. El hecho de que muchos anarquistas eviten este hecho  no  hace  nada  para  invalidarlo. La  negación izquierdista participa de la negación generalizada.

Etiquetas
Estas leyendo

Civilización en todas partes y ni una gota para beber