No creo que haya muchos comentaristas de literatura que le dediquen espacio y tiempo al español Clark Carrados (1919-2005), maestro de la serie B de la ciencia-ficción, autor de más de seiscientas novelas del género. Este autor se inició en la escritura hacia mediados de los años 50, en plena dictadura del generalísimo Francisco Franco, redactando pastiches de los libros del género que se escribían desde hacía varias décadas en Inglaterra y Estados Unidos.
Bartolomé Leal / Trazas Negras
Fue en la colección ESPACIO, de la desaparecida Ediciones Toray, donde Clark Carrados se produjo principalmente. Su primer libro fue la legendaria novela El cerebro, número 2 de la citada colección, donde por primera vez se hace cargo de un tema que sería su preferido y por el cual los lectores de su tiempo lo buscaban con pasión: la informática. Con el pasar de los años seguirían El país de los robots, El planeta de los hombres de oro, El poder supremo y muchos otros títulos. Escritura sencilla, argumentos directos y a menudo previsibles aunque interesantes, más algún toque de intriga misteriosa y de romance, son característicos de su estilo. Una prosa decente, como la de un buen traductor, es la marca de Clark Carrados. Novelas cortas, rara vez se empinan por sobre las 150 páginas. Modo mesurado sin salidas de madre en lo sexual, político o filosófico. Las fantásticas portadas levantan de inmediato el apetito del lector. Por lo general no defraudan a los fans, las historias alcanzan soberbios niveles de ingenio.
En el marco de sus novelas robóticas, Carrados creó un personaje, Kabé, que protagoniza una serie que se inició con Memorias de una máquina, el número 65 de la colección ESPACIO. Clark Carrados es por cierto un seudónimo y corresponde al escritor Luis García Lecha. ¿De dónde lo sacó? Pues al parecer es un homenaje al detective ciego Max Carrados, personaje literario creado por el novelista inglés Ernest Bramah (1868–1942). García Lecha fue funcionario de prisiones en Barcelona y le robaba tiempo a la vigilancia de los reos para escribir sus imaginativas novelas. Maestro del pastiche español, es un nombre señero junto a Lou Carrigan en el espionaje, Marcial Lafuente Estefanía en el western y Law Space (que además publicó como H.S. Thels), también en la ciencia-ficción.
Hay que notar que Louis G. Milk (su propio nombre “anglonizado”) es otro seudónimo del mismo Clark Carrados, con el cual escribió en diferente onda y en un estilo de comedia, más operático y culterano se podría decir. Destaco su novela Las minas del cielo, número 28 de la colección ESPACIO, una desopilante thriller donde el lector encontrará todo lo que quiera saber acerca de la explotación de minerales en los asteroides y las batallas entre las mafias empresariales.
Law Space por su lado es nombre de pluma del escritor español Enrique Sánchez Pascual. Uno de los autores más populares, según los libreros especializados. Red Arthur, por si encuentran un libro suyo por allí, es seudónimo de Arturo Rojas de la Cámara. Y Johnny Garland fue Juan Gallardo, autor de dos mil novelas de terror, de ciencia-ficción, del oeste, bélicas, lo que viniera, que producía hasta dos por mes (con variados alias) si lo apuraban. Recomiendo Klag, el fabuloso, La criatura luminosa y Los caballeros del Rey Átomo, divertimentos de rotunda aunque a ratos ridícula inverosimilitud. En todo caso, los aficionados sabemos bien que el gran representante español del género es Domingo Santos, autor de más de 40 novelas (sobre todo en la colección NEBULAE) y un encarecido promotor de la CF. Y bueno, Santos publicó también en la colección ESPACIO, con el seudónimo Peter Dean. Destaco por ejemplo la brillantez angustiante de Más allá del infinito, número 258 de la colección, publicado en 1961.
No es ocioso señalar que la variedad de temas de la colección ESPACIO fue un factor determinante en su éxito entre los lectores de habla hispana. Los viajes interplanetarios, los habitantes más bizarros del espacio exterior, las mutaciones, las distopías más delirantes, los poderes extrasensoriales, los robots de todos los tipos y osadías, la electrónica avanzada, las comunicaciones, las armas nucleares, la clonación, los imperios cósmicos, la delincuencia intergaláctica, la ciencia desbocada y las empresas exploradoras de planetas, los héroes bienhechores, las mujeres de otras galaxias, los climas más inverosímiles, el microcosmos, los alimentos menos concebibles, las aventuras intertemporales... La lista es interminable. La imaginación de los autores se potenciaba y hacían un argumento de las cosas más nimias. Los seudónimos ayudaban a explorar formas de narrar y contenidos novedosos. ¡Estamos hablando de novelas baratas, para quioscos, de hace más de 50 años!
Uno se pregunta a veces por qué tantos autores mediocres con ínfulas de profundos han tenido mejor acogida crítica, mientras dignos prosistas sin rollos como Clark Carrados son pasto del olvido. Otros títulos a recordar son: El negro espacio silencioso (número 11 de ESPACIO), una poética evocación de la nada sideral; La amenaza negra, que no es precisamente una amenaza extraterrestre; La fortaleza negra, el número 116 de ESPACIO, que transcurre en un penal del planeta Plutón... En Clanes del espacio trabaja otro de sus temas: las guerras intergalácticas. Notable por su trama trepidante es El hombre de la doble dimensión, el número 19 de la colección ESPACIO. El valle del pasado es su aporte al tema de los mundos perdidos. Otra novela suya de distopías futuras se titula 1985 (sic). Cabe señalar que sus libros se escribieron en el contexto de la guerra fría Estados Unidos-URSS y reflejan en general el punto de vista yanqui, sin olvidar los toques pacifistas que la gente esperaba en aquella época de temor al desastre bélico (nuclear) mundial.
Fue también traductor. Tengo en mis manos la novela Objetivo Tierra, número 16 de la colección ESPACIO, publicada en 1954 y traducida por Clark Carrados del idioma marciano. Narra las aventuras de la conquista exitosa de la belicosa Tierra por Marte, relatada por uno de sus protagonistas, el héroe Jadhuz, libro que llevaba 120 millones de ejemplares vendidos en el planeta rojo. A ver si alguien me señala otro libro igual.
Galería
La colección “Espacio. El Mundo FUTURO” de Ediciones Toray en España produjo el récord de 547 títulos en 18 años (de 1953 a 1972) con 128 páginas cada uno y el reducido tamaño de 15x10 cm. Cerca de la mitad los títulos de la colección llevaba la firma de Clark Carrados o Louis B. Milk. Características fueron sus portadas, a todo color, llamativas y a menudo truculentas, poniendo énfasis en un detalle de la trama, hechas con un estilo hiperrealista irónico y bufonesco, no exento de derroches surreales. A cargo de dibujantes competentes. En las ediciones más antiguas, la serie negra, es posible descifrar los nombres o seudónimos de algunos de ellos: Cha’bril, I. Fernández, Fersan, Jorge y otros.
Para el deleite de los lectores aficionados duros al género de la CF, acá van algunas portadas de ejemplares de colección.
Este artículo ha sido publicado en el quinto número de la revista que puede ser adquirida a través de su sitio web trazasnegras.cl
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