Colectivo Escénico La Enredadera: Micropolíticas desde la danza y para la primera infancia

Pese a que el accionar por los derechos de la niñez, a nivel global, se remontan a mediados del siglo XIX, no es hasta el año 1959 que se promulga su declaratoria. Es decir, ayer. Comparto estos datos históricos pues, de alguna manera, dialogan con un presente débil en la defensa de sus derechos fundamentales. Pensando en nuestro país, las vulneraciones latentes como parte de los impactos del relato neoliberal y visibilizadas con mayor potencia en el marco de la revuelta de octubre, han situado estos cuerpos como espacio de interpelación directa y han puesto en jaque al estado. Los casos del Servicio Nacional de Menores tienen un archivo importante, no son coyunturales, y esa evidencia nos plantea preguntas relevantes en torno a nuestro accionar político como ciudadanos/as frente al cuidado y relación con la niñez. Paulina Barrenechea Vergara / resumen.cl Con estas interrogantes, me encuentro con el Colectivo Escénico La Enredadera, quienes desde la danza, vienen pensando qué significa y cómo acercarse a las subjetividades de la niñez desde el cuerpo en movimiento. El hecho de ser cuatro mujeres, con una mirada comunitaria, feminista y ecológica frente al quehacer escénico, no es fortuito cuando el proyecto busca dialogar, aprender y reflexionar para y con la primera infancia. El respeto por la diversidad, el accionar sustentable, el autocuidado y la potencia de lo colectivo son pensadas como micropolíticas frente a los relatos tradicionales en torno a la infancia; y donde, también, las sonoridades y el diseño integral cobran relevancia como agencias escénicas. La Enredadera está integrado por Laura Corona, directora coreográfica; Mariella Díaz y Milenka Cucurella, intérpretes; y Andrea Garrido, intérprete y productora de accionar del colectivo. Durante los últimos dos años, han estado presentes en festivales, como el FamFest, y visitado distintas ciudades de Chile con su obra de danza-teatro “Travesía. Las Aventuras de Sara de Cordillera a Mar”. Santiago, Concepción, Quillota, Chiloé, han sido algunos de los territorios recorridos con este montaje cuyo pulso mediador les ha permitido no sólo tener funciones en teatros y centros culturales, sino que, también, en espacios descentralizados y no convencionales como escuelas y hospitales. En forma paralela, la obra de danza contemporánea “Flor de invernadero”, se suma a estas itinerancias, desde el formato análogo y audiovisual. Actualmente, el colectivo se encuentra en pleno proceso creativo para su tercer montaje llamado “La Caracol”, y que cuenta con el financiamiento del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. El contexto sanitario no ha detenido el trabajo y es, en ese contexto, que conversamos con ellas acerca de su mirada en torno a la niñez, los aprendizajes y desafíos que tiene pensarles dentro de un modelo que les despoja de su poder enunciativo, de sus modos de hacer y lo que se viene para este año como plataforma escénica. Desde el presente, miremos un poco los archivos del colectivo. ¿Qué y cómo ocurre el encuentro entre ustedes y que permite conformar este proyecto escénico? Laura: “Todo partió el año 2014, cuando nos ganamos un fondart para la creación de una obra para primera infancia. Ahí yo conocí a Milenka, que estaba en Valparaíso y a Mariela también. Todas veníamos de Santiago y algo ubicaba a la Andrea. Las convoqué a una audición y nos abocamos a la creación de nuestra primera obra “Travesía y las aventuras de Sara en el valle del Aconcagua”. Luego fue mutando a “Las aventuras de Sara de cordillera a mar”. Este proceso de creación, que fue bastante bonito, porque fue como un descubrimiento para nosotras, armamos un equipo de trabajo donde convergían diversas habilidades que nos permitían cubrir varios ámbitos creativos. Creo que fue tan bueno el fiato que decidimos constituirnos como colectivo, al finalizar ese proceso creativo. Como hito, al año siguiente, nos volvimos a adjudicar otro fondo e hicimos una obra de danza contemporánea, pero no para la primera infancia. Flor de Invernadero tuvo una vida bastante corta, una pequeña temporada y listo. Siempre quisimos volver a darle otra vuelta y nunca la dimos, así es que este colectivo fue agarrando más el pulso de viajar la obra Travesía, que era uno de nuestros deseos. Nos gusta mucho viajar y a partir de eso nos fuimos constituyendo como un colectivo más enfocado a la primera infancia, fuimos agarrando como esta especificación de nuestro trabajo, sin cerrarnos por supuesto a otras cosas. Siento que en el tiempo de Travesía, desde el 2014 hasta el año pasado, fue un proceso bien bello en lo creativo, donde siento que las cuatro estamos muy a gusto”. Mariela: “Personalmente, ha sido un agrado enorme cómo se dio este engranaje. Yo soy la única que no soy del mundo de la danza, yo estudié teatro, y desde ahí también es mi aporte. Desde la narrativa, los cuentos para niños y niñas, y me sumo a nuestro interés que era viajar. Viajar con Travesía era bastante aparatoso, baúles gigantes y una escenografía aparatosa, pero que se podía instalar en cualquier parte. Eso es bonito porque podemos ir a la cancha, a la plaza, a donde sea. La retribución al corazón es que todos los niños y niñas puedan ver la obra, y eso a mí me llena. Estar en un galpón en chuchunco y, así mismo, en el Teatro de Talca, es bien bonito”. Milenka: “Creo que, también, tiene que ver con nosotras, como mujeres, todas creando, llegando a un teatro todas cargadas, o a una plaza a montar o en una caleta. Quizás en estas ciudades como Valparaíso, Santiago, Concepción, suceden más este tipo de cosas, pero en nuestra cultura popular eso es raro, no es tan común. Siempre están esas ganas de querer ayudarte porque tú tienes menos fuerza, o no vas a poder. Personalmente, me siento bacán de poder estar ahí, montar, hacer la función y desmontar, es como una magia que una hace de principio a fin”. Andrea: “Quizás sumar qué al inicio del proceso, cada una vivía en distintos territorios, las chiquillas vivían en Valpo, la Laura en Quillota y yo vivía en Limache, entonces, eso hizo que nosotras aprovecháramos al máximo cada tiempo y que nuestro trabajo se hiciera más “eficiente”. Las chicas, también, son madres, entonces, los tiempos considerados entre los traslados y ensayos, había que sacarles el jugo, y por eso se consideraban riquisimos. Eso nos ayudó a formar la dinámica del colectivo. También creo que es un factor que influyó en la idea de lo familiar. Eso se imprime en la construcción de la obra por tener manejo y experiencia, día a día, con los niños y niñas”. Milenka: “Desde ahí se genera también La Enredadera, porque entrelazamos todo eso. Cada una con su camino y su herramienta, creo, que es lo que nutre este entrelazado, esta trama que se organiza y se alimenta, que no es decorativa, sino que funcional y puede organizar cosas, sostener peso y crear”. Laura: “Pensando en todo este recorrido que hemos hecho como colectivo, cuando nos ganamos este fondo para la obra “La Caracol”, siento que le da como un nuevo pulso de vida al colectivo, pues estábamos en un punto de inflexión. O moría el colectivo o hacíamos un nuevo trabajo, y creo que la oportunidad de hacer una nueva obra es como volver a nacer, pero con otra madurez y ya sabiendo cómo trabajamos y lo que hacemos con nuestras habilidades”. [caption id="attachment_76351" align="alignnone" width="1280"]Colectivo Escénico La Enredadera Colectivo Escénico La Enredadera[/caption] A partir de esta genealogía desde el presente, ¿Pueden reconocer y compartir los elementos que definen los procesos creativos de La Enredadera? Laura: “Creo que nos define la idea de trabajo colectivo, de la organización transversal y feminista. Saber que estamos aquí y que somos capaces de llevar a cabo todas las fases de nuestro proceso con entereza. Estamos convocadas para creación para la primera infancia, para este público infantil, y que le fue dando fuerza a nuestro trabajo. Creo que hay cosas más pequeñas que cruzan un poco los ideales de todas, y que tiene que ver con volver a lo sencillo y que nuestras obras estén intervenidas con materiales nobles. Que el ingenio siempre surja desde lo pequeño y desde lo sencillo y, creo que eso es lo que hace que la obra sea más cercana a los niños y a la visión del juego”. Milenka: “Yo, me sumo a lo que dice la Laura, creo que lo lúdico siempre es parte y, también, es el desafío. Queremos que eso lúdico ahora sea un poco más abstracto y poético en términos de la narrativa de la obra. Porque Travesía es mucho más concreta y más literal, pero en esta nueva obra la idea es poder desarrollar más el lenguaje. Proyectarlo desde ese lugar es una de las cosas que nos definen como creadoras, generar un lenguaje más arriesgado con los niños y las niñas, que promueva otras cosas”. Sin duda que es un desafío, pues aún hay cierta comodidad y poca reflexión en torno a los saberes de los niños y niñas, y lograr generar relaciones un poco más horizontales. Mariela: "Sí, creo que en el sentido educativo, es súper relevante el contenido y la forma de cómo le mostramos a los niños y las niñas ese contenido. Queremos, sí o sí, que el mensaje les llegue con una calidad y un detalle bien profundo del lenguaje escénico, corporal y verbal. Estamos de acuerdo en que no queremos mostrarles el plástico, que tenemos una línea más ecológica, que nos interesa cuidar el planeta, que nos interesa cuidarnos a nosotras, y mostrar desde lo micro un mundo más armónico. Para mí fue súper sorprendente que los niños se quedaban pegados del inicio al fin con Travesía, pendientes de lo que estaba pasando, entendiendo todo, si bien hay momentos de caos. Pero de eso se trata, también, si son niños, no los vas a tener ahí inmóviles”. Laura: “Sí. Uno de los desafíos de esta nueva creación es poder generar un lenguaje que ya no sea tan literal. Dejar de subvalorar a los niños, de que tiene que estar como todo explicado y decir como: Oye, los invitamos a viajar en este otro lenguaje. Nosotras sabemos que ellos pueden mucho más de lo que se les da”. [caption id="attachment_76283" align="aligncenter" width="585"]Colectivo Escénico La Enredadera Colectivo Escénico La Enredadera[/caption] Sobre todo hoy, que vemos una vulneración sistemática de los derechos de los niñes, ¿Cuál es la dimensión política que atraviesa el trabajo que realizan para la primera infancia? ¿Qué quieren interpelar, girar, impactar con su trabajo? Andrea: “Parte importante de nuestro discurso político tiene que ver, también, con el proponer llevar la obra a distintos lugares, no pensarse solamente en un espacio cerrado. Este nuevo proyecto lo queremos elaborar pensando, justamente, en llegar a esos lugares que no son sólo el teatro, si no, que son el lugar donde están esos niños y niñas, ir nosotras a verlos y acompañarles. Pensarse desde el jardín infantil, desde una sala pequeña, pensar como instalarse en un parque gigante o en el hospital. Crear pensando en la comunidad con la que te vinculas, su lenguaje y sus espacios, es parte de un discurso político en la propuesta escénica”. Laura: “Yo creo que tiene que ver con remover. Esa interpelación es como visibilizar preguntas que nosotras nos hacemos con una mirada crítica. Hasta el momento, nuestras creaciones tenían que ver con eso, poder conectarnos con el entorno desde una mirada ecológica, y siento que en este nuevo camino está presente la igualdad de género, por algo es La Caracol y no El Caracol. Aparece un cuestionamiento que creo vamos a empezar ahora abrir en este proceso creativo, aunque ya veníamos pensando hace varias reuniones atrás de qué es lo que queríamos decir y cómo lo queríamos decir en él. Sacarnos esta mirada del mundo en que nos tienen y darnos cuenta de que queremos cuidar la naturaleza, queremos cuidar nuestra alimentación, queremos cuidar nuestro cuerpo, queremos que haya una igualdad entre ellos y ellas y todo eso se cruza para este trabajo”. Mariela: “La diversidad creo que es algo que queremos plantear. Somos todos diferentes, no por eso unos mejores que otros, y deseamos que nuestros niños y niñas no tengan rollos con eso, que está bien ser diferente, que no está mal nacer en un cuerpo y querer ser otro, por ejemplo”. Andrea: “Romper con la idea de que un trabajo escénico para niños y niñas es algo menor, simple, con menos detalles, ni atención. Creo que ese también es un lugar para incomodar. Compartir que estas propuestas escénicas son esenciales, y requieren tambien, de una búsqueda y lenguaje sensible como cualquier otra creación escénica dirigida para un publico de mayor edad o intereses artísticos”. Laura: “Creo que los derechos vulnerados van mucho más allá de la violencia, ya sea explícita o implícita, pues hay una violencia que se ha normalizado en la infancia y que tiene que ver con el exceso de pantalla, con la mala alimentación, con el poco tiempo de calidad que los padres podemos tener con nuestros niños y que está súper normalizado. Creo que eso también es importante de ver y lo ponemos ahí en un ojo crítico, pensando que nuestro público de primera infancia también son los padres y madres, o educadores, educadoras o cuidadores que están ahí siempre con ellos en las funciones”. ¿Cuáles son los desafíos que La Enredadera enfrenta al iniciar un proceso creativo en contexto de encierro? Mariela: “Yo creo que si bien, ya habíamos trabajado y nos habíamos organizado con tele trabajo y con reuniones por correo, el crear mismo generalmente se produce cuerpo a cuerpo, entonces, es algo muy nuevo. Igual se puede hacer, una puede crear sola, en una especie de crear colectivo sola y, después, ensamblar. Lo considero un gran desafío, porque estar aquí en la casa, con la familia, generarte tus espacios, que no es una sala de ensayo, involucra concentrarte, pues ser intérprete es envolverte en eso y olvidar que estás en tu cocina y que pasa tu hijo a buscar algo o se te cruza el gato. Es complejo en ese sentido y, también, en la falta del otro cuerpo que te tienes que imaginar”. Laura: “Yo creo que, sin duda, es algo nuevo y estamos adaptando nuestras formas y buscando un modo de poder comunicarnos y de poder crear desde esta nueva realidad. En esta primera etapa de la creación se nos vuelve un poco más fácil, porque como la obra tiene personajes muy específicos, va a ser casi hacer un trabajo con cada intérprete y con cada personaje. La obra, claro, no funciona si todos estos personajes no interactúan, sin duda, es indispensable la presencia, pero eso es algo que estamos tratando de dejar para después. Por ahora, estamos trabajando desde lo digital, para que cada una pueda crear desde su casa, manteniendo un feedback y poder generar una creación en modo residencia cuando nos juntemos”. Andrea: “En ocasiones anteriores, estábamos distanciadas durante el proceso creativo, pero todas dentro de la misma región, a diferencia de esta oportunidad. Sin embargo, el sistema de trabajo y el carrete creado con las itinerancias, ha hecho que a pesar de las distancias, en solo unas horas nos re encontremos, re conectemos y nos re dancemos. Nos encontramos en un tiempo donde no nos podemos encontrar, y no tenemos tampoco, claridad de cuanto tiempo va a durar, así es que la idea es poder ir adaptándonos a esta dinámica. Justamente, el tema de La Caracol y de esta coraza, de crear solito, nos vino justo, porque eso ha sido para cada uno, crear desde sus hogares. La coincidencia de este sentir de avanzar lento, de estar acorazadas, como justamente ocurre con este proceso creativo". Laura: “Claro, de hecho lo que propone la obra es este personaje, que es una caracol, súper power y fuerte, que es ecologista, y decide esconderse en su casita y no relacionarse con los demás. Sin duda, todo lo que está aconteciendo va a afectar el desarrollo creativo de la obra, pero también va a aportar en lo dramatúrgico”. Si desean conocer más sobre el Colectivo Escénico La Enredadera, pueden ingresar a sus plataformas digitales, espacios donde están subiendo contenidos e imágenes de sus procesos creativos. Fan Page: https://www.facebook.com/laenredadera.colectivoescenico/ Instagram: @laenredadera.colectivoescenico Colectivo Escénico La Enredadera Colectivo Escénico La Enredadera Colectivo Escénico La Enredadera Colectivo Escénico La Enredadera
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