En estos días, en Lima, está reunida la 20 Conferencia de las Partes (COP) que reúne a los 195 países que han firmado la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. En verdad Lima no era el mejor espacio para esta reunión. Hasta la fecha hay 46 ecologistas muertos sólo en el gobierno de Ollanta Humala. La organización Climate Action Network (CAN) “premió” al Estado peruano con el “Fósil del día” debido a “su incongruencia” en las políticas ambientales.
Pero ¿y el resto de miembros? El mayor problema persiste en establecer claros compromisos de mitigación que respondan al principio de responsabilidad común pero diferenciada establecido en Kioto. Los países desarrollados exigen que en los acuerdos de la COP21 todos los países asuman compromisos de mitigación pero no quieren reconocer su responsabilidad diferenciada, que implicaría un compromiso mayor de su parte en las metas de mitigación y en su contribución financiera. Para ello están practicando tácticas dilatorias en la metodología de la discusión del texto borrador que han provocado un impase entre el Grupo de los 77 + China (que en realidad representa a 133 países) y los países desarrollados.
¿Por qué responsabilidad diferenciada? Por una simple razón: El origen de todo es el modelo de desarrollo capitalista, basado en el uso intensivo de energía fósil y la sobreexplotación de la naturaleza. Las riquezas que esto puede generar quedan en pocas manos mientras que los daños se socializan entre los menos favorecidos. Los países que tienen más responsabilidad son los menos afectados. Son ellos los que deberían responsabilizarse de las actividades de sus empresas en nuestros territorios.
Uno de los temas claves es como financiar estas acciones de mitigación. “Confiamos en que esta semana podamos lograr el objetivo de US$10,000 millones para el Fondo Verde, declaró ayer Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la UNFCCC (United Nations Framework Convention on Climate Change) en una conferencia de prensa en la COP20. De hecho es uno de los temas fundamentales en este evento, por eso la financiación de las acciones para mitigar y adaptarse al cambio climático fue uno de los temas más debatidos durante la primera semana.
Pero hay quienes, pesimistas, proponen que ese financiamiento servirá de poco si no se cambia la matriz productiva ¿De qué servirán los 6 millones que ha ofrecido el Perú si no se titula a las comunidades amazónicas para que puedan defender sus tierras de la tala ilegal? ¿De que el anuncio de Pablo Badenier, Ministro de Ambiente chileno sobre “un acuerdo ambicioso para implementar las trayectorias que la ciencia ha señalado” si se sigue invadiendo el Wallmapu de pinos y eucaliptos?
Un estudio de deforestación en la Amazonía peruana presentado presentado el 6 de diciembre por el Instituto del Bien Común en el Foro Global de Paisajes 2014, revela que los territorios indígenas presentan niveles netamente menores de deforestación respecto de áreas aledañas, de propiedad privada o libre del Estado, a pesar de la cercanía a centros de comercio o fácil acceso a mercados por carretera o vía fluvial. Quizá la tarea sea esa, que los pueblos originarios sean los encargados de salvar el planeta. Parece que los ministros de los distintos países y los técnicos de Naciones Unidas son incapaces de hacerlo: tienen muchos interesas por defender.