[resumen.cl] Las y los profesores se han volcado a realizar no solo su labor como trabajadoras y trabajadores de la educación, sino que frente al abandono del Estado en términos de políticas certeras han debido incluso coordinar colectas para que las y los estudiantes puedan acceder a la educación en el actual contexto. En este sentido, pareciera ser que la precarización laboral, como también del sistema educativo, se profundiza ante la negligencia estatal.
Gabriela Mistral escribió hace décadas un poema que expresa en gran medida el espíritu del trabajo de las docentes y los docentes del país. En su texto, "El Placer de Servir”, la poeta nacional escribe: "Toda la naturaleza es un anhelo de servicio; sirve la nube, sirve el aire, sirve el surco. Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú; donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú; donde haya un esfuerzo que todos esquiven, acéptalo tú. Sé el que aparte la estorbosa piedra del camino, sé el que aparte el odio entre los corazones y las dificultades del problema".
Este “placer” lacerante ha sido parte de la roca culposa, casi como en el mito de Sísifo, del quehacer docente -no por nada l de cada 5 se retira al 5° año de ejercicio profesional-. Y también, la base de los argumentos con que se ataca su trabajo profesional, pese a que con la pandemia se han transformado en trabajadoras sociales, psicólogas, consejeras y además, profesionales de la educación. Eso, postergando al mismo tiempo a sus propias familias y su salud física y mental.
Es por esto que las continuas denostaciones del ministro de Educación, Raúl Figueroa, calan dolorosa y profundamente en un gremio que sufre desde la dictadura un sistemático menoscabo profesional. Así lo han señalado las y los docentes -y más precisamente, las profesoras, que son la mayor parte de esta profesión-.
En análisis sociológicos sobre el funcionamiento del poder en la marginalidad, se establece que muchos fenómenos como la violencia y el narcotráfico se deben a la ausencia del Estado en un territorio. Es decir, que el narco surge donde hay una zona abandonada por el Estado y sus instituciones.
Les quiero contar una historia, de como a veces, funcionarios de la educación, por humanidad, intentan llegar donde sencillamente el Estado no se mete. O no quiere penetrar.
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Francisca es docente de una escuela pública de Concepción, a cargo del “flamante” Servicio Local de Educación Andalién Sur. Sus estudiantes, en situación de discapacidad intelectual, a duras penas han logrado conectarse a clases virtuales a través de precarios teléfonos. La realidad de sus estudiantes es similar a la del resto de la escuela en general, por lo que decidieron hacer una campaña de donación de computadores, los que, gracias a la ayuda de un amigo, refaccionan y entregan a sus estudiantes. Los mismos que por desconocidas razones, parecen no importarle al Estado, o al mismo ministro Figueroa.
“Lo que motiva principalmente estas acciones es la inoperancia, indolencia y el abandono de la administración de educación pública en particular a las escuelas especiales, y obviamente, también la necesidad extrema de nuestros estudiantes que no tienen ninguna posibilidad de acceder a tecnologías: tienen carencias tan grandes de vivienda, de alimentación que no pueden suplir, por tanto estas cosas relacionadas con la educación pasan a ser necesidades secundarias para ellos”, explica la docente.
La colecta no ha estado exenta de problemas. Desconfianzas, personas que aprovechan la oportunidad para deshacerse de su basura tecnológica y problemas para desplazarse en la ciudad por la cuarentena son parte de las situaciones a las que te expones cuando realizas una actividad de este tipo. Así es como la casa de Francisca se ha transformado en una suerte de bodega, pero en la que han logrado rescatar, hasta el momento, una decena de computadores.
La docente y sus colegas han insistido con la campaña, logrando así que más estudiantes tengan como acceder a clases virtuales, pues además, por una gestión de la trabajadora social, lograron gestionar conexiones a internet. Y esta iniciativa es una solución a medias, indica, ya que las personas en situación de discapacidad de tipo intelectual tienen muchas dificultades para comprender una interacción mediante esta modalidad.
A pesar de ello, de esta forma han intentado mantener el contacto con las y los estudiantes, además de sus familias. “El año pasado fueron canastas, este año computadores, y todo eso suma tiempo a la carga laboral extensa e interminable, desregulada”, señaló la docente.
“Principalmente, el motor de esto es el abandono con que nos tienen trabajando la administración y sobretodo el ministro de Educación, que no ha dado el ancho para adaptarse a esta nueva situación y darle respuesta a todas las comunidades educativas que lo único que hacen es odiarlo por redes sociales, por todas sus opiniones absurdas y fuera de realidad que da a través de los medios de comunicación” fustiga la docente.
La precariedad “tecnológica”, digital, no ha sido exclusiva de establecimientos municipales. No solo han sido problemas de equipos, también de conectividad a internet. El debate se ha tornado intenso en la redes sociales, con opiniones que plantean que el internet debe ser gratuito para toda la población: que el internet sea un derecho.
Es más, incluso existió una indicación el año 2020 en el proyecto de ley que suspende el corte de servicios básicos por el no pago producto de la situación del coronavirus que incluía “el plan solidario de Internet gratuito para estudiantes vulnerables”, siendo rechazado por falta de quórum y terminó naufragando por la negativa del Ejecutivo.
Pero que no haya sido aprobado no hizo desaparecer la necesidad.
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Corría el año 2018 y el exministro de Educación de Sebastián Piñera, Gerardo Varela, en un aniversario de Enseña Chile, se despachó la descabellada idea que lo hizo conocido hasta nuestros días: “Todos los días recibo reclamos de gente que quiere que el ministerio le arregle el techo de un colegio que tiene goteras, o una sala de clases que tiene el piso malo. Y yo me pregunto: ¿por qué no hacen un bingo?".
La irritación generalizada cundió por el país, siendo a la vez una de las tantas frases detonantes del malestar que dio lugar al posterior Estallido Social en octubre de 2019. No obstante, lo que irritaba -e irrita- no es que no se hagan este tipo de actividades de beneficencia, sino que llevan décadas haciéndose, cubriendo la ausencia del Estado en los sectores más pobres de la población.
Arnaldo es presidente del Sindicato de trabajadores del Colegio Villa Nonguén de Concepción, y junto con el equipo directivo del establecimiento - iniciativa a la que se ha sumado la fundación sostenedora del colegio - han llevado adelante, primero, campañas de donaciones de smartphones a estudiantes que no tenían y en la actualidad, como miembro del sindicato y en conjunto con el centro de padres y apoderados gestionaron planes de internet, solidarizando así con estudiantes que no contaban con equipos ni con el servicio básico. También otros docentes han “apadrinado” a sus estudiantes, haciéndose cargo del pago de sus planes.
"Esta es una actividad de los profesores, nace como una idea del Sindicato -el entregar chips de conexión a los estudiantes- se invita después a todos los otros profesores del colegio, siendo o no siendo miembros del sindicato a que ayudemos, que colaboremos en esta pandemia. La manera a través de la cual lo hicimos es conseguir chips o nosotros mismos como comunidad contratar una empresa para que nos ofrezca internet a través de chips de navegación que ellos puedan instalar en sus dispositivos. Existía una necesidad de los estudiantes de tener conectividad”, indica Arnaldo.
Pero el problema no se solucionó ahí:
“También tenemos el caso de estudiantes que no tienen recursos para pagar internet ni comprar un dispositivo. Ahí se nos sumaron dos problemas: conectividad y dispositivos. Como cuerpo docente del colegio, más otros agentes que nos están acompañando y aportando, decidimos con recursos propios aportar y ayudar un poco en pandemia”, explica el dirigente.
El docente penquista señala que si bien es cierto que se puede pensar que no corresponde que los profesores estén cumpliendo esta función de entregar este tipo de herramientas a los estudiantes, “hay un sistema completo que debe cumplir esta función, pero dada la contingencia y la pandemia que estamos viviendo, que es algo inédito en nuestras vidas, nos vimos llamados a colaborar pensando que necesitamos la ayuda de todos para salir de esta situación. En el fondo, frente a eso, y uno de los puntos que tiene nuestro Sindicato es apoyar a los estudiantes que tienen más dificultades económicas. El llamado se extendió a otros docentes y muchos de ellos accedieron a colaborar también".
Explica que la principal motivación para realizar este tipo de actividades es que ahora hay muchas familias que lo están pasando muy mal: “Como profesores, si bien hemos tenido que cambiar nuestra manera de trabajar, adecuarnos -muchos han tenido que capacitarse incluso- nosotros no estamos sufriendo tanto el problema económico. Estamos agradecidos de no estar sufriendo ese tema, al menos los profesores de nuestro colegio, pero si vemos que lo sufre la comunidad. Sentimos que es necesario colaborar: ya vemos que el Estado no ha podido llegar con la ayuda suficiente para que las familias puedan tener a sus hijos conectados a clase. Las familias no han podido conservar sus trabajos y han sufrido mermas económicas".
Y finaliza: “Es tomar el rol del Estado, ya que no ha podido asumirlo, eso es en otras palabras".
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