Por Ignacia Gutierrez*
Latinoamérica ha sido históricamente zona de emergencia de procesos populares, de resistencia a periodos de destrucción institucional por parte de las dictaduras y de levantamientos subversivos de grupos que nos obligan a cuestionar las lógicas existentes, repensando el Estado, la hegemonía y la forma del poder.
Desde la colonización los pueblos con menor desarrollo y capacidad de producción sufrieron el despojo de sus tierras, destrucción de su cultura, la pérdida de autonomía y la dominación por sociedades con mayor desarrollo, quedando al margen posteriormente producto de la globalización, la implantación del capitalismo y el avance de su par -el neoliberalismo- en todos los espacios. La globalización nos golpea no solo con la mundialización de políticas imperialistas, culturas dominantes y con la economía, con ella vienen exclusiones, la marginalidad y la opresión de los pueblos.
El surgimiento de poderes colectivos en América Latina posibilitó el avance de los procesos de resistencia y denuncia de las condiciones históricas de exclusión, llevando a cabo una lucha en pos de la recuperación de la identidad, la historia y la cultura bajo las ideas de la igualdad y la dignidad. Surgen así diferentes resistencias al capitalismo y neoliberalismo en países directamente afectados por el proyecto neoliberal mediante dictaduras como Cuba y México.
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La organización territorial ilustrada en hitos como el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional el 1 de enero de 1994, vislumbraron la posibilidad de construir contrapoderes mediante formas alternativas de resistencia como la movilización ciudadana y la organización de movimientos sociales, logrando conciliar legitimidad entre comunidades y el trabajo para consolidar y presentar una alternativa política a la izquierda tradicional renunciando a la toma el poder político tal como se conocía, teniendo impacto hasta el día de hoy con una propuesta política, social y cultural para grupos históricamente excluidos y maltratados como los pueblos indígenas.
La capacidad de repensar el mundo por medio de proyectos colectivos y de trabajar en la reconstrucción y descolonización de la vida teniendo como objetivos la autonomía, la libre determinación de los pueblos, el derecho a la tierra, el reconocimiento de los pueblos ancestrales y el reconocimiento de las mujeres reafirma lo que señalaba Darcy Ribeiro: seguimos estando frente a minorías capaces desde la resistencia de crear un proyecto humano alternativo.*Estudiante universitaria