Coronel es una de las comunas más contaminadas del país. En ella se conjugan con este factor, el estructural desempleo y el desmedido avance de los proyectos empresariales, por sobre los intereses de la ciudadanía. Amenazada por la expansión gradual del puerto de Coronel y por la instalación de termoeléctricas en plenas poblaciones, la población coronelina habita paulatinamente el sector norte de la comuna, que además de agobiada por la contaminación, sufre su pésima locomoción colectiva. Pero estas condiciones pueden pueden señalar una situación que parece lógica, pero que es ficticia: la salida de los coronelinos de sus territorios.
El Puerto Energético, Cabo Froward y el casco histórico.
El puerto de Coronel ha sido, en los últimos años, el coordinador del avance destructivo de las empresas locales sobre el patrimonio de la ex comuna minera. En la actualidad, el desafío del puerto, -el que se ha transformado en todo un ejemplo para las empresas nacionales- es transformarse en un Puerto Energético.
El puerto de Coronel es una apuesta del grupo Angelini para la exportación de productos forestales. Su funcionamiento a partir de 1996 fue una necesidad del sector forestal, dominado por el mismo grupo Angelini, de sacar sus productos al extranjero con un menor costo, mayor eficiencia y que abriera la posibilidad de aumentar los tonelajes de carga producidos en el monocultivo de pinos y eucaliptus.
Es por eso que su avance ha sido tan voraz como para sacar paulatinamente a la población coronelina de la costa. Necesitaban y necesitan con urgencia explotar el monocultivo, que deja tras su avance la sequía y la depredación de los suelos.
La empresa portuaria eso sí, es vanguardia a la hora de facilitar y coordinar el transporte de material hacia la industria. Es así como ha contribuido con la Termoeléctrica Santa María de Colbún -de propiedad de su grupo rival en el sector forestal; los Matte- para el transporte del combustible que mueve las turbinas de la generadora. En palabras del gerente del Puerto Guillermo Bobenrieth quién señala a la Revista Energía de Octubre del 2012 “estas instalaciones le prestan un servicio de alta eficiencia a la Central Santa María, en cuanto al tamaño de las naves que pueden operar, al alto rendimiento de descarga y a una transferencia directa de las bodegas de la nave a las canchas de la central, lo que implica un bajo costo en el transporte marítimo y terrestre, que impacta positivamente en el costo del combustible y en definitiva un menor precio de la energía”.
Una señal para entender también, porque la catástrofe medioambiental visualizada en la varazón de langostinos no significó más que una anécdota medioambiental; un episodio natural para las autoridades de gobierno. Fundamentalmente porque la catástrofe puede comprometer las industrias de los dos grupos más poderosos de la región y del país: Los Matte y los Angelini.
Así se entiende también porque el ex alcalde René Carvajal (PS) quien encabezó la oposición a la instalación del puerto en la comuna minera, precisamente en playa azul, finalmente y tras aprovechar el impulso de la movilización que lo transformara en alcalde, fuera quien erradicara a los vecinos. Y también quien diera el vamos a la instalación de las termoeléctricas. Se comprende también, la complicidad de Leonidas Romero (Ind. RN) con estas megaempresas, firmando acuerdos con los gerentes para recibir dineros por obras de mitigación sin cuestionar de manera alguna el modelo de desarrollo de la comuna y utilizando de chivo expiatorio a Carvajal. Lo cierto es que las instalaciones de estas empresas atraviesan pasajes y patios de los pobladores aledaños a los proyectos y conspiran para sacar los últimos poblados históricos.
Por otra parte se encuentra Cabo Froward, un gigante con tres muelles y una cancha de acopio, cuyos dueños son el Grupo de empresas navieras, el Clan “Urenda”, una de las familias pertenecientes a la elite económica del país. Controladores de Cabo Froward, en Shwager, además de vincularse con accionistas de numerosos puertos del país. Controlan además a nivel local, el Puerto de Talcahuano. Como reza un informe de BICE Inversiones, “una empresa de servicios portuarios especializada en graneles sólidos y líquidos, además de carga general, con puertos en Coronel, VIII Región y Calbuco, X Región. Tiene contratos a largo plazo (20 años) con importantes empresas, como Copec, Melón y Endesa, los que contemplan mínimos anuales y reajustes.” En segundo lugar de los inversionistas se encuentra el Puerto de Lirquén, controlado por la familia Matte y con una importante participación del clan Angelini.
Entre estos monstruos alimentadores de empresas contaminantes y sus ansias expresadas ya desde mediados de los 80 en las páginas del diario El Sur de expandirse por toda la bahía de Coronel, se encuentra el casco histórico de la ciudad. Hostigado y segmentado por el voraz avance empresarial.
Los que se quieren quedar
María José es vocera del frente de defensa de Coronel, organización que ha luchado por mejorar las condiciones del medioambiente coronelino. Tras la gran varazón de langostinos nos señalaba “uno entiende que la gente se quiera ir, pero ¿donde se van? Y otra cosa más importante ¿Por qué nos tenemos que ir si ellos fueron los que llegaron a contaminar”. Mientras conversamos caminamos por el sector Estero Manco, donde Colbún construyo infraestructura comunitaria como obra de mitigación a unos metros de la gran chimenea de la termoeléctrica Santa María.
De una forma u otra se ha instalado en la atmósfera coronelina, la idea de que toda la población quiere retirarse de donde vive. Y eso ha influido también, en el poco valor que se le asigna al territorio de los vecinos. Lo que nos ratifica María José mientras pasamos junto a unos containers del puerto de Coronel, instalados en plena población pues los vecinos decidieron vender un sector perteneciente a la Junta Vecinal. Sin embargo esa atmósfera de erradicación parece venir acompañada con proyectos de gran impacto en la urbe coronelina, pues el puerto de Coronel ha establecido una especie de cerco en el borde costero.
“Acá han tejido redes impresionantes y han actuado sobre el municipio y las organizaciones vecinales. Pasaban 13, 14 millones para las JJVV del sector sur de Coronel” Comenta María José. Agrega eso si, que no todos piensan lo mismo “Tenemos que demostrar que en Coronel hay gente con dignidad, con conciencia, que hay gente que ya asumió que esto hace daño” y para ello “a Coronel le hace falta información, educación y amar a su comuna”
El ejemplo de La Colonia.
Los orígenes del poblamiento del cerro La Colonia son los vestigios del mismo Coronel. El asentamiento de la población tras la explotación carbonífera y su desarrollo como embrión de economía local, potencio el desarrollo de la comuna minera. Convertido en una suerte de sector comercial, en el cerro se dieron las posibilidades de desarrollar todo un universo cultural que gracias a sus pobladores, contribuyó no solo a la identidad coronelina, sino que fomento una cultura de dignidad obrera que fue ejemplo mundial. Lo que no se econtraba en ningún lado estaba en La Colonia y más barato. En sus calles murió asesinado por encargo el obrero Barrientos, uno de los forjadores de la organización de los mineros, y también en sus suelos se formo la FOCH.
En la actualidad, tras casi un centenar de años los vecinos de la Colonia exigen sus títulos de dominio. Derivados de una institución a otra y con compromisos rotos de una y otra administración municipal, los vecinos han iniciado un proceso de movilización para exigir sus títulos de dominio. Sin embargo, el trámite se encuentra atrapado entre las redes institucionales del gobierno.
“Nuestro barrio tiene un valor. Nuestra gente tiene un valor. Nosotros para las autoridades no tenemos ningún valor; nos han pisoteado en nuestro barrio, en nuestra cara. Nuestro barrio ha sido pasadizo de los políticos de todos los colores para venir a pedir votos. Han logrado su objetivo y después, pata en el traste para los pobladores” comentaba un poblador en la reunión de la junta de vecinos. Los habitantes de la Colonia han debido organizarse frente a la amenaza de ser erradicados como sus vecinos de Lo Rojas, o los vecinos afectados por el funcionamiento de las termoeléctricas. Lo cierto es que ellos se quieren quedar y para eso han presionado con la obtención de sus títulos de dominio. Trámite que se encuentra empantanado en el Serviu.
El destierro forzado.
Hablar del desempleo en Coronel, parece hoy una perogrullada. Es una cuestión evidente y sin embargo, lo que no se ha evidenciado, son los factores que si no la producen, al menos la estimulan. Ya van décadas del cierre de las minas y después, la postergación. Coronel se ha vuelto completamente marginal, no porque su población sea pobre, sino porque se ha vuelto un lugar inhóspito para la ciudadanía. Como no hay fuentes productivas en el lugar, pues las industrias establecidas no generan un polo de desarrollo, la población debe alejarse de sus hogares distancias desmedidas que los obligan a utilizar la locomoción colectiva. Y la locomoción colectiva es pésima: altas tarifas, baja frecuencia, sin licitación ni regulación, malas prácticas laborales y malos tratos a los usuarios; todo ello coronado con una ruta completamente congestionada, segmentada por tacos de horas y sin alternativa vial alguna.
Con estas condiciones al parecer, se quiere obligar a la población coronelina a abandonar su territorio.
Cabe mencionar que el diseño de la comuna ha privilegiado la conexión de los puertos con los interiores. Rutas utilizadas por las empresas para el traslado de material, que muestran un claro privilegio a las construcciones de este a oeste, todo ello enmarcado en los planes de desarrollo portuario, orientados para prestar prontamente servicios a mercancías que vengan del Atlántico. cuando la mayor parte de la población tiene que trasladarse por la ruta 160 -de sur a norte y viceversa-. Traslado de camiones, cintas transportadoras, erradicación de poblaciones para que funcione el capital, mientras el desempleo en Coronel sigue siendo estructural disputando el lúgubre trofeo del INE.