Parte 1Parte 2
Durante muchísimos siglos, muchísimos pensadores han considerado que en la Historia de la Humanidad, lo mismo que en los fenómenos de la naturaleza, los hechos se producen en ciclos. Es lo que han llamado “El Eterno retorno”.
Por supuesto, el tiempo lo percibimos en curvas cerradas. Los giros de la tierra en torno de su eje, marcan los días y las horas, y los giros de la tierra en torno del sol marcan los años y las estaciones. Pero la repetición de esos círculos no implica que los hechos de la realidad se repitan también. Más bien es como si los círculos fuesen como las ruedas de un vehículo sobre un camino. Los giros se repiten, pero el vehículo se mueve y en cada vuelta la rueda no vuelve a tocar lo mismo que había tocado antes.
O sea, aunque haya un eterno retorno, lo que retorna es un concepto abstracto.
Sin embargo, el eterno retorno se nos aparece bien claro en la sucesión de las siembras y las cosechas, en los nacimientos y las muertes, en fin, y, por supuesto, en la repetición cíclica de los errores y las estupideces de los gobernantes, que jalonan una y otra vez la Historia de la Humanidad.
Pero, oiga, esas repeticiones históricas no son un “eterno retorno”. No. Simplemente se trata de que las fallas se repiten y se repetirán, una y otra vez, mientras no seamos capaces de comprender sus causas y corregirlas.
La naturaleza tiende a menudo a trazar estructuras circulares o elípticas, como las órbitas de los astros o las figuras de los campos magnéticos, o las figuras que resultan del impacto de un cuerpo sólido sobre otro más blando, y también en la curvatura de los cráteres de los volcanes y en las fosas que contienen los océanos.
Una de esas grandes curvas naturales forma el llamado “Cinturón de Fuego”, o “Anillo de Fuego”, que es una sucesión de volcanes que comienza al sur de Chile, sube costeando Sudamérica, gira al oeste hacia Rusia, Japón y Corea, y se prolonga al suroeste llegando a Indonesia, y hacia el sur, hasta Nueva Zelandia, que queda a la misma latitud sur que tiene la región de los Lagos, en Chile.
Es decir, bordea toda la cuenca del Pacífico, e incluso hay quienes consideran que los grandes volcanes latentes de la Antártica, son también parte del Cinturón y llegan a cerrar el círculo.
De ahí los terremotos chilenos y los del Japón, y las erupciones volcánicas como la que en estos momentos se está produciendo en el volcán Tungurahua, de Ecuador.
Desde hace ya dos décadas, los sismólogos y geólogos han detectado un aumento de la actividad subterránea, donde las grandes placas que son las bases de los continentes, se mueven, se entrechocan o se friccionan unas con otras, y de pronto liberan enormes descargas de energía que se traducen en terremotos o en erupciones volcánicas.
Pero los científicos admiten que todavía no hay manera de predecir los terremotos y las erupciones, y sólo a grandes rasgos se puede señalar las zonas de mayor riesgo.
Otros remolinos o vórtices, son característicos de los movimientos del aire en la atmósfera, y de las corrientes marinas en los océanos. Y fíjese Ud.: los aviadores que escudriñaban el Océano en busca del gran avión de Malaysia Airlines que se extravió con 239 pasajeros a bordo, se toparon con una realidad inesperada.
En varias ocasiones creyeron ver restos del avión, que luego resultaban ser sólo basuras flotantes. Y eso, para los observadores inteligentes, fue entendido como algo muchísimo más grave que un estorbo para encontrar los restos del avión.
Uno de los aviadores involucrados, el capitán Charles Moore, de Los Angeles, declaró que la vasta extensión del Océano ya está convertida en una especie de sopa espumosa de basuras, sobre todo de plástico.
De hecho, en la vasta zona oceánica entre Hawaii y California, hay un lento e inmenso remolino, y dentro de él hay una masa tan grande como todo el estado de Texas, que han bautizado como El Gran Parche de Basura del Pacífico Norte.
Aquí, frente a las costas de Chile, existe también una de esas aglomeraciones de basura flotante, y, durante la búsqueda del avión perdido, los aviadores se encontraron con otro de aquellos remolinos sobre el Índico, a unos 1.800 kilómetros de Australia.
En su mayor parte, esos remolinos de basuras aglomeradas, consisten en pequeños trozos flotantes, principalmente de plásticos, junto a otros objetos y fragmentos de mayor tamaño, como ampolletas y tubos fluorescentes, llegando a aglomerarse con objetos enormes como containers caídos desde cargueros, que flotan por estar herméticamente cerrados, o porque su contenido es de objetos livianos.
Se estima que, sólo en torno de Australia, hay una densidad de, fíjese bien, entre 5 mil y 7 mil objetos de basura flotante por cada kilómetro de mar. O sea, 7 porquerías por metro.
Esas basuras alteran el equilibrio alimenticio de la fauna marina, provocando mortandad de aves y peces, a la vez que una explosiva multiplicación de medusas. Y, pese a estar sometidas a la dinámica de las olas, esas basuras tardan alrededor de 500 años en desintegrarse.
Es decir, la búsqueda del avión perdido sirvió para hacer un diagnóstico horrible sobre el grado de polución de los océanos, que viene a sumarse a la polución de la atmósfera y su efecto en el cambio climático.
Mientras los aviadores constataban el basural oceánico, en Gran Bretaña la gente se enfrentaba al basural atmosférico. Una densa neblina cargada de vapores ponzoñosos cayó sobre Londres y otras grandes ciudades inglesas, provocando tal efecto que se suspendieron las clases. En los colegios internos, se prohibió que los niños salieran a los patios durante los recreos.
En Francia, la polución atmosférica llevó a que varios gobiernos municipales, incluyendo a París, prohibieran el tránsito de autos particulares, y en cambio proporcionaron movilización colectiva gratuita para los que tenían que desplazarse.
Y sobre ese telón de fondo, fue que se dio a conocer al mundo el informe del Panel Internacional sobre el Cambio Climático, realizado en Yokohama, Japón, con participación de 192 naciones de todo el mundo.
Un documento producido por centenares de científicos de las disciplinas relacionadas con el clima, la ecología y los fenómenos del efecto invernadero.
Un documento tan extremadamente grave, que uno de los científicos involucrados finalmente renunció a suscribirlo pues lo consideró demasiado alarmista aunque de inmediato los gobiernos participantes desestimaron aquellas críticas, y admitieron que la gravedad de lo expuesto no es una exageración sino un llamado de alerta ante una catástrofe que se va haciendo inevitable.
De hecho los gobiernos de países como Alemania, Gran Bretaña y China, recalcaron que el costo de no hacer nada frente al cambio climático, puede llegar a, fíjese Ud., a 1 millón 400 mil millones de dólares en sólo un año. ¡Un precio exorbitante, para pagar el no hacer nada!
En concreto, se ha demostrado que el cambio climático ya produjo efectos irreversibles en los océanos, tanto por elevación de la temperatura de las aguas, como por la disminución de oxígeno y la acidificación, que debilita la reproducción de los peces y provoca gran mortandad de los moluscos de concha y los crustáceos como centollas, la jaibas y langostas de mar.
En zonas como el mar austral de Chile, se teme que la disminución de la fauna marina supere el 50%..
Igualmente, al aumentar la temperatura oceánica, disminuye también la capacidad del agua para absorber anhídrido carbónico. O sea, disminuye la cualidad del mar como defensa ante los gases de efecto invernadero. Y con ello se intensificarán los fenómenos climáticos extremos, desde tifones, huracanes y tornados, hasta sequías desastrosas y lluvias torrenciales aún más devastadoras.
En Gran Bretaña, el Insituto de Estudios sobre el Desarrollo, advirtió que los precios de los alimentos tendrán un aumento de entre el 20 y el 60%, según la clase de alimento.
Y el grupo Oxfam, sobre desarrollo global, señaló que el sistema actual de manipulación genética de las semillas ya llevó a que, sólo durante el siglo 20, desaparecieran las 3 cuartas partes de todas las variedades de semilla que existían, debido a su reemplazo por semillas manipuladas resistentes al cambio climático.
Las mediciones más exactas realizadas hasta ahora, demuestran absolutamente que en los últimos años el planeta ha experimentado las más altas temperaturas registradas, lo que, paradojalmente, ha acarreado fenómenos locales de fríos intensos, con borrascas de viento y nieve.
También el informe destacó la pérdida cada vez más acelerada de los glaciares en las cordilleras y en el continente antártico. De hecho, se señaló que en sólo dos décadas más, incluso los montes Himalayas se verán casi por completo desprovistos de nieve.
Y entre los efectos todavía desconocidos, pero que ya se están investigando, se cuentan los de la adaptación de microorganismos, virus y bacterias, que se se vuelven mutantes para prosperar en las nuevas temperaturas. Y condiciones ambientales. Y muchos de esos microbios son extremadamente peligrosos.
De hecho, se ha descubierto que entre los microorganismos mutantes podría estar el virus de Ébola, incurable y con una mortalidad de más del 60% de los infectados.
Se sabía que ese virus existía únicamente en Africa, y se contagiaba sólo por contacto directo con los fluidos de un enfermo. Sin embargo ahora se detectó en Estados Unidos que una variante de ese virus, que sólo afecta a los monos, había llegado a los laboratorios militares en Virginia, a través de macacos comprados en Filipinas.
O sea, apareció una cepa modificada del Ébola que logra desplazarse por miles de kilómetros hasta Filipinas, y de ahí llega a Estados Unidos, al otro lado del mundo. Y lo más grave es que el virus claramente logró contagiar no por contacto directo de fluidos, sino por el aire. Por ese aire que ahora es tibio y húmedo tanto en Filipinas como en Virginia, Estados Unidos.
La última encuesta de Gallup en Estados Unidos, sobre opinión pública respecto del cambio climático, exhibió resultados desalentadores. En Estados Unidos, sólo un 35% de la gente se muestra preocupada por el cambio climático en su país, y sólo un 34% se preocupa por el cambio climático mundial.
En cambio, un 60% de los estadounidenses se muestran alarmados por la contaminación del agua, la sequía y la contaminación química del suelo. Es decir, a los norteamericanos sólo les preocupa lo que les está afectando ahora y en forma directa.
Y los mismo especialistas de Gallup en Opinión Pública, señalan que para la gente de los Estados Unidos la toma de conciencia sobre el cambio climático se les va a producir recién cuando los efectos calamitosos les estén cayendo encima.
Y, por supuesto, ello conllevará una crisis social y psicológica extremadamente grave.
Pero, en fin, también el informe intergubernamental de Yokohama incluye la advertencia de que el hambre, la pobreza y la desesperación, van a provocar gravísimos estallidos sociales.
Y, hablando de estallidos sociales… Otro de los grandes vórtices, torbellinos de nuestro tiempo, ha sido la histérica farándula belicista anti rusa encabezada por un grupo interpartidista de Estados Unidos, que insiste en la tesis de un Nuevo Orden Mundial gobernado por Estados Unidos.
En realidad, ya los verdaderos protagonistas sobre el asunto de Ucrania, Estados Unidos y Rusia, han llegado a un acuerdo bien concreto. Primero, que la incorporación de Crimea a la Federación Rusa es un hecho consumado e irreversible.
Segundo, que Rusia no avanzará sobre otros territorios de Ucrania.
Tercero, que Estados Unidos, o sea la OTAN, no aceptará ni a Ucrania ni a la República de Georgia, ni a Moldavia, como miembros de la OTAN.
Y, cuarto, que Ucrania adoptará una nueva constitución de carácter federal, reconociendo mayores poderes y amplia autonomía a las regiones, y estableciendo que los gobernadores y los alcaldes serán elegidos por votación local.
Esta semana, la directora del Fondo Monetario Internacional, Cristine Lagarde, reconoció ante la prensa que el auxilio proporcionado por Rusia había salvado a Ucrania de caer en la bancarrota total.
Igualmente, ayer sábado, la Uniòn Europea concordó en la necesidad de mantener el diálogo con Rusia, para resolver la situación de Ucrania. Aunque las informaciones de prensa hablan de un “castigo” o una “venganza” de Rusia contra Ucrania, por el alza de precio del gas, está claro que Rusia simplemente ha cortado la enorme bonificación a los precios que había concedido a Ucrania en términos de colaboración amistosa.
En momentos en que Ucrania se declara feroz enemiga de los rusos, cuando l líder de Kiev Yulia Timoshenko llama a matar a los rusos, resulta grotesco que al mismo tiempo exija que se le mantengan las antiguas regalías. La verdad es que Ucrania está en una crisis interna que no logrará superar sin el socorro concreto tanto de Estados Unidos como de Rusia.
En estos momentos, la política internacional de Estados Unidos parece estar escapándosele de las manos al presidente Barak Obama.
Y a la vez que se establece claramente que ya comenzó una nueva Guerra Fría, más moderna, y con objetivos ya no tan toscos como durante el enfrentamiento de Estados Unidos y la Unión Soviética o de la OTAN contra el Pacto de Varsovia.
Al parecer las posiciones antagónicas no corresponden a una puja por quién es el que manda más, sino al contraste entre un mundo unipolar, gobernado por Estados Unidos, y un mundo multi-polar, en que potencias regionales confluyen para un gobierno mundial de consenso.
Por lo pronto, ya Estados Unidos comenzó a levantarle la voz a China, cuando un simple general se permite advertirle al gigante asiático que Estados Unidos apoyará militarmente a Japón y a Filipinas en caso de conflicto armado por las islas en disputa.
Paralelamente, aviones de guerra japoneses realizaron maniobras hostiles contra aviones de la Fuerza Aérea Rusa que volaban al borde de la zona de soberanía aérea japonesa.
Pero, una vez más, se trata de juegos publicitarios, que son peligrosos, sin duda, pero que sólo apuntan a que quede la impresión de que una de las partes es más débil que la otra.
En una de mis últimas crónicas, en diciembre pasado, me atreví a vaticinar que en este año 2014 no estallará la Tercera Guerra Mundial.
Pero no estoy seguro de lo que ocurrirá en el 2015.
Por ahora, estamos en el centro del torbellino, el ojo del huracán.
Tengo en mi poder una cantidad importante de material informativo que es demasiado extenso para una crónica radial. Una vez más, hago el ofrecimiento de enviar por e Mail ese material a quien lo solicite.
Fuente imagen: http://www.nodo50.org/ciencia_popular/fotos/cambio.jpg