Crónica de Ruperto Concha: los trágicos vaivenes del belicismo

Por Ruperto Concha / resumen.cl

El brutal ataque del Estado Islámico en París me desbarató el tema de esta crónica, que se enfocaba a la impactante des-ideologización de los pueblos del mundo, y sus efectos de sumisión de las personas que por muy poca retribución venden lo que en realidad les debiera importar mucho. Repetir la historia bíblica del pobre goloso Esaú, que vendió su primogenitura por un mísero plato de lentejas.

Pero una vez más lo que es urgente le quita el puesto a lo que es importante, sobre todo por el impresionante sincronismo que articuló los hechos como si una inteligencia extrahumana hubiese querido jugar con los destinos.

Fíjese Ud. que el feroz ataque terrorista se produjo a pocas horas de que el presidente de Francia, Francois Hollande, anunciara que enviaría a su portaaviones Charles de Gaulle, apoyado por toda una flotilla de buques de guerra franceses, hacia las costas de Siria, para atacar desde el mar a los terroristas del Estado Islámico.

El anunció de Francia provocó de inmediato la protesta indignada del gobierno sirio, y el presidente Basher Assad anunció, dramáticamente, que la intervención militar de Francia en Siria, sin autorización ni de las Naciones Unidas ni del propio gobierno sirio, constituiría un acto de guerra al que su país respondería.

Resulta así una suerte de rima, una trágica simetría entre el belicismo de Francia, la advertencia de Siria, y, a las pocas horas, la declaración de Francois Hollande de que su país está en guerra.

Pero las coincidencias, los fatídicos efectos y sus causas, van muchísimo más allá. Por lo pronto, ya se volvió desesperada la situación de los cientos de miles de refugiados que este año han entrado a Europa. Por cierto, una enorme masa de europeos que ya estaban irritados o temerosos por la presencia de aquella multitud mendicante, ahora se han sumado a los agresivos grupos racistas y nacionalistas.

Francia ordenó de inmediato estado de emergencia con cierre de fronteras y despliegue de tropas, mientras se reporta el estallido de episodios de violencia en torno del campamento de refugiados junto al Eurotúnel que cruza hacia Gran Bretaña por debajo del Canal de la Mancha.

Polonia, de inmediato, anunció que no aceptará acoger la cuota de inmigrantes acordada por la Unión Europea, y los demás países del este europeo comparten la hostilidad y han comenzado a sellar sus fronteras.

Y hasta Suecia, que siempre ha sido asombrosamente hospitalaria, ya cerró con fuerzas policiales sus fronteras, y a los inmigrantes que recién se han colado, les notificaron que el gobierno sueco no les va a proporcionar ni vivienda ni subsidio en dinero para supervivencia.

Oiga, y esto se está produciendo cuando ya el helado invierno europeo se les viene encima a esos desdichados.

Por su parte, la mayor parte de la prensa europea también reaccionó con gruesos titulares beligerantes. En Francia, se vio unanimidad desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda. El diario Le Parisién cubrió su primera plana con la frase “Ahora estamos en guerra!”

El diario Le Figaró, de centro derecha, tituló ayer “Guerra en París”. El diario Liberation, de la izquierda francesa, destacó que la barbarie terrorista había sobrepasado un límite histórico, y el columnista Laurent Joffrin escribió un editorial llamando a continuar sin vacilación la guerra contra el Estado Islámico.

Sin embargo, principalmente en Estados Unidos, importantes medios de prensa han enfocado la tragedia del viernes 13 en una perspectiva de autocrítica y en general han mantenido un tono mesurado. De hecho la agencia Associated Press informó ayer desde Washington que los analistas de la Casa Blanca admiten que el presidente Obama se verá compelido a intensificar las acciones militares contra el Estado Islámico en Irak y en Siria, pero que es muy improbable que eso incluya decisiones dramáticas, como el envío de tropas, o intensificar los bombardeos.

De hecho, la agencia cita al analista Anthony Cordesman, que afirma que Estados Unidos no bombardeará al Estado Islámico hasta dejarlo reducido de vuelta a la edad de piedra. Una de las autocríticas más fuertes la publicó la prestigiosa revista digital Salon.com, de San Francisco, California. Una publicación que ha ganado varios premios por su excelencia periodística.

El sábado, Salon publicó un extenso reportaje analítico, bajo el título de “Nuestro doble estándar sobre el terrorismo”. Allí, el analista internacional Ben Norton señaló que las acusaciones contra el Islam como promotor de terrorismo, son por completo falacias sin fundamento.

Indica Ben Norton que desde 2009 hasta 2013, menos del 3% de los ataques terroristas tuvieron motivación religiosa. Y que, en cambio, el 75% de los atentados terroristas tuvieron motivaciones políticas, étnicas, separatistas o de insurgencia contra gobiernos.

Destaca también el contraste entre los clamores de duelo y denuncia con adjetivos tremebundo, por parte de los gobiernos, incluyendo el de Barack Obama, y el silencio encubridor de esos mismo gobiernos ante otros atentados terroristas que sembraron muerte y destrucción contra los árabes en su propio territorio.

De hecho, menos de 24 horas antes de los atentados en París, dos terroristas suicidas del Estado Islámico asesinaron en el Líbano a 43 civiles inocentes y dejaron malheridos a 230 más, en un barrio habitado por shiítas.

No sólo no condenaron el atentado, sino que, además, lo justificaron parcialmente destacando que había sido un ataque en contra de la milicia Hizbollah.

Tampoco, el presidente Barack Obama ni su vicepresidente Biden sacaron la voz para condenar el horrible ataque del Estado Islámico en Turquía, en octubre, donde fueron asesinadas 128 personas y otras 500 quedaron malheridas, durante una manifestación pacífica del Partido Kurdo.

Y ni siquiera Washington protestó cuando la aviación de Arabia Saudita, sin autorización de las Naciones Unidas, inició los bombardeos sobre Yemen, incluyendo el del 28 de septiembre una boda en Yemen, el 28 de septiembre, en que asesinaron a 131 personas, incluyendo 80 mujeres.

Y a la hipocresía de Washington y París, el analista Ben Norton agrega la ceguera intencional de los que se niegan a preguntarse por qué esos cientos de miles de emigrantes y refugiados optan por abandonar sus casas, su vida, y emprender un éxodo desesperado, con sus hijos.

Finalmente, Ben Norton puntualiza concretamente que esa gente está huyendo del caos, la violencia y la miseria que casi invariablemente provocan las intervenciones de Estados Unidos y sus socios del llamado bloque democrático occidental.

Y concluye diciendo: políticos y gobernantes exigirán más intervención militar en el Medio Oriente, más bombas y más armamento. El senador Ted Cruz ya está exigiendo que los bombardeos se intensifiquen sin poner muchas limitaciones por matanzas de civiles como daño colateral.

Dentro de Estados Unidos, en cuanto se informó sobre los ataques en París, la policía tomó el control militarizando una gran parte de la ciudad de Nueva York.

Eso, dice Ben Morton, es la solución que ofrece Occidente: siempre más militarización, tanto en otros países como dentro de la propia patria…

Y ello sin entender nunca que la militarización no es la solución… que es en cambio la causa del caos y la ruina social. También el presidente de Siria, Basher Assad, envió condolencias a la nación francesa. Reunido en Damasco con una delegación de parlamentarios de Francia, Basher Assad expresó su solidaridad con el pueblo francés, pero hizo hincapié en que la política equivocada e intervencionista del presidente Francois Hollande contribuyó a la propagación del terrorismo que el viernes 13 culminó en París.

Señaló Assad que lo ocurrido en París no puede separarse del atentado en Beiruth y de los 5 años de sangrienta guerra civil en Siria. Y Assad preguntó a los parlamentarios franceses: “¿Ha sido correcta la política seguida por Francia en los últimos 5 años?... La respuesta es NO.

Basher Assad se refería a que, desde el comienzo de la guerra civil en 2011, Francia se alineó con Estados Unidos en la campaña para derrocar al gobierno de su país, prestando pleno apoyo a los rebeldes, y, desde septiembre, inició bombardeos en Siria contra el Ejército Islámico.

En realidad, en todo el mundo existe una simpatía profunda por la nación francesa, por su cultura, sus aportes a las ciencias y por su estilo que compenetra desde el ingenio hasta la cocina, y desde el cine hasta los vinos.

Pero como potencia mundial, mientras tuvo poder suficiente, Francia fue un país opresor, despiadado y dispuesto a saquear cuanto estuviera a su alcance. Sus tardías ínfulas imperialistas, después de la II Guerra Mundial, llevaron a la más brutal represión de los argelinos que luchaban por recobrar su independencia.

De hecho, las tropas de ocupación francesas asesinaron a un estimado entre 450 mil y 500 mil argelinos independentistas, y aplicaron un régimen policial de torturas y desapariciones, hasta que el general De Gaulle resolvió devolverle la independencia a Argelia, desafiando incluso a un intento de golpe militar en su contra.

Igualmente, en Siria, las tropas francesas realizaron masacres estimadas en más de 300 mil independentistas, hasta la evacuación del ejército de ocupación en 1946. Ciertamente en la memoria colectiva de esas naciones, Francia aparece como un país opresor y depredador que, de hecho, fue mucho peor que el antiguo imperio turco.

A ello se agrega la estúpida y sangrienta aventura de 1956, en que Francia, asociada con Gran Bretaña e Israel, invadieron Egipto para apoderarse del Canal de Suez que había sido nacionalizado por el presidente Abdel Nasser.

Una fuerza de 175 mil efectivos israelíes, más 45 mil británicos y 34 mil franceses, invadieron la península de Sinaí y llegaron hasta el Canal de Suez, que Egipto había bloqueado hundiendo en él gran número de buques de carga.

Estados Unidos intervino entonces, en las Naciones Unidas, pidiendo la retirada de los invasores, pero Francia y Gran Bretaña vetaron aquella decisión en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Fue entonces que el líder soviético Nikolai Bulganin notificó a los invasores, que si no se retiraban por completo del territorio de Egipto, bombardearía con misiles atómicos a Londres y a París.

Por supuesto, el lacónico comunicado soviético puso inmediato término al conflicto. De regreso a la Francia del trágico viernes 13… resulta de veras impactante el sincronismo entre el atentado en París y la situación en Siria. Ya el mismo viernes 13, el portavoz Steven Warren del ejército estadounidense, anunció a los reporteros que Washington no respaldará la propuesta de Turquía, de crear una zona de seguridad con fuerzas de la OTAN, en una franja de la frontera entre Turquía y Siria.

La propuesta de Turquía en el fondo implicaba evitar que la aviación rusa y el ejército leal de Siria, así como los milicianos kurdos, pudieran cerrar el paso a la zona fronteriza por la cual Arabia Saudita y sus aliados introducen armamento, pertrechos, dinero y mercenarios para las fuerzas rebeldes anti Assad. De hecho, ayer sábado, el primer ministro turco, Ahmed Davutoglu, confirmó que ese había sido el deseo de Turquía, que implicaba participación de tropas terrestres de la OTAN en Siria.

Pero, agregó el primer ministro turco, esa iniciativa de ninguna manera podría tomarla Turquía sin apoyo de la OTAN.

En realidad, la posición de Turquía ha resultado desmedrada, mientras se confirma que aviones de Arabia Saudita, de Bahrein, y de una línea aérea privada de Turquía, han comenzado a trasladar centenares de milicianos de Estado Islámico, que son destinados a la fuerza invasora en Yemen.

Por supuesto, se deduce de ello que Arabia Saudita y sus asociados árabes, están preparando ya una retirada. Asimismo, se ha confirmado que en estos momentos se está produciendo también la deserción masiva de efectivos del llamado Ejército de Siria Libre.

Y redondeando las posiciones en el tablero de ajedrez del Oriente Medio, también se ha confirmado que está preparándose una visita oficial a Moscú del rey de Arabia Saudita acompañado de sus principales asesores, para sostener unas “conversaciones amplias” con el presidente ruso Vladimir Putin.

Es como si las monarquías árabes están ahora sintiendo que tienen muchas ganas de hacerse muy amigos de Rusia. Pero en gran proceso estratégico del Oriente Medio llegó ayer sábado a su punto culminante, en Viena, Austria, cuando los representantes de 17 países, llegaron finalmente al acuerdo de iniciar antes del 1 de enero, las conversaciones directas entre el gobierno del presidente Basher Assad y los representantes de las facciones rebeldes, excluyendo a Al Qaeda, Al Nursa y, por supuesto, al Estado Islámico.

La iniciativa contempla iniciar en un plazo de 6 meses un período de gobierno de transición, que luego, conducirá a la nación siria a un proceso de elecciones generales y un plebiscito para redactar una nueva constitución política de la República.

El acuerdo ya es completo, con la excepción de Estados Unidos, Turquía, Francia y Qatar, que siguen exigiendo que el presidente Basher Assad sea excluido del proceso de paz, aunque ya el secretario de estado John Kerry aceptó que finalmente debe ser el pueblo sirio el que tome las decisiones sobre su futuro político.

Y, desde luego, ninguno de los gobiernos que siguen apoyando al presidente Basher Assad, incluyendo a Irán, Rusia y China, aceptará que se les imponga la destitución de un presidente que, en el fondo, ha venido proponiendo exactamente esa solución de paz y de elecciones supervisadas por las Naciones Unidas. ¿Podríamos imaginarnos que el milagro de la paz en Siria pueda ser fruto del trágico Viernes 13 que ensangrentó a París?

Y, siempre sobre el viernes 13, otra gran revista digital de Estados Unidos, Quarz, de Nueva York, lanzó ayer un llamado a la gente de Europa y Estados Unidos, lanzándoles una advertencia que dice… ¡Cuidado!... El odio es incluso más peligroso que el miedo!

¡Hasta la próxima, amigos! Cuídense, es necesario, hay peligro.

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