Crónica de Ruperto Concha: "Papa Francisco I"

PARTE 1 PARTE 2 A estas alturas llega a dar risa seguir hablando de profecías; pero, en fin, las religiones de la Biblia se toman las profecías muy en serio. La astróloga argentina Alicia Contursi, dice algo interesante para reflexionar sobre las profecías. Ella dice que las profecías sólo se toman en serio después de que se cumplieron Y en el caso del recién electo papa Francisco I, claramente se estaría cumpliendo la profecía bastante clarita que formuló el profeta Nostradamus. Según él, al final del siglo XX y comienzos del XXI, caerán sobre la gente cepas de nuevas enfermedades y plagas, habrá grandes cambios climáticos con tempestades y otras calamidades destructoras, los poderosos lanzarán cruentas guerras para apoderarse del oro negro, es decir, el petróleo, y, finalmente la humanidad desembocará en una guerra brutal y generalizada que se definirá en la gran batalla de Armagedón. En estos tiempos de finales del tiempo, el Gran Rey de la Cristiandad será negro. Y, por supuesto, el Gran Rey de la Cristiandad es el Papa, el vicario de Cristo, obispo de Roma, heredero directo de San Pedro, y monarca absoluto del Vaticano, el reino soberano en el corazón místico de Roma, libre y por encima de cualquier tribunal de justicia y, obviamente, fuera del alcance de cualquiera policía investigadora. Después de este Papa y la guerra que vendrá siguiéndole los pasos, lo que nos espera es, simplemente, el Apocalipsis, y, bueno, Ud. ya sabe lo que eso significa. Pero, por ahora, lo que se ha dado es que, por primera vez en la Historia, un cura Jesuita es elevado al Trono de San Pedro. El Papa Negro, según el decir tradicional del Vaticano, se llamaba al General en Jefe de los Jesuitas. Y ahora el Jesuita Jorge Mario Bergoglio, se mostró ante la multitud exhibiendo una impresionante cruz negra sobre su pecho. A nivel de habla castellana, la elección del jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio provocó una comprensible ola de orgulloso entusiasmo, apenas enturbiado un poquito en Chile por la envidia algunos les tienen a la Argentina. Pero en el resto del llamado “Mundo Occidental”, las opiniones fueron de cautelosa reserva. Por supuesto, las exterioridades fueron celebradas por todo el mundo, pues, a partir de haber escogió el nombre de Francisco, desde el primer momento envió una challa de signos de humildad, de desdén por la riqueza y la pompa, y por haber sido, fíjese bien, desde los tiempos del bondadoso papa Juan XXII, el primer papa que nuevamente usó la palabra “pueblo”, para referirse a la gente. Por cierto, todos recordaron que Francisco es el santo del desprendimiento generoso, de la sencilla modestia y la generosidad cristiana. Claro que, hasta ahora, todos parecen haberse olvidado de que también San Francisco de Asís es el Santo Patrono de la Ecología y el amor a la naturaleza. Y como si fuera poco, también Francisco de Asís es el primer poeta que escribió sus poesías en italiano, desdeñando escribir en el latín de la gente distinguida. Pero a nivel mundial se cernían nubarrones turbios sobre el flamante papa latinoamericano. Nubes de un hollín de ese que tizna, que pone una marca tan negra como las sotanas jesuitas. Por encima de todo, el mundo entero observa al Vaticano como un antro de gente pervertida, un pozo de feas verdades tapadas, de complicidades y de una inmoralidad que muchos consideran diabólica. El encubrimiento sistemático de los curas pedófilos y de los atroces abusos perpetrados por curas y monjas en los orfanatos en donde, como se destapó en Irlanda, niñitos y niñitas eran de hecho esclavos que prestaban servicios de trabajo gratuito y de complacencia sexual no sólo para los religiosos involucrados, sino también para sus amigos e invitados. Más allá de eso, también se veían los turbios manejos delictuales de gigantescas sumas de dinero a través de los bancos controlados por el Vaticano, manejos que iban desde especulaciones implacables con ganancias usurarias, hasta lavado de dinero del narcotráfico y del tráfico de armas. En los momentos de la renuncia del papa Benedicto, una bomba de informaciones letales estaba a punto de estallar, con denuncias de supuestos delitos financieros, supuestas extorsiones a dignatarios homosexuales, y otros oscuros compromisos limítrofes entre la política, la religión y el crimen, contenidos en el dossier llamado “Los Vatileaks”. Todo eso muy tapado en los sombríos recovecos vaticanos, al amparo de que, por su condición de Estado Soberano, no podía ser investigado más allá de lo que el propio Papa o sus delegados personales quisieran permitir. Uno de los más prestigiosos analistas de la revista conservadora Time, de Estados Unidos, Tim Padgett, quien además es católico, publicó el mismo 13 de marzo un vasto artículo titulado “¿Por qué el primer Papa Latinoamericano inspira menos esperanzas de lo que se esperaba?” Allí, el analista apunta a rasgos del carácter que evidenció Bergoglio en su carrera antes de ser Papa. Señala, por ejemplo, la ferocidad con que se lanzó contra el gobierno y la mayoría del parlamento argentino por haber aprobado la legalización de los matrimonios entre personas del mismo sexo. Tim Padgett admite que el rechazo contra esa ley no debiera extrañar, ya que corresponde a la posición ideológica de la iglesia. Pero señala que a Bergoglio no le bastó con oponerse a la ley. Además, dice Padgett, se lanzó en forma cruel y con una ferocidad nada de cristiana, a satanizar a los homosexuales calificándolos como partícipes de una conspiración diabólica para destruir el orden de Dios en nuestro mundo. Además, callificó el amor entre personas del mismo sexo, como “una siniestra degradación antropológica”. Y, concluye Tim Padgett, el hoy papa Francisco se exhibe como continuador del matonaje homofóbico de Benedicto 16, quien, en 2008, llegó a decir que exterminar a los homosexuales para “salvar a la humanidad” es una tarea mucho más importante que la lucha ecológica por preservar los bosques. Como fuere, el analista católico Tim Padgett, de la revista Time, agrega que, siguiendo el mandato del catolicismo, apela en su espíritu a la fórmula de “fides, spes et charitas”, es decir, fe, esperanza y caridad, elevando una plegaria para que el papa Francisco sea capaz de dejar atrás y superar las manchas de su formación dentro de la Iglesia Católica Argentina. En especial, se refiere al hecho, demostrado e innegable, de que, siendo el líder de los jesuitas en los años 70, jamás nunca denunció las prácticas sádicas de tortura y asesinatos perpetradas por la dictadura militar que dejó más de 30 mil víctimas izquierdistas o sospechosos de serlo, y a lo que se agregó el robo de centenares de bebés arrebatados a mujeres presas y generalmente asesinadas. La tarea que le espera al Papa Francisco en América Latina, es básicamente reconquistar con hechos bien claros la confianza y la fe que han perdido ya millones de fieles latinoamericanos. Como ejemplo, Tim Padgett señala que en Latinoamérica, durante el Siglo 20, las encuestas y los censos indicaban que más de un 80% de las personas se identificaban como católicos. En cambio los protestantes sólo llegaban a un 4% de la población. Pero ahora, a partir del cambio de la Iglesia durante los reinados de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, los católicos apenas bordean el 60%, mientras los evangélicos han aumentado a más del 14%, y, a la vez, muchos millones de latinoamericanos se han alejado de la iglesia no para adherirá otra, sino para sentir lo sagrado a su manera, sin curas ni pastores metiéndose entre uno y Dios. Menciona Tim Padget un informe realizado por la institución chilena Latinobarómetro, que indica que en Brasil, donde en el siglo 20 se declaraba católico más del 90% de la gente, hoy sólo se declaran católicos en un 63%. Es decir, la Iglesia Católica está sufriendo de consunción en América Latina, donde todavía vive un 42% de todos los católicos del mundo. Fuera de ese extenso y dramático artículo, publicado en la más importante de las revistas conservadoras de Estados Unidos escrito por uno de los analistas estrella de la revista Time, hay a lo menos tres otros enfoques de analistas europeos de primer orden. El primero es de Andrew Brown, del periódico The Guardian, de Londres, que coincide casi por completo en el enfoque de Tim Padgett. Andrew Brown destaca la terrible carencia de sacerdotes y de seminaristas en las tres Américas. Dice que eso se traduce en que ya en estos momentos la edad promedio de lo sacerdotes americanos sea de, fíjese bien, 64 años. Eso cuando la media pocas décadas atrás, es de 34 años. Y eso se advierte también en Gran Bretaña e Irlanda, donde actualmente son consagrados cada año menos sacerdotes católicos que clérigos de la iglesia anglicana. En toda América se han cerrado innumerables seminarios, y de los que siguen funcionando, muchos han sido denunciados como instituciones formadoras de sacerdotes homosexuales. Por su parte la columnista católica Catherine Pepinster, también en el diario The Guardian, señala que el Papa Francisco tiene la misión fundamental de convencer a la gente de que la Iglesia está de parte de la gente y no en contra de ella, y, para que la gente le crea, Francisco tiene que comenzar por hacer un aseo profundo en el Vaticano. No sólo imponer un régimen nuevo, abierto al aire, a la luz y a la sinceridad, sino, sobre todo, sacando como a una plaga de bichos a la legión de personal clerical, de la Curia, que habita y se enquista en los rincones oscuros. Asimismo, Catherine Pepinster señala que es indispensable que la Iglesia alcance una descentralización real, abriéndose a los obispados y a los fieles de cada una de las comunidades católicas, y para ilustrar su posición cita a un célebre sacerdote y analista político del Siglo 19, Felicité Robert de Lammenais, quien decía: “El centralismo es una grave enfermedad que produce congestión y apoplejía en el centro, mientras que en las extremidades se produce anemia y debilidad extrema”. Y la periodista termina diciendo que Francisco tendrá que ser inocente y sencillo como una paloma, pero a la vez astuto y terrible como una serpiente. La verdad es que un sector enormemente poderoso y numeroso de cardenales y altos jerarcas de la Iglesia, estaban ya más arriba de la tusa con la corrupción y el secretismo que se había enseñoreado del Vaticano tras la muerte del Papa Paulo VI y el efímero reinado de Juan Pablo I, de quien se dice que fue asesinado con una inyección de veneno a través del cuero cabelludo, para impedirle destapar los escándalos financieros. Y al parecer fue esa mayoría furiosa contra la curia enquistada, la que finalmente descartó la maquinaria que promovía la elección del cardenal italiano Scola, de Milán, y lanzó como un ariete la candidatura del cardenal argentino que hoy es Papa. Es decir, la tesis de la periodista británica fue compartida por la mayoría de los cardenales electores. Ahora es el momento de hacer el aseo, de destapar la mugre y sacarla de sus escondrijos. Y para esos eclesiásticos indignados, todo lo sucio y diabólico por excelencia sería la Curia italiana. La furia es contra los italianos. Y a juicio de los más entendidos observadores, ya esta semana podremos darnos cuenta de si el nuevo Papa va a ser capaz o no de llevar a cabo lo que se espera de él. Esta semana comenzaremos a ver cuáles son los nuevos nombramientos que reemplazarán a los cortesanos que vienen de los reinados de Juan Pablo II y Bendicto XVI, los que tuvieron la misión de aniquilar a la iglesia progresista del Concilio Vaticano II. A la espera de esas definiciones, la actitud de los sacerdotes de base, los curas párrocos, los sacerdotes en contacto con la gente de trabajo y sus familias, es de una esperanza todavía tenue. Todos en Argentina saben que siendo el superior de los Jesuitas, Bergoglio fue de una complacencia muy parecida a la cobardía ante la brutalidad de la dictadura militar. Pese a las explicaciones y desmentidos, son los propios militares golpistas, ahora enjuiciados por sus crímenes, los que en sus declaraciones confirman que Bergoglio y la mayor parte de la jerarquía católica argentina, fue complaciente, e incluso en algunos casos cómplice de los crímenes. Un detalle elocuente es que los mismos militares golpistas sometidos a juicio, el 14 se presentaron ante el tribunal que los juzga, llevando todos en sus solapas las escarapelas del Vaticano, para expresar lo que ellos consideraban el encumbramiento de “uno de ellos” a lo más alto del catolicismo mundial. La propia presidente de la Agrupación de Abuelas de Mayo, Elena de la Cuadra, cuya hija fue secuestrada y torturada por la dictadura cuando tenía 6 meses de embarazo, y a la que le arrebataron la criatura recién nacida, y quien no recibió ningún apoyo de Jorge Mario Bergoglio, quien ya era superior de los jesuitas, pese a su resentimiento y su dolor, ahora declaró que está dispuesta a esperar y prestar atención a lo que haga este Bergoglio convertido en Papa. La señora Elena dijo: “No hay olvido, pero sí hay esperanza y por ello puede haber perdón y reconciliación.” Pero la primera reacción de la nueva oficina Pontificia, deja ver que todavía no ha comenzado el trabajo de aseo y reemplazo de funcionarios. El portavoz del Vaticano, que sigue siendo Federico Lombardi, el viernes lazó una furiosa arremetida contra la prensa argentina que ha expuesto los antecedentes más oscuros de la carrera ecleciástica del actual Papa. Por cierto sin atreverse a mencionar las publicaciones equivalentes en Europa y Estados Unidos, Lombardi sólo arremete contra los argentinos y califica a esos periodistas como, fíjese Ud., “una publicación que lanza campañas calumniosas y a veces difamatorias”. Obviamente se refiere al periódico Página 12, y no se atreve a dar su nombre por miedo a una querella judicial por hacer él lo que le atribuye al periódico. Es decir, calumniar y difamar. De hecho, los antecedentes difundidos por Página 12, y también por una docena de grandes periódicos de Estados Unidos y Europa, se basan directamente en declaraciones de víctimas y de victimarios sometidos a proceso, así como de prestigiosos juristas y jueces europeos, que directamente han denunciado por ejemplo, que el actual Papa, en los años 70, se negó a responder a una rogatoria de tribunales franceses en relación al brutal asesinato de dos sacerdotes franceses y de un obispo argentino que se había atrevido a investigar aquel crimen. La negativa del entonces superior Bergoglio de los Jesuitas, actual Papa Francisco, fue respaldada por un férreo muro de protección proporcionado por los militares en el poder. Resulta así, claramente, un error y un mal signo que el todavía vocero del Vaticano una vez más intente proteger el secretismo y utilice para ello la calumnia y la difamación. Mil veces superior es la actitud de las Abuelas de la Plaza de Mayo, y de la misma presidente de Argentina, Cristina Fernández, de entregar su apoyo al nuevo Papa, a partir de las virtudes teologales de la Iglesia: Fe, esperanza y Caridad. Si el Papa Francisco logra hacer lo que se espera de él, será toda la Iglesia Católica la que ganará. Habrá reconciliación y habrá perdón. Pero las gentes como el lobista y public relations man Federico Lombardi, no conseguirán que a ese perdón y esa reconciliación se le agregue, además, como una guinda, el olvido del horror, la brutalidad y la cobardía. En fin las cosas se están viendo como que las profecías están cumpliéndose. La descripción de Nostradamus abarca desde las guerras por el petróleo, hasta el cambio climático y la proliferación en enfermedades nuevas y de cepas de bacterias ante las cuales los más potentes antibióticos ahora resulta impotentes. Ya nos llegó la novedad del Papa Negro, y en estos momentos prácticamente todos los países del sudeste asiático está febrilmente comprando armas y pertrechos para una guerra generalizada que parece cada día más posible. ¿Vamos rumbo al Armagedón profetizado, y al Apocalipsis? ¡Vaya uno a saberlo! Pero si va a suceder, me gustaría que ocurriese pronto, para no quedarme con la curiosidad. Ah, y algo que estaba olvidando mencionar. En su primer sermón al pueblo católico congregado en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco dijo claramente que el culto al dinero, al lujo y al consumismo, es la acción y la propuesta del demonio. Y que participar de ese culto blasfemo equivale no sólo a apoyar al demonio, sino, además, es hacerse uno mismo parte del demonio que es Legión. Hugo Chávez caudillo más allá de lo imposible

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