Silvio Berlusconi se aferra desesperadamente al poder en Italia pese al caos político que reina por el anunciado retiro de varios ministros, las presiones para que renuncie al cargo de jefe de gobierno y las revelaciones sobre sus aficiones sexuales, estiman los observadores. El magnate y primer ministro italiano, quien pasó parte de la semana en Corea del Sur por la cumbre del G-20, se niega a renunciar y a abrir una nueva fase de negociaciones tras haber perdido el respaldo de uno de sus principales aliados, Gianfranco Fini, presidente de la Cámara de Diputados.
Los disidentes de la coalición de derecha de Berlusconi, los llamados “finianos”, confirmaron que retirarán el lunes un ministro, varios viceministros y dos secretarios de Estado, lo que obligará a Berlusconi a cambiar de todos modos su gabinete. Una guerra de mociones, una a favor presentada en el Senado, donde goza de amplia mayoría y otra en contra, presentada por la oposición de izquierda en la Cámara de Diputados, donde perdió la mayoría, retratan el clima confuso y ansioso que se vive en la península y que muchos editorialistas califican del “fin de un régimen”.
El partido de Sicilia Movimiento por la Autonomía (MPA) anunció ayer su retirada de la coalición del gobierno que preside Silvio Berlusconi al considerar que es necesaria la formación de un nuevo Ejecutivo. El MPA, que lidera el gobernador de la región de Sicilia, Raffaele Lombardo, se une así al grupo Futuro y Libertad (FLI) del presidente del Congreso, Gianfranco Fini, que anunciará oficialmente su retirada del Ejecutivo el próximo lunes.
Tras el anuncio de la retirada del apoyo a Berlusconi del MPA, el único miembro de esta formación en el Ejecutivo, el subsecretario de Infraestructuras y Transportes, Giuseppe Maria Reina, informó que mañana presentará su dimisión. En un comunicado, el MPA, uno de los fieles aliados de Berlusconi en estos años de gobierno, explicaron que “en el país existe un insoportable clima de ajuste de cuentas” y que “la presencia del partido en el Ejecutivo no se ajusta a los compromisos que se adquirieron con los electores”.
De esta manera, el primer ministro se encontrará este lunes con la dimisión del miembro del MPA y de otros cuatro hombres de Fini, entre ellos el ministro de Políticas Comunitarias, Andrea Ronchi.
Pero, sobre todo, en la próxima moción de censura que tendrá que afrontar Berlusconi, y que ayer fue presentada en la Cámara de Diputados por el principal partido de la oposición italiana, el Partido Demócrata (PD), contra el gobierno de Silvio Berlusconi, con el apoyo del también opositor Italia de los Valores (IDV).
El líder del PD, Pierluigi Bersani, animó al presidente de la Cámara de Diputados y ex socio de Berlusconi, Gianfranco Fini, a que su grupo parlamentario Futuro y Libertad para Italia (FLI) apoye la moción. “Quiero creer que si se ejercita la coherencia de todos aquellos que piensan que esta fase está acabada, ésta es una ocasión para demostrarlo”, dijo Bersani. Igualmente el líder del IDV, Antonio Di Pietro, pidió el espaldarazo del FLI: “Obviamente la moción, para pasar, tiene que tener también el voto favorable de FLI. Si nuestra moción no les gusta, no hay problema, que presenten una ellos y nosotros se la firmamos”.
Todo parece indicar que la batalla que mantienen Berlusconi y Fini, desde que éste fue expulsado del partido gobernante Pueblo de la Libertad (PDL) el pasado 29 de julio, se trasladó al Parlamento, donde el ex socio de gobierno del mandatario cuenta con 35 diputados y 10 senadores, además de un ministro, un viceministro y dos subsecretarios en el Ejecutivo.
El portavoz del PD en la Cámara de los Diputados, Dario Franceschini, ha escrito al presidente de este hemiciclo, Gianfranco Fini, para que convoque de forma inmediata a los portavoces del resto de grupos y se establezca la fecha para la votación. La fecha es hasta ahora desconocida aunque puede ser fijada una vez sean aprobados los Presupuestos Generales del Estado (llamada ley de Estabilidad) tal y como pidió el pasado 8 de noviembre el jefe del Estado, Giorgio Napolitano, quien apeló “al sentido de la responsabilidad” y calificó su aprobación de “inderogable”, tras el exhorto de Fini a Berlusconi para que dimitiera o de lo contrario retiraría a sus hombres del Ejecutivo.
La plana mayor del Partido de la Libertad (PdL), tras tres horas de reunión, levantó una verdadera muralla de protección alrededor de su líder y advirtió que no aceptará formar un nuevo gobierno “con otro premier”.
Para calmar los ánimos, el vocero del PdL en la Cámara de Diputados, Fabrizio Cicchitto, prometió que se verificará si el gobierno goza de la mayoría en el Parlamento y si se confirma el apoyo “se sigue adelante”.
Chichitto quiere que se respete el calendario y se vote primero la ley de presupuestos, “una prioridad en un momento de crisis económica” y postergar las votaciones de las mociones, lo que serviría a evitar elecciones anticipadas o la formación de un gobierno “técnico” con una duración limitada.
El semanario L’Espresso trajo ayer en la carátula una foto de la estatua del emperador romano Berlusconi que se desmorona, la cual refleja con una imagen la sensación que muchos observadores, politólogos y editorialistas han descrito: “El derrumbe de todo”. “El hundimiento de Pompeya. Las inundaciones en Veneto. La agonía de la mayoría, la economía paralizada, sin hablar de prostitutas y bunga (orgías). Hay que reconstruir Italia”, resume la revista.
Fuente: Página 12