Dijeron “¡Terminen el semestre!”, y nosotrxs, asustadxs, obedecimos. Pensamos lo peor, realmente esperábamos nada. ¿Una nueva marcha masiva? Parecía idealismo puro y duro. El vaticinio fue claro y erróneo, porque yo vi cuadras y cuadras de gente. ¿Muertos? Nicagando.
Hace unas semanas todo parecía venirse abajo, los ánimos parecían decaer, las ideas desaparecer, pero descubrí que estábamos equivocadxs, nos demostramos a nosotrxs mismxs que somos miles y tinimo rabia, no miedo ni estamos desgastadxs. A la calle salió y salió gente, como en ese Agosto remecido por nuestra fuerza y nuestros lazos, más fuertes que nunca.
Ya todo es diferente, se respira otro aire y lo que este año ha sucedido es parte de nuestro cuerpo como nunca antes. Todo lo discutido, todo lo aprendido, todo lo crítico que hemos recibido y entregado es el fiel relato de esas ansias que todxs tenemos porque todo sea diferente. Ese anhelo, estoy seguro, nunca cambiará.
Somos parte de una gran historia que no ha acabado, que no debe acabar. Somos parte de un movimiento social amplio, diverso y con un espíritu grande. Me enorgullece formar parte de esto, que no nació el 2006 si no antes. Que no ha muerto un 2011 ni lo hará, porque se extiende más allá de lo que podamos imaginar. Somos actores y actoras, transformadorxs de la realidad.
Este 29 de Septiembre pasado me levanté con ansias. Nervioso, de hecho. No esperé lo que sucedió, no esperé sentirme así, pero todo se me revolvió cuando me puse a pensar que durante todo el recorrido, no hubo ningún momento en que no me sintiera revitalizado, ningún momento en que no estuviera admirado por algún despliegue de creatividad, ningún momento en que dejé de recordar que en la calle se hace la historia. Luego de varias marchas, recordé que lo mejor de ellas es que se expresa concretamente que nuestra exigencia es algo distinto, pues lo queremos con tantas ganas que la marcha en sí representa todo aquello que queremos vivir: carnavales, alegrías, colores, gritos, sonrisas, solidaridad. Son tan grandes nuestras intenciones de que todo de un vuelco que lo expresamos todo en esas calles. Siempre escucho gritos nuevos, consignas que no me sabía, banderas que no había visto y por supuesto nunca olvidaré al nuevo frente, el Frente de Pitos Unidos (“¡Atencióoooooon todos los pitooooos!”). Eso y muchas cosas más encuentro todas las marchas, todas las veces. Perdermelas, nunca más. Luego de todo lo que hemos avanzado, no podemos retroceder.
Quedan puntos por pelear, quedan cosas que decir y hoy es el momento. Siempre lo ha sido, solo que hoy muchxs lo sabemos. No lo olvidemos, no olvidemos al minusválido que nos acompañó, no olvidemos al chofer que tocó la bocina en señal de apoyo, no olvidemos a la gente que aplaudía nuestra gran fiesta callejera, no olvidemos a esas batucadas que resonaban en nuestro pecho, no olvidemos a esos gigantes monos que nos acompañaron durante todo el camino, a esos compañeros y compañeras que hicieron la marcha más agradable, a lxs fotografxs, a lxs detenidos, a Manuel, al Darío Salas, a Chiloé, a todos y todas quienes han hecho de esto un gran espacio de unión.
De hecho me alegro de saber que esta gran crítica a la educación se ha vuelto un mirador para muchos y muchas. Es desde aquí que nos hemos encontrado con todxs aquellxs que sentíamos que algo andaba mal, con quienes lo sospechaban y otrxs cuantxs que estaban más o menos seguros de ello. Es desde aquí que al conversar nos fuimos dando cuenta que para cambiar una partecilla del sistema hay que cambiarlo entero, que no se puede mejorar la educación si no se mejoran otras partes de la estructura social, que esas otras partes son parte también de otras vigas, y que estamos de pie sobre un piso que, luego de varios años de falsa estabilidad, comienza a ceder porque nunca nos ha sostenido. Es el sistema social chileno completo el que huele feo, y está en nuestras manos (más bien siempre lo estuvo) construir uno nuevo. Me alegro de poder compartir el fondo de todo este asunto con ustedes. Me alegro que concordemos en ello y me alegro más aún cuando nos damos cuenta que diferimos en la forma, porque si no somos diferentes, no somos pueblo sino soldados. Es gracias a nuestras diferencias que nos hemos enriquecido, y me alegra saberlo así.
Un abrazo para todos y todas, un gran ¡Vamos compañerxs!, que queda por recorrer y no podemos hacerlo si no es juntxs. Porque hoy es la educación, mañana será la salud, el día próximo será vivienda, y tal como nos apoyan trabajadores y trabajadoras, deberemos apoyarlxs también cuando sea su momento. El momento de todxs.
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