[resumen.cl] Nubia Muñoz es una investigadora colombiana, trabajó durante décadas en la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de Lyon, donde desarrolló un trabajo que fue clave para descubrir que la infección por el virus del papiloma es causa del cáncer de cuello uterino y poder concebir una vacuna, lo que le valió una nominación para el Nobel. En una entrevista, asegura que el "movimiento anti-vacunas" la entristece, pues ve "que la ignorancia está privando a muchas de las mujeres de aprovechar esta oportunidad” de prevenir este cáncer.
La destacada investigadora médica Nubia Muñoz desarrolló gran parte de su carrera en la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) de Lyon, en donde los frutos de su trabajo han sido determinantes para establecer que la infección por el virus del papiloma humano (VPH) es la “causa principal y necesaria” del cáncer de cuello de útero y, por tanto, esenciales para que el desarrollo de las vacunas que previenen el 70% de esta patología que afecta en el 80% de sus casos a mujeres en países con estadísticas en la materia.
En una entrevista con El País de España, desarrolló una serie de reflexiones en cuánto a la investigación científica y su área de trabajo. Respecto a su postulación al Nobel asegura que: “La Asociación Internacional de Epidemiología nos postuló a mí y al investigador alemán Harald zur Hausen. Finalmente yo me quedé fuera porque decidieron premiar juntas dos categorías que no tienen nada que ver, el virus del papiloma y el virus del sida, y en el Nobel no puede haber más de tres ganadores por categoría, así que se lo llevaron él y dos franceses por sus avances en el sida”, resume, antes de aclarar que no vivió el episodio con amargura. “Me postularon y para mí eso fue suficiente. Fue fantástico para Colombia y para las mujeres. En ciencia se tiende a individualizar, pero los logros son colectivos. Tienes que tener la colaboración de un gran equipo para obtener resultados”.
Además, reivindica que no quiere verse reducida a “la investigadora del virus del papiloma humano”. En su larga trayectoria ha dedicado esfuerzo al cáncer de cuello uterino, pero también al de hígado y al de estómago. “Precisamente porque tenían una incidencia mayor en países pobres. Yo me hice patóloga porque quería ayudar a la gente”. Y señala que sus investigaciones también fueron clave para entender el papel de los virus de la hepatitis B y C en el cáncer hepático. “En África, a mediados de los ochenta, realizamos el primer ensayo para determinar si la inmunización de recién nacidos con la vacuna de hepatitis B podía prevenir 30 o 40 años más tarde el cáncer de hígado y es un ensayo que prosigue en Gambia. Vacunamos a unos 100.000 niños y otros 100.000 no vacunados fueron grupo de control. Ahora ya se cosechan los frutos”.
Muñoz dejó en 2001 su puesto en la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer. Pero, subraya, “un investigador no termina nunca”. Por eso no le costó jubilarse. “Desde entonces sigo activa, trabajo en casa y hago lo que me apetece. Nunca consideré que lo mío fuera un trabajo: me molestaba la lentitud administrativa, pero realmente investigar era un placer”. La vacuna del virus del papiloma humano apareció en 2006, uno de los días más emocionantes de su carrera. “Otro muy importante para mí fue cuando al fin se introdujo en Colombia”, precisa. En 2012, se introdujo la vacuna del VPH en el programa nacional de inmunizaciones colombiana “Pero en 2014, en una escuela de un pueblo del interior, 15 niñas se desmayaron, sufrieron convulsiones, dolor de cabeza, manifestaron problemas para respirar y se acabó corriendo la voz de que debía de ser por ‘la vacuna del papiloma’. Luego se demostró que no era así, pero el daño estaba hecho y la conclusión es que, aunque el programa sigue, la cobertura bajó del 85% al 17%”, lamenta. Estaba preparada para asumir que, al ser una vacuna cara, los países pobres no pudieran pagarla, asegura, pero jamás pensó que tendría que enfrentarse a los antivacunas. “Ha sido una sorpresa total. Mi carrera me ha dado mucha satisfacción, pero ahora debemos lograr que la vacuna se utilice como se debe utilizar. Cada dos minutos muere una mujer en el mundo a causa del cáncer de cuello uterino. Me entristece ver que la ignorancia está privando a muchas de ellas de aprovechar esta oportunidad”.
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