Preocupación y escepticismo; así se puede resumir el balance que deja el discurso presidencial en materia de educación. Las expectativas generadas con los anuncios que haría por cadena nacional el presidente Piñera fueron completamente defraudadas. No dijo nada relevante que apuntara efectivamente a resolver las demandas específicas que durante las ultimas semanas han levantado los estudiantes universitarios y secundarios de todo el país. Demandas que han sido asumidas como propias y legítimas por amplios sectores ciudadanos que han manifestado en las calles su respaldo a estas exigencias de reformas y transformaciones de fondo en la educación.
Las demandas de los estudiantes se sintetizan en cuatro grandes puntos.
1) Acceso con equidad, calidad, integración y heterogeneidad social a la educación; rechazo a la PSU como mecanismo de selección universitaria por su carácter regresivo y discriminatorio; creación de mecanismos complementarios de selección y acceso a las universidades; asegurar la calidad académica de las instituciones de educación superior, esto por el ineficiente y dudoso mecanismo de Acreditación Universitaria vigente.
2) Aumentar el financiamiento público en educación superior, sin que ello suponga restar financiamiento a otros sectores de la educación o a otros sectores sociales, sino mediante mecanismos de financiamiento extras como una reforma tributaria, reducción del presupuesto de las fuerzas armadas, o renacionalización del cobre, entre otras alternativas. Asegurar la existencia de aportes basales de libre disposición para financiar costos reales y de desarrollo de las universidades estatales; crear un fondo de revitalización para universidades tradicionales; reestructuración integral del sistema de becas y ayudas, de modo de terminar con el sistema de endeudamiento familiar que hoy se impone como mecanismo de solución con el uso abusivo del crédito con aval del Estado; eliminación del Aporte Fiscal Indirecto; exigencia de responsabilidad del estado en la formación técnica a través de sus instituciones; validación por todo el año y por todo el territorio de la Tarjeta Nacional Estudiantil (TNE).
3) Democratización del sistema estudiantil; derogación del decreto ley 2010 que prohíbe la participación democrática en las universidades; participación triestamental en elecciones y decisiones; libertad de expresión, de cátedra y de asociación para estudiantes, docentes y trabajadores de las instituciones de educación superior.
4) Fin al lucro; exigir la aplicación del espíritu y de la letra de la ley que prohíbe el lucro en la educación, poniendo término a los negocios de fachada y palos blancos que usan para burlar la ley y obtener jugosas utilidades con el estudiantado universitario; eliminar el actual sistema de Acreditación Universitaria porque ha sido este mecanismo el que ha facilitado la creación del mercado de la educación superior.
Por su parte los estudiantes de enseñanza media exigían tan solo tres cuestiones centrales. Enseñanza estatal gratuita y laica, poniendo fin a la municipalización y privatización de la enseñanza; gratuidad y financiamiento durante todo el año de la TNE; mejorar la calidad y apresurar la reconstrucción de los colegios afectados por el terremoto y maremoto del 2010.
La resolución de todas estas cuestiones supone una reforma profunda y seria del actual sistema educacional chileno. Nada de eso estuvo presente en el discurso y anuncios del mandatario.
Da la impresión que el discurso presidencial estuvo dirigido a dar respuesta, a tranquilizar, a los sectores empresariales y mercantiles que tienen sus intereses puestos en el lucrativo mercado de la educación y que veían con preocupación las revueltas ciudadanas del último tiempo; no por nada, previo a sus anuncios, el gobernante fue visitado por la plana mayor de la UDI que fue a establecer que se podía y no se podía decir. El presidente tranquilizó con sus “soluciones” a empresarios y aliados políticos: va haber un fondo disponible de 4.000 millones de dólares y van a poder “transparentar” el lucro, es decir, legalizar el robo y la inmoralidad que ahora están cometiendo, lo que debe haber dejado muy contento y tranquilo al ministro Lavín y unos cuantos más.
Estos empresarios saben que esos 4000 millones de dólares representan el doble de lo que hasta ahora se han embolsado en las universidades privadas mediante el jugoso mecanismo del Endeudamiento Estudiantil con Aval del Estado; eso explica tanto afán y tanto interés de los gobernantes para que los estudiantes reciban directamente los créditos y escojan libremente donde matricularse. Es decir, escojan donde endeudarse porque ya con la matrícula hecha el Estado financia, el empresario se embolsa la plata, y el estudiante se encalilla por sécula seculorum, para toda la vida, porque con los intereses y reajustes y las trampas y la letra chica le cobrarán hasta que estén dentro del cajón. En definitiva, determinar quién terminará beneficiándose de estos créditos, quien terminará profitando de los recursos del Estado, queda dilucidado con la promesa de rebajar la tasa de interés de los créditos estudiantiles de un 5,8 a un 4% y con el anuncio de crear la Superintendencia de Educación (Las Superintendencias regulan el ejercicio de mercado de las sociedades privadas; eso cuando lo hacen y no hacen vista gorda como ocurrió en el caso La Polar). Claro que el presidente Piñera, luego de su discurso, tranquilizó también a los estudiantes deudores y morosos, actuales y futuros: “al momento de egresar también van a poder reprogramar, no al estilo La Polar, sino que todo lo contrario, bajando sus tasas de interés”, dijo en declaraciones vertidas a un programa de televisión. Está clarito: los estudiantes son una mercancía.
Pero eso no es todo. Además de “blanquear” el lucro, el presidente les prometió a los empresarios de la educación que se les va a aplicar impuestos sobre las utilidades que obtengan en el mercado de la educación. Esto es un aviso. Eso significa que las universidades privadas, institutos, etc. dedicadas a lucrar con la educación de ahora en adelante comenzarán a tener su contabilidad en rojo, a no declarar utilidades, y de esa manera hacer lo que siempre y mejor hacen los empresarios: evadir impuestos. Este cuento es viejo y repetido; esta práctica de las utilidades en cero es lo que ha posibilitado el gran robo que las impresas mineras le hacen al país. No hay salud; si los llamados a defender y cuidar los intereses del Estado son los que posibilitan y facilitan el robo, es difícil predecir hasta cuando tendremos paisito.
¿Y los estudiantes secundarios? Como si no existieran. La única alusión presidencial a las demandas de los secundarios fue su anuncio de buscar una nueva opción de administración de los liceos municipales, pero sin enunciar en qué consistirá esta nueva opción de administración. ¿Significa privatización? No es descartable ¿Significa sacarlos a remate? ¿Significa cederlos en concesión como lo hacen con carreteras y casinos? Es lo más probable, porque lo único seguro de las palabras del presidente es que la exigencia de los secundarios (estatización o administración del Mineduc) no tiene espacio y cabida con los actuales gobernantes.
Mientras las cuestiones del endeudamiento estudiantil y del lucro mercantil no se eliminen, no puede hablarse de mejoras, o cambios, o reformas o transformaciones en el sistema de educación actual. Mientras el acceso libre y gratuito a la educación pre-escolar, básica y media no esté realmente garantizado por el Estado, no podrá hablarse de avances en la educación. Mientras estas cuestiones no se aborden, no hay respuesta ni soluciones a las demandas de los estudiantes chilenos. En los anuncios del presidente Piñera hubo mucho humo y poca claridad. Prometió aumentar en 40 mil las becas para establecimientos técnicos y profesionales, pero, sin regulación de por medio ¿a quién van dirigidas estas ofertas? ¿ a los estudiantes o a los empresarios del rubro? Prometió otorgar becas de educación superior al 40% de alumnos más vulnerables con mérito académico, pero ¿dónde podrán matricularse estos alumnos si el mercado de la educación superior los contamina con publicidad engañosa? El país ya está plagado de ejemplos de alumnos estafados, engañados y burlados por estos mercaderes. Parece ser que se ha llegado a un punto muerto, a un callejón sin salida, a un ¡sálvese quien pueda!.
Darío Núñez, Resumen
06-07-2011