[resumen.cl] En escenas de la campaña de pre-lanzamiento del documental “Atavica” se pueden ver pastores que se mueven por grandes distancias y recolectores marinos. Estas son prácticas ancestrales en el territorio y de esto trata el documental, cuyo nombre "Atávica" hace alusión a ciertas características que los seres vivos toman de su pasado, y en el caso de los humanos, su dimensión histórica, cultural y evolutiva. Tanto el pastoreo y la agricultura de base familiar-comunitaria por un lado, como la actividad humana de recolectar y desplazarse, migrar nómade por la tierra o la mar, son algunas de las imágenes vivas que nos muestra este documental ambientado en el desierto semiárido del norte de Chile.
Según sus realizadoras “Atávica” es un documental etnográfico que retrata ciertos modos de vida ancestral que aun perduran en la Cuenca de Los Choros en el norte semiárido de Chile. La pieza audiovisual pretende ser una herramienta para comunicar la necesidad de preservar la cultura y el ambiente en torno a Punta de Choros y la Reserva Marina Archipiélago de Humboldt, una zona con una alta riqueza y diversidad de especies.
Atávica es un proyecto de largometraje documental que se plantea desde la etnografía y el cine experimental. Es realizado por la productora CineDisidente y musicalizado por Pachakuty, además de contar con el apoyo en sonido de Ulerenke Producciones.
Desde hace casi dos años la producción es realizada de forma autogestionada, pero sus realizadores y realizadoras también estiman necesario recaudar fondos para su finalización. Por eso han planteado una campaña de recaudación de fondos o crowfounding que pueden visitar aquí.
Para mayor información del proyecto pueden visitar su sitio web o ver su Teaser en FacebookLa necesidad de mirar hacia el pasado para encontrar respuestas ante los impactos socioambientales del capitalismo
Vivimos tiempos de desorientación ante los impactos del sistema capitalista global en la biosfera. Millones con hambre, sed, enfermedades, pérdida de sus actividades de subsistencia, pobreza y guerra descarnada o de variable intensidad. Por otro lado, amplias capas de la población en países desarrollados y en desarrollo están teniendo acceso a bienes materiales que nunca antes habían podido soñar, y aún así, esa población parece cada vez necesitar más y no necesariamente ser feliz con lo que tiene. Junto con este desarrollo tecnológico y material las divisiones por clases sociales, el racismo y el patriarcado se mantienen. ¿Por qué vivimos tal contradicción? La reproducción de la sociedad tal como la conocemos necesita de un volumen desconcertante de extracción de recursos, de destrucción y transformación de los ecosistemas que mantienen la vida en la tierra. El colapso de múltiples sistemas productivos en ecorregiones completas podría ser una realidad en las próximas décadas venideras. Millones de humanos y animales ya padecen el sufrimiento por la imposibilidad de satisfacer sus necesidades básicas para sobrevivir y muchos millones más están afectados por problemáticas ambientales de diversos tipos que inciden de forma determinante en su calidad de vida. Iniciativas para cambiar esta realidad han sido, cuando no aplastadas, dispersas o aisladas. Una parte de la población mundial intenta simplemente sobrevivir, otras partes se acomodan de forma variable siendo cómplices del despojo, mientras una minoría domina despóticamente a costa de la dominación de la biosfera. Son pocos y pocas humanas que practican formas de vida a contrapelo del dominio y la domesticación. Y es que no es fácil nadar contra la corriente del sistema. Porque ante una crisis civilizatoria las preguntas son muchas y las respuestas pocas.
¿En dónde podríamos buscar alguna ayuda para salir de esta situación pantanosa? Una idea es volver a mirar las formas tradicionales de subsistencia. Aquellas formas de vida ancladas en lo ancestral, prácticas humanas enraizadas en una conexión cotidiana con la tierra y la mar y que sea viable para mantenerse en el tiempo.
Volver la vista hacia las comunidades y personas que que hasta el día de hoy con sus actividades y oficios mantienen abigarradas costumbres en mayor sintonía con sus entornos podría ser un antídoto para superar la desconexión congénita que vivimos hoy la mayoría de los humanos y humanas de este planeta. En este rumbo parece encontrarse el documental Atávica, el cual según sus realizadores “es el retrato de un tiempo presente que nos evoca el pasado, el mundo de las prácticas ancestrales y con una relación más cercana con la tierra y la mar, en una cultura de pescadores, campesinas y crianceros en los pueblos de Los Choros y Punta de Choros. Un territorio con una alta biodiversidad y extraordinaria belleza, amenazado hoy por iniciativas extractivistas como la megaminería y las instalaciones portuarias, específicamente por los proyectos Minera Dominga y Puerto Cruz Grande”.