Por Paulina Barrenechea VergaraDurante el año 2017, los montajes “Prometeo Nacional” y “Con(cierto)deseo”, pusieron en la escena teatral regional (Bío Bío) y nacional, no sólo temáticas urgentes de ser abordadas hoy, sino que también parte de lo que actualmente se define como una dramaturgia situada, con proyecto político, escritura femenina en sus modos de hacer y producir.
La Obra, compañía penquista con larga trayectoria en el sur de Chile, viene desplegando piezas dramáticas que se definen por una toma de posición frente a la violencia política y de género; desde una mirada que cruza lenguajes escénicos y que no le teme a la intercodicidad. Entre otros elementos significativos, se han dado a la tarea de relevar saberes de la oralidad, como el repertorio tradicional campesino y la décima, para abrir un canal de relaciones para el teatro y las comunidades que se acercan a él. Ambas obras activan gestos de archivo en escena – a través de lo sonoro en Con (cierto) deseo y siendo más explícito en “Prometeo Nacional”- volviendo porosos los límites entre los y las intérpretes y el público. La propuesta es girar la forma tradicional de contacto entre espectadores y el arte escénico, generando, a partir de los textos dramáticos, una experiencia de diálogo y toma de conciencia, sobre todo al finalizar cada montaje. Todo el elenco se vuelve mediador al abrir un espacio de conversación sobre las puestas en escena, los procesos involucrados y las problemáticas que abordan en torno a los derechos humanos y el respeto a la diversidad.
La dramaturga y directora de las piezas teatrales reseñadas es Gisselle Sparza (1976). Una muestra de los más de diez textos dramáticos que ha escrito. De ellos, ocho ha logrado montar. Profesora de inglés de profesión, tiene estudios en actuación y un magíster en dramaturgia de la Universidad Nacional de las Artes, Buenos Aires.
Actualmente, se dedica en forma independiente a la compañía de teatro e imparte diversos talleres en establecimientos educacionales públicos bajo la ley SEP y en el marco del Programa Acciona del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. En estos momentos, está girando por tres regiones de Chile (Maule, Araucanía y Bio Bío) con el montaje “Prometeo Nacional”, obra inspirada en la trágica inmolación de Sebastián Acevedo durante la dictadura. Con este montaje tiene agendadas, también, funciones en el Teatro Regional del Bio Bío y el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos en Santiago.
Encontramos a la escritora en una pausa de su agenda para una entrevista que, además, coincide con la noticia de su próxima participación en la 11º Women Playwrights International Conference, cuya sede será la ciudad de Santiago, en el mes de octubre. Su mirada sobre la escena de la dramaturgia femenina regional y nacional funciona como un observatorio actual de las prácticas artísticas contemporáneas.
¿Cómo ha sido tu experiencia como escritora, más específicamente, como dramaturga en un contexto regional?
“Ha sido buena, pero yo creo que ha sido buena porque yo escribo y, luego, monto lo que escribo. A veces me pregunto, ¿qué pasaría si yo escribiera y la obra estuviera disponible para que alguien más la montara? No sé si alguien estaría interesado(a). Y no lo digo pensando en la calidad de lo que escribo, sino que en el interés que impulsa a las compañías de teatro regionales que no cuentan con dramaturgos(as) en sus equipos, que por lo que he observado, se orientan mucho más por textos escritos por autores extranjeros o santiaguinos que por textos locales, súmale a eso que son textos escritos por una mujer. Entonces, pienso que mi experiencia ha sido buena, pero porque yo he tenido la posibilidad de poner en escena mis propios textos. No me gusta dejar las cosas sólo por escrito. Creo que si una escribe algo en teatro es para que luego tome cuerpo en la escena, sino la siento como incompleta”.
En octubre estarás participando en la onceava versión de la conferencia internacional de mujeres dramaturgas, ¿De qué se trata este encuentro y cómo se gesta tu participación?
“Este es un encuentro que se viene realizando desde hace mucho tiempo, cada dos años, en distintos puntos del planeta. La primera fue en Estados Unidos y, desde entonces, ha tenido distintas versiones en Suecia, Sudáfrica, entre otros. Este año le toca a Chile ser la sede. El año pasado abrieron una convocatoria y yo postulé para mostrar una obra y, también, postulé con un texto. Finalmente, quedamos con la muestra de obra. Estamos muy contentas porque el montaje que va es “Con-cierto deseo (concierto teatral para voces femeninas)”, que tiene un elenco de sólo mujeres. Yo, en la dramaturgia y dirección, Javiera Hinrichs como intérprete y compositora musical, Francisca Díaz como actriz y Marta Fernández, que es la técnico. Hay una consecuencia ahí que me gusta mucho”.
En ese contexto, ¿Qué temas y prácticas definen tu trabajo como escritora y directora?
“Suelo escribir de aquellas cosas que tienen un cruce con el acontecer social, político e histórico del lugar donde estoy. Para mí es fundamental obtener mucha información de campo antes de escribir. Yo pienso que ese momento es como preñarse y dejarse permear por mucha información que nos llega sobre el tema que a una le inquieta, y conectarse con las emociones que generan las historias visitadas. Cuando escribo está super marcado también el uso de la poesía, pero intentando ir a la desconstrucción del lenguaje. Cómo algunas cosas que en lo cotidiano significan A, cuando lo ponemos en el escenario significan Z. Y en esa deconstrucción lo sonoro se vuelve super importante, porque a medida que voy escribiendo el texto voy creando ciertos ritmos, ciertas “melodías”, comienzan a surgir ciertos pulsos para distintas escenas. Esos ritmos y melodías dialogan con el cuerpo de los intérpretes al momento de llevarlo a la escena, esto implica que pueden haber ciertos cambios a esa primera propuesta, y eso es lo interesante para mi, considerando también la búsqueda que hacemos en el cruce de diversos lenguajes. En base al texto original ponemos a conversar teatro, música, danza, artes visuales. En este sentido, para mí es relevante el trabajo del intérprete como autor o autora. Como tengo la posibilidad de montar lo que escribo, cuando los y las intérpretes se encuentran con el texto, éste vuelve a la mesa para ser modificado considerando lo que ellos y ellas me entregan. Hay cosas que desaparacen, hay cosas que se dicen con el cuerpo y el sonido, entonces, también me alimento de ellos. Son coautores y coautoras de la obra final”.
Desde tu experiencia como mujer creadora, ¿Crees que la variable de género impacta en tus procesos de obra?
“Yo creo sí. Una es medida por una vara distinta. Y eso lo he sentido acá en Chile, en el medio donde me he movido, pero también lo he sentido en el extranjero. Alguna vez tuvimos la posibilidad de estrenar una obra en Francia, y mi experiencia es que incluso la relación con la gente y con los elencos es distinta cuando una es mujer. A priori se nos cuestiona más y se esperan cosas distintas de nosotras. Por el sólo hecho de que eres hombre, pareciera ser que las decisiones que tomas a priori son vistas como acertadas, no se cuestionan. En cambio, a nosotras, las mujeres, pareciera ser que tenemos que estar demostrando constantemente el por qué y para qué de nuestras decisiones, tenemos menos derecho a perdernos, a equivocarnos, porque eso se toma como una “falta de carácter”. En ese sentido, yo he sido un poco rebelde con estas expectativas, y de hecho defiendo mi derecho a explorar, a no tener miedo a “no saber”, a no tener todo claro, de hecho creo que una característica de mi visión de las artes es que es un espacio para darte ese derecho…a pesar de que la mayoría de mi trabajo lo hago con mis textos, siempre le digo a mi elenco que yo no tengo todas las respuestas y tampoco quiero tenerlas. Quiero que en conjunto vayamos descubriendo el texto y lo que trae”.
Como escritora has obtenido algunas subvenciones para desarrollar tu trabajo en dramaturgia, ¿cómo ves el escenario para las mujeres artistas en términos de apoyo y acceso a la cultura?
“Me da la sensación de que cuando se hacen concursos públicos, pareciera ser que todos somos iguales, que da lo mismo si eres hombre o mujer, porque lo que pesa ahí es el proyecto y cómo lo lo expones. Ahora bien, si es un proyecto autogestionado, esos que una impulsa sin ayuda financiera estatal, creo que resulta más difícil para nosotras conseguir auspicios. No he tenido mucha experiencia en ese campo, pero mi sensación es que nuevamente se nos cuestiona más, tenemos que demostrar que somos capaces, que nuestro trabajo es serio, que estamos seguras de lo que hacemos.”
¿Qué faltaría para hacer menos visible esa brecha?
“Nos falta mucho a nivel local y nacional visibilizar nuestro trabajo. Hay redes interesantes como Lápiz de Mina, pero todavía falta empoderarse más. Organizarnos nosotras mismas como lo hace Ángela Neira con los ciclos de conversación de Mujeres de Puño y Letra en Concepción. Creo que se podría armar una red interesante entre mujeres dramaturgas y directoras locales. Ahora igual una se pone media exquisita, no porque el trabajo sea de una mujer automáticamente me va a gustar, pero eso no es lo relevante, independiente de si me gusta o no, creo que debemos articularnos, conocernos, generar un movimiento, como mujeres debemos tener una posición política frente al teatro…lamentablemente no todas la tienen y eso va impidiendo articular algo con la fuerza que se requiere.”