Ecuador: ¡Lenin presidente!

Y se dio la segunda vuelta. Una segunda vuelta difícil no solo por los conflictos internos sino porque se hacía con la sombra del “autogolpe” venezolano. La derecha ecuatoriana metiendo miedo con el cuco de Chávez. El pobre ya está muerto y sigue penando en el Pentágono. Competían, por un lado Lenin Moreno (hay quien dice que si en el 17 Lenin no ganó una elección es porque no era moreno) y por otro el conservador Guillermo Lasso.

Por Daniel Mathews / Resumen.cl

La caída de los precios de los commodities en el 2013 marcó el final del periodo Correa. Ante la imagen y discurso agresivo que ha caracterizado el perfil del presidente Rafael Correa, el elegido como su sucesor es un hombre de talante conciliador y amplio sentido del humor.

Correa se enfrentó con fuerza a movimientos sociales y organizaciones populares, principalmente indígenas y ambientalistas, porque su proyecto, como todos los del “progresismo latinoamericano” estaba basado en el extractivismo. La persecución a líderes comunitarios -principalmente indígenas-; la disolución/ilegalización de algunas organizaciones sociales; la represión sobre diversas movilizaciones reivindicativas y la militarización de territorios en resistencia contra las políticas extractivistas, han conllevado a una ruptura total entre organizaciones sociales y políticas de la izquierda no clientelar y el Estado. El proyecto de Correa nunca supuso socialismo ni del siglo XXI ni de ningún otro siglo o milenio. Si los precios de las materias primas suben el gobierno puede tener programas asistenciales. Claro, el problema es cuando bajan.

Moreno tenía dos fuerzas. Por un lado había liderado uno de los programas asistenciales más poderosos. La misión solidaria Manuela Espejo, programa mediante el cual se realizó el primer diagnóstico de la situación de los discapacitados en Ecuador, complementándose mediante ese programa un subsidio mensual de 240 dólares a las familias afectadas para el cuidado de personas con limitaciones severas. Por otro lado, no estuvo en Ecuador durante el periodo de mayor desgaste del correismo. Se fue a trabajar a la ONU justamente como Secretario de Naciones Unidas sobre Discapacidad y Accesibilidad.

La otra fortaleza de Moreno era la propuesta de Lasso. Arropándose bajo el manto de un “necesario” cambio de rumbo para el país. El cambio debía suponer mayores facilidades para la inversión privada, lo que siempre es una buena forma de decir que se acababan con los programas sociales, se achicaban derechos y salarios, se eliminaba impuestos a los de arriba para que la crisis la paguen los de abajo. Pero justamente el rechazo de ese programa es lo que llevó a Correa al gobierno. En realidad sin el desgaste del gobierno no se explica que haya segunda vuelta. En las elecciones pasadas no la hubo.

Un Lenin conciliador

A estas fuerzas le tuvo que añadir un fuerte espíritu conciliador que rehiciera la alianza entre la izquierda gubernamental y la de las calles. De curar o no las heridas dependía el triunfo. Y lo logró. Poco a poco se fue viendo como los activistas sociales que llamaban a votar nulo o que incluso proponían votar por la derecha fueron cediendo y reconociendo que el correismo puede ser malo, pero no es lo peor.

No solo eran los activistas los que pensaban votar por la derecha. Lo que cuenta más es el hombre de la calle, ese que saca a pasear a su perro o va a comprar pan sin pensar en cómo irán las cosas. Pero cuando a un gobierno le va mal vota, por “sentido común” por la oposición.

Nunca estuvo la derecha tan cerca de recuperar el gobierno. No es raro por eso que Lasso no reconociera el resultado, dijo que los delegados de su alianza van a presentar las objeciones al Consejo Nacional Electoral (CNE) en todo el país y llamó a sus seguidores a salir a protestar. “No podemos permitir un fraude”, sostuvo.

Pero el “sentido común” se ha roto. Como dice Alejandro Fierro, del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), “Ecuador ha demostrado que tiene memoria. Por una parte, una memoria de más largo alcance que tiene bien presente los efectos devastadores del neoliberalismo en décadas pasadas, con su legado de pobreza y desigualdad y un éxodo migratorio que todavía es una herida lacerante en lo más profundo del país. El candidato de la derecha, Guillermo Lasso, es considerado uno de los responsables del “feriado bancario”, una quiebra en cadena del sistema financiero que supuso para miles de personas la pérdida de sus ahorros. El electorado dejó claro que no quiere volver a aquellos tiempos”.

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