En un nuevo ataque a la economía de las clases trabajadoras chilenas, ya es un hecho que el alza en las cuentas de la electricidad se producirá en los meses venideros. Existe consenso entre los partidos políticos que no se debe prorrogar este aumento adquirido por un acuerdo legislativo durante la pandemia de COVID-19 por la administración de Piñera, quien congeló los reajustes a las cuentas de luz con el compromiso de reactivarlo (pagando un costo por la moratoria) una vez acabada la emergencia.
Pues bien, este jugoso negocio para las eléctricas ha sido refrendado por el sistema político, incapaz de detener este chantaje empresarial sobre las familias chilenas, a quienes se les impuso una deuda que no pidieron y que hará pagarán con un aumento de alrededor de un 25% en sus boletas.
Como es de costumbre, la discusión ha dejado indemne al empresariado nacional y transnacional responsable de este problema, centrando la cuestión en la disputa política en el congreso y repasando la responsabilidad del ejecutivo, en particular del ministro de energía Diego Pardow, apuntado como el responsable de la mala gestión en la prórroga del decreto o la búsqueda oportuna de un mecanismo de estabilización de los precios.
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Más allá de la pequeña batalla política, otra muestra más de la baja capacidad política e intelectual de nuestro sistema, lo realmente importante es la liviandad con la que tratan el problema, una subida de la electricidad en un país convocado a utilizar masivamente este tipo de energía dadas su excelente comportamiento ante las crisis ambientales y climáticas, mensaje que la sociedad chilena ha asumido cambiando sus aparatos y sistemas de manera creciente y mayoritaria.
De hecho el país ha liderado en cambiar su matriz de generación eléctrica a diversas formas de energías renovables no convencionales, haciendo que generemos más electricidad que nunca, la promesa de energía barata, incluso para ser exportada, fue motivo de campañas y defensas irrestrictas de la economía chilena, parece ser que nuevamente seremos carne de los negocios oscuros entre empresariado y política, como ya vimos con las AFP, Isapres y un sinfín de sectores privados que, coludidos con políticos sin ideas, solo hace de nuestra vida un infierno.
La guinda de la torta vino del mismo presidente de la República, quien nos ordenó pagas las cuentas y quien solo está dispuesto a subsidiar a los más pobres, el progresismo neoliberal hace abandono oficial de las clases trabajadoras, sabemos que eso tiene consecuencias y son muy peligrosas.