EDITORIAL | La monarquía del centralismo

Está más que claro y más que demostrado que la pandemia del coronavirus que desde hace ya seis meses afecta a nuestro país ha sido manejada de manera desastrosa por este Gobierno y por las autoridades de Salud en particular. Una de las deficiencias que ha caracterizado este desastre administrativo y sanitario, sin duda, ha estado en la adopción de medidas alejadas de la realidad de las comunidades, sin consulta con los representantes sociales, y con un criterio arbitrario de imposición absoluta de decisiones adoptadas por tecnócratas capitalinos. Dentro de este modelo de relación, el desprecio hacia las regiones, provincias y comunas alejadas de la capital cobra tintes de despotismo monárquico propio del medioevo. Una expresión trágica de este centralismo la hemos vivido en días recientes. El populista e irracional plan anunciado por el Gobierno en relación a las llamadas "Fiestas Patrias" denominado “Fondéate en tu casa” es una gravísima demostración de insensatez y reflejo evidente de los recurrentes métodos de escritorio metropolitano que utilizan las autoridades para la definición de sus medidas. En este caso específico, es un atentado a la seguridad y sanidad pública el que cometen los señores de palacio y un desprecio por la salud, la vida y los derechos de los provincianos. Por una parte, los efectos pandémicos y propagación masiva del SARS-CoV-2 aún se encuentran en pleno desarrollo en el territorio nacional. La extensión geográfica del país, las enormes diferencias urbanísticas y climáticas, además de las diferencias sociales estructurales de una sociedad basada en la desigualdad, han contribuido a que los procesos de desarrollo de la epidemia y de impacto de la enfermedad se hayan producido siempre en situaciones, condiciones y periodos diferentes a lo largo del país. Dato éste no menor, pero que ha estado ausente desde el comienzo de esta epidemia en las consideraciones de las autoridades nacionales, incluso dentro de la desigual realidad de la propia capital y de la Región Metropolitana ha quedado en evidencia esta falta de criterio en los gobernantes. No sin razón autoridades y organizaciones de diversas regiones, provincias y comunas del país, desde dirigentes sociales y gremiales hasta intendentes y alcaldes, han hecho sentir su malestar por este nuevo atropello en que incurren las autoridades de Gobierno al imponer arbitrariamente este populista plan dieciochero a comunidades y localidades que no están disponibles para someter a la población a una propagación explosiva y masiva de contagios, producto de los inevitables efectos nocivos que acarreará este despropósito del “Fondéate en tu casa”. Sin embargo, lejos de acoger los sensatos y atinados reclamos surgidos desde Concepción y la Región del Biobío, desde Punta Arenas y la región de Magallanes, desde Coquimbo y La Serena, desde Arica y desde diversas localidades del país, el Gobierno no sólo persistió en su absurdo sino que obliga a las autoridades locales a subordinarse callados a las disposiciones gubernamentales, cual si se tratase de edictos de un rey de la Edad Media. No obstante, tanto la presión de autoridades locales como de especialistas, les hizo echar pie atrás aunque solamente para las comunas en cuarentena. Puedes leer: Gobierno echa pie atrás: Comunas en cuarentena no tendrán permisos especiales para el 18 El señor Ministro de Salud, Enrique Paris, resulta ser tan obcecado y estúpido como su antecesor y, frente a la flagrancia de sus errores, antepone la autocracia de la administración en lugar de la autocrítica que requiere este asunto por no respetar las realidades regionales ni a las personas ni comunidades de las regiones. Recordemos que hace poco ofendió a una funcionaria de Punta Arenas, haciendo uso de la misma soberbia de su antecesor, solo que con otra cara. Soberbia que, en cualquier caso, no le alcanza a este ministro Paris para negarse a los desatinados y caprichos que le impone el presidente Piñera que en realidad es quien adopta las decisiones, sean las que le exigen los empresarios o las que se le antojan a su egolatría. Lo cierto es que esta administración ha llevado el uso del centralismo absoluto en las determinaciones de la vida nacional a niveles de abuso y despotismo, propios de su raigambre patronal y dictatorial, que prácticamente se convierten en un ninguneo y basureo de las localidades, comunas, provincias y regiones y una negación de sus realidades. Es más que probable que esta cuestión grotesca del centralismo monárquico sea desterrado en la nueva constitución con el diseño de un nuevo modelo administrativo y de un nuevo estilo de conducción de las funciones públicas. El problema es que el daño que están provocando las actuales autoridades con este abuso centralista lo estamos sufriendo ahora. No queda más que esperar a que la ciudadanía pueda impedir que los costos se transformen en la pérdida de más vidas humanas que las que ya ha causado la desastrosa gestión de la pandemia. Te puede interesar: Cierran Hospital de Emergencia de Arauco justo cuando ocupación de camas en la provincia alcanza niveles críticos De otra parte, el despropósito de las medidas gubernamentales se convierte en un desprecio y un atropello hacia los trabajadores y trabajadoras de la salud, de todos los estamentos y centros de asistenciales y hospitalarios. Precisamente a seis meses de iniciada esta pandemia, y luego de haber tenido que bregar mucho para obtener equipamientos necesarios y resguardos mínimos, luego de asumir enormes costos personales por el esfuerzo de trabajo, por las necesarias medidas de distanciamiento con sus familias, por el agobio laboral en condiciones materiales desventajosas, por el desgaste de una labor demandante, porque se han expuesto ellos mismos al flagelo del virus y sus consecuencias, porque ya son muchos los que también han perdido la vida en este esfuerzo, porque son cientos de ellos los que han debido sobreponerse a la enfermedad, en fin, por el intenso trabajo que han desplegado, merecen un mínimo de respeto. Y al menos ser escuchados. Por el contrario, no sólo no se les escucha ni se atiende a la situación objetiva de los trabajadores y trabajadoras de los centros de salud, sino que se les sobrecarga de trabajo, se les sobreexige esfuerzos y se les expone a un sobreriesgo del todo innecesario. Todo ello originado en el hecho de que las cosas no se están haciendo de manera adecuada por parte de los gobernantes. Recomendaciones y advertencias ha habido en todos los tonos y desde variados grupos de expertos/as y científicos/as, así como desde las propias organizaciones de los trabajadores y trabajadoras de la salud, pero sin obtener recepción alguna de las autoridades sanitarias. Este gobierno escucha sólo a los empresarios y a los vociferantes y matones de la derecha, en cambio al pueblo lo reprime y violenta. Este ministro de Salud sólo escucha a su patético presidente ¡Que increpa al virus para que se vaya del país! y lanza con fuegos de artificio un plan dieciochero destinado a multiplicar los desastrosos efectos de la pandemia. En este marco de situación, el coronavirus sigue propagándose y la enfermedad Covid-19 sigue causando estragos en la población, particularmente de los sectores habitacionales y comunas más vulneradas. Por otra parte, el centralismo excesivo y la ausencia de sentido de la realidad por parte de los gobernantes, son un aspecto recurrente constatado a lo largo de estos seis meses. Los escenarios y datos que han estado en la consideración de las autoridades para la adopción de las medidas de salud propiamente tal, en función de enfrentar la propagación del SARS-CoV-2, se han circunscrito a los estrechos márgenes de funcionarios burócratas y las oficinas de sus despachos capitalinos. Las únicas realidades sociales que parecen importarles son aquellas del especial y selecto submundo de las pocas comunas pudientes de Santiago, donde habita la burbuja del poder. Estas realidades son las que les importan y tienen en consideración para luego decidir medidas de salud que, con suerte, pueden ser aplicadas sólo en el limitado espacio de esas comunas privilegiadas, pero que difícilmente pueden ser aplicables en las comunas de los barrios populares de la propia Región Metropolitana, con mayor razón aún no son aplicables en las realidades de las regiones, provincias y comunas que nada tienen en común con la capital, menos aún con ese segmento de la arrogante oligarquía. La corona del virus parece ser llevada por una monarquía instalada en La Moneda. Este despropósito que significa el plan “fondéate en tu casa”, se inscribe en la misma lógica absurda con que el Ministro de Educación insiste en su estupidez de imponer al estudiantado del país la vuelta a clases presenciales. Con suerte, también, esta “vuelta” sólo puede ser aplicada excepcionalmente en las cuatro o cinco comunas privilegiadas de Santiago, y excepcionalmente en algún colegio elitista de provincia, pero no es aplicable en el Chile real. Este dato obvio no logra entenderlo un obcecado ministro que pareciera obstinado en priorizar otras cuestiones por sobre la salud de los educandos, de los profesores y profesoras, además del entorno inmediato de los involucrados. Lo mismo puede decirse del plan de desconfinamiento y de reapertura de cafés y restaurantes que están aplicándose en aquellas comunas que han ido saliendo de los períodos de cuarentena. Hemos visto que las zonas de privilegio son las únicas donde esa medida es aplicable. Pues la respuesta es la misma porque ese parece ser el único universo existente en las determinaciones de gobierno. Este populista despropósito también se inscribe en la misma lógica estúpida del “café” al que incitaba la señora Daza, o de la “cerveza” a que incitaba Mañalich en su momento, en sus afanes por imponer una forzada normalidad. El absurdo plan “Fondéate en tu casa” es una incitación a romper todas las precauciones y medidas de resguardo de la salud de la población. Hasta el nombre de este desventurado plan es del mismo estilo –populismo incluido- y parece ser concebido por el mismo genio de pacotilla que hace unos meses denominó “saludablemente” a un ridículo e inaplicable plan supuestamente destinado a prestar ayuda sicológica en pandemia. El Gobierno, con su estupidez como escudo, está promoviendo el aumento de los contagios. No le basta con la regular cuota de propagación irresponsable que generan grupos de cuicos pedantes en fiestas privadas en los barrios acomodados, no les basta con la permisividad con que toleran la fiestas clandestinas promovidas por individuos inescrupulosos en barrios tradicionales, no les basta con hacer vista gorda de las fiestas y actividades ilegales desatadas por grupos delictuales en barrios populares, ninguno de esos factores gatillantes de transmisión les parecen suficientes ni son considerados en las evaluaciones de estos también inescrupulosos gobernantes para adoptar sus macabras decisiones. Ahora promueven la masificación del contagio mediante la instalación de miles de fiestas por todas partes. “Fondéate en tu casa” es un eufemismo para decir “haz zambacanuta”, “tienes chipe libre”, “contágiate a gusto”, o en otras palabras, es una demostración palpable pero trágica de lo poco que le importa a los gobernantes la vida y la salud de la población. Este Gobierno es un irresponsable y esta medida es una acción criminal más, complemento de la acción represiva que desata invariablemente sobre la ciudadanía popular que se movilice contra este modelo. ¿Dónde están los representantes de la oposición política que no dicen nada frente a este nefasto y maligno albedrío en ciernes? ¿También están apostando al populismo de la zambacanuta? Luego de que el gobierno hubo dictado la imposición de que las personas afectadas con Covid-19 no podrán participar del proceso plebiscitario, es dable suponer que la pretensión de estos gobernantes sea causar el mayor número posible de contagiados imposibilitados de participación y, por esa vía, aumentar los márgenes de abstencionismo y reducir los porcentajes de ventaja del previsible triunfo de la opción “Apruebo” y Convención Constitucional el 25 de octubre próximo. Nada puede descartarse de un gobierno perverso, con un gabinete dedicado a fomentar el odio y a promover la opción antipopular, que vocifera neutralidad pero que no sólo practica un intervencionismo descarado sino que reprime brutalmente toda manifestación social pro “Apruebo” y utiliza a Carabineros para proteger las manifestaciones de su coalición. Resumen
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