Este 11 de septiembre, el del cincuentenario, es una fecha muy esperada, no por la cifra redonda que representa, más bien, el acento significativo está dado por conmemorarse con un Gobierno que cuenta con diversas izquierdas en su coalición. Por lo menos hasta aquí, es lo que pensábamos era esta administración hasta hace poco.
Pero ya desde hace meses, con las esperpénticas medidas preparatorias a cargo de personeros (Patricio Fernández) que poco tienen que ver con la fatídica fecha que sepultó décadas de fuerza popular organizada, se avizoraba una nueva bofetada a la histórica lucha por los Derechos Humanos, de los pocos referentes que mantienen la ética de la política.
A ello se le suma un Plan de Búsqueda de Desaparecidos y Desaparecidas que, sin recursos ni dirección clara, solo ha hecho enfadar a las organizaciones.
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Boric, a la cabeza de su coalición optó por valorar la democracia, convirtiendo esa idea como el eje conductor de esta conmemoración, creyendo -puerilmente- que con eso tendía puentes con las derechas y el centro político, si hasta se atrevió a desdecirse para incorporar a Sebastián Piñera, el represor de 2019, en sus oraciones republicanas, desdeñando cualquier posibilidad de procesamiento por sus eventuales crímenes.
Olvida el presidente y sus grupos en el poder que, el proyecto de la Unidad Popular y de las y los revolucionarios de los setenta se fundaba en conseguir la dignidad popular y, en definitiva, construir el socialismo, nadie murió por la democracia, las y los represaliados por la dictadura civil-militar lo fueron por su jugada apuesta en pos de esos objetivos: alcanzar la liberación de los pueblos de Chile.
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Este 11 de septiembre demuestra la distancia de la sensibilidad más profunda del gobierno para con las izquierdas de Chile, no entiende lo esencial de la defensa de los derechos humanos que, para los sectores populares de donde proceden muchos de los proyectos de izquierda, representa el más alto valor de nuestra vida, la solidaridad, la fraternidad que se entiende en cómo nos cuidamos y nos defendemos entre la gente común. Difícil que lo entiendan quienes solo saben de privilegios y de construir carreras políticas tan vacías como oportunistas.
En el otro lado de la vereda, los miles de actos, manifestaciones, reuniones y conmemoraciones por todo Chile muestra la vigencia de nuestra historia popular en clave pasado-presente, esa que se niega a olvidar y solo busca conectarse al ánimo y el sentido de los años de la Unidad Popular, esa energía se mantiene y potencia a 50 años del golpe de Estado, como diciendo: nada está olvidado, nadie está olvidado.
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