Otra vez, pese a las declaraciones, mesas de negociación y promesas de empresarios y políticos, se cierne la amenaza sobre el cierre de la siderúrgica Huachipato, todo ello en un tiempo récord, tan solo unos meses después de haber superado la crisis inicial que suspendía las operaciones de la usina penquista.
Pues bien, la crisis de gestión al parecer no se define por mayor o menor garantía a las operaciones, o a la tan eventual como indefinida reconversión a la producción de “acero verde”, cuestión del todo inicial que requiere de años para que sea competitiva económicamente. En otras palabras, el dogma neoliberal no se quiere aplicar: cerrar la empresa por improductiva por un aparte y, por otro lado, tampoco se quiere subvencionar para que siga funcionando.
En este escenario, que devela como pocos el momento actual del país, ese que no sabe para adónde va y cómo quiere enfrentar un futuro complejo en un mundo muy conflictuado y, al mismo tiempo, extremadamente integrado, solo los trabajadores vuelven a ser arrojados a la desazón de la incertidumbre laboral, sin saber qué pasará con sus familias, añadamos a ello la crisis total del territorio que acoge esta importante empresa.
Entonces, es el momento de tomar decisiones, con el foco en los trabajadores y en la conurbación penquista, la cuestión que debiera guiar a los representantes políticos es la hora de tomar el toro por las astas y ofrecer un plan concreto de recuperación, aunque eso cueste un periodo de pérdida, si es el acero verde el camino, iniciar de inmediato esa implementación, considerando esta producción como una actividad estratégica nacional. Se necesita la decisión definitiva.
En base a esto se ha visto tan poca claridad en el Estado, la empresa y la política, como también en el sindicalismo huachipatino. El panorama es desalentador y si hay solo una autoridad dispuesta a reunir voluntades y con suficiente decisión para encarar los cambios necesarios, aún queda la posibilidad de salvar la acerera, pero ya no podemos esperar.
Nada más tiene que pasar, ya tocamos fondo.
RESUMEN