Esta semana se vivió uno de los hechos más crueles que, producto de la asonada histérica por la seguridad que vivimos desde hace algunos años, arrastra a quienes se autodefinen como parte de las izquierdas o del progresismo, dependiendo de sus intereses y discursos.
El emblemático barrio de Villa Francia, ubicado en la santiaguina comuna de Estación Central, ha sido un bastión de las posiciones críticas al modelo neoliberal y todas sus formas políticas, económicas, sociales y culturales. Esta población desde sus inicios tuvo un alto grado de organización popular y en plena dictadura resistió la violencia policial, en medio de esa historia se hizo conocida por los hermanos Vergara Toledo, pobladores masacrados por el terrorismo de Estado y más aún por la lucha constante y valiente de su familia, representada en la figura de Luisa Toledo.
Pues bien, comedores populares, clubes de barrio, actividades culturales fueron violentadas por la policía gobernada por el gobierno woke o progresista del presidente Gabriel Boric, argumentando el desbaratamiento de bandas “terroristas”, desde el gobierno la ministra Tohá ha sido la voz de la brutalidad política que sustenta la violencia, que no solo la respaldan, la impulsan decididamente.
Fuera de todo ello, de todo este triste evento, se está produciendo el anhelado escenario de criminalización a todo aquello que represente críticas al control policial, a la violación de derechos fundamentales y a la consolidación de los negocios para el empresariado nacional y extranjero. Solo apuntar que detrás de este escenario pierde una comunidad que ha tenido todo para fracasar y que por su esfuerzo y tesón ha podido surgir desde su autonomía y con los valores de justicia y resistencia.
Un último asunto guarda relación con instalar este terrible hecho en la agenda derechista del Estado chileno, que desde hace años viene violentando comunidades mapuche, reprimiendo, encasillando la lucha social y generando más legislación para controlar la disidencia y la crítica social y política, en eso los progresismos y los neofascismos que vemos desfilar por matinales y medios de comunicación en general mantienen un contubernio propio de los regímenes autoritarios.
RESUMEN