Educación: Una cuestión de equidad

Los resultados de la  denominada prueba PISA hace algunos días dejó al gobierno de Sebastián Piñera y a la reforma impulsada por su ministro de Educación en una situación delicada. Cuando se esperaba el más rotundo fracaso y los niveles que ya históricamente posicionaban a nuestro país entre los peores, debieron instalarse sonrisas de mediana satisfacción al constatar que Chile ocupaba un discreto lugar 44 entre los 65 países que se sometieron a esta prueba, y lo más increíble, es que con ello registrábamos la mayor mejoría en 10 años, quedando como líderes en Latinoamérica.

Mientras Joaquín Lavín se apresta a implementar su denominada “Revolución Educacional”, los datos de esta medición vienen a mover el piso sobre el cual se está pensando realizar y con ello, a observar con mayor detención los cambios que se han dado en este campo en los últimos años. Los más importantes son la mejoría de la cobertura, infraestructura, disponibilidad de recursos educativos y aumento de apoyo a los alumnos en aspectos como la alimentación, textos escolares y becas. Sin embargo, los cambios educacionales son extremadamente lentos como para medir su impacto en el momento. Puede ser que este aumento en la prueba PISA sea una señal, pero no definitiva. “Esta prueba trae un mensaje positivo porque Chile sigue mejorando y casi tan bueno como eso es que la brecha también ha disminuido entre los sectores de peores resultados se superaron más aceleradamente que el resto de la Región”, dice el investigador del Centro de Investigación Avanzada en Educación de la Universidad de Chile, Cristián Bellei. Sin embargo, alerta que “la desigualdad sigue siendo muy  rande y que los resultados son mediocres, pero lo esencial es que esta prueba entrega luces respecto de qué es lo que se ha hecho bien, como la disminución de la repitencia y la extensión de la jornada escolar”.

Money, Money

El camino que falta por recorrer es demasiado largo y la manera cómo se logren los objetivos es una cuestión que debiera ser de interés nacional y no de unos pocos. Se sabe que la educación explica en gran medida la capacidad de ingresos laborales, donde la ecuación es muy simple, a mayor educación mayores ingresos. Y no es que la meta sea el dinero pero como se señala en el estudio sobre Distribución del Ingreso y Políticas de Educación, Salud y Empleo realizado por las ingenieras comerciales con mención en economía de la Universidad de Chile, Lorena Flores, Silvia Leiva y Daniela Sugg, “la educación es una inversión rentable tanto para los países como para las personas, y por tanto, mientras antes se materialice, mayores serán las ganancias sociales y privadas”.

Las pruebas aplicadas de manera pareja es una buena forma para tomarle la temperatura a la educación que se les está dando a los futuros ciudadanos de diferentes países. La prueba PISA es una de las más importantes y corresponde a un estudio comparativo que se aplica cada tres años desde el año 2000 y es organizado por el selecto grupo de las 30 naciones que integramos la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, OCDE, pero además se invita a otras 35 naciones asociadas. El nombre de esta prueba PISA corresponde a la sigla en inglés de Programa para la Evaluación Internacional de Competencias de Estudiantes cuyo objetivo es saber hasta qué punto los alumnos que ya están por terminar su educación obligatoria, es decir a los 15 años, han adquirido las competencias, conocimientos y habilidades necesarias para la vida en la sociedad del saber. Una medición que podría sonar un tanto etérea pero que se traduce en la práctica en tres  competencias clave: lectura, matemática y ciencias.

¿Cómo le fue a Chile? Ya lo decía Cristián Bellei, regular…pero mejor, ya que en lectura aumentó 40 puntos en comparación con los resultados del año 2000, ubicándose en el lugar 44 entre los 65 países monitoreados, siendo el país que más avanzó en mejorar el rendimiento de los estudiantes con bajos niveles de lectura en la última década.

En cuanto a las habilidades numéricas, nuestro país quedó en un discreto lugar 49, pero quedó como segundo de la zona, sólo después de Uruguay. En tanto en Ciencia, superamos ampliamente a todos nuestros vecinos o amigos, Uruguay, México, Brasil, Colombia, Argentina y Perú.

La prueba fue rendida en 2009 y midió a un total de 5 mil 600 jóvenes de 200 colegios que cursaban entre el octavo básico y el segundo medio significa un avance respecto de nuestra posición en mediciones anteriores, sin embargo, no es para festejar.

Cifras alegres, rostros tristes

Y claro, las cifras alegres se vuelven tristes a la hora de ir analizando los resultados y constatar que según el tipo de establecimiento, los alumnos de colegios privados sacan más de dos años de ventaja a los particulares subvencionados, lo que a su vez, tienen cerca de un año de diferencia con los municipales. Esto equivale a decir que las habilidades lectoras y numéricas de un joven de un colegio particular subvencionado que cursa el primero medio, equivale a los conocimientos que tiene un niño que cursa el sexto básico en un colegio particular. Una constatación ya dolorosa en nuestro país, cuando las desigualdades socio económicas atentan contra la anhelada equidad, entendida sobre la idea de que “el ser humano, para cubrir sus necesidades de vida y para vivir bien, requiere de la cooperación social”, como lo define el Diccionario del Pensamiento Alternativo de Biagini y Roig.

“Hay consenso entre los expertos que los logros educativos tienen mucho que ver con la equidad educativa. Acá no existen atajos, si queremos mejor educación lo que se requiere es una sociedad más igualitaria, que es como lo han hecho sociedades como la finlandesa, cubana o coreana”, explica el psicólogo y candidato a doctor de nuestra Universidad de Chile, Rodrigo Cornejo.

Desde que se comenzó a aplicar la prueba PISA, Finlandia resultó ser toda una revelación. Un país que hasta hace 60 años era un “país pobre, mutilado por la guerra, que había perdido una parte importante de su territorio y que debía pagar pesadas indemnizaciones de guerra”, como recuerda la embajadora de ese país en México, Ulla Väistö, pero que decidió terminar en medio de no pocas críticas ni resistencias con la educación privada e implantar desde principios de los 70 un proyecto de educación igual para todos y gratuita.

Tal es la importancia que los finlandeses le otorgan a este tema, que cuando se le preguntó a la Presidenta de ese país, Tarja Halonen, sobre cuáles eran los tres factores de éxito en el desarrollo social y económico de Finlandia, ella contestó: la educación, la educación y la educación.

El experto mexicano Eduardo Andere es un gran conocedor del “caso finlandés” identifica los cuatro factores que, a su juicio, explicarían el éxito de la educación finlandesa: la cultura e historia; la equidad, el sistema educativo y los maestros.

“Hay una interconexión entre los factores pero hay dos más importantes como la tradición y la historia y el otro son los maestros mismos, porque es importante que sean buenos y resoponsables por todos sus alumnos, no sólo de los mejores”, relata elembajador de Finlandia en nuestro país, Ilka Heiskamen.

Uno de los aspectos que más llama la atención en ese país, es la diferencia que existe entre los distintos establecimientos educacionales. Cuando en Chile esa diferencia puede equivaler a dos años y medio de educación, es decir, un 250 por ciento, en Finlandia sólo asciende a un 8 por ciento. “Las diferencias entre los alumnos de una escuela de los barrios más ricos de la gran ciudad y los más pobres que viven en las afueras, no es muy grande, lo que habla de una sociedad igualitaria”, explica orgulloso el embajador Heiskamen.

Hay un consenso total respecto de la igualdad y la igualdad de oportunidades como un alto valor en la sociedad finesa, a tal punto que como apunta la académica Hannele Niemi “existe una actitud vigilante de una población de un país pequeño donde es fácil darse cuenta cuando la equidad no se está logrando”.

La población chilena en cambio, no tiene una actitud vigilante como la finesa y observa cómo las diferencias sociales se van profundizando. La educación es acaso el ejemplo más claro.

Otro de los aspectos centrales del caso finlandés que volvió a sorprender posicionándose entre los primeros lugares en la prueba PISA 2010 es el sistema educativo en sí, que descansa en la autonomía escolar y la libertad pedagógica de los maestros. Aquí el currículo es visto como un proceso y está basado en estándares meta y cuya implementación queda bajo la responsabilidad de las localidades, la escuela y los maestros. Luego, el cuerpo docente está formado por profesionales altamente entrenados y que son los depositarios de la confianza de las autoridades y de la sociedad. Son los mejores alumnos los que quieren estudiar docencia por ser una carrera de gran reconocimiento social aunque no perciban los más altos ingresos.

Claves: Lectura y confianza

Otro rasgo interesante radica en los altos índices de lectura. Cuando en Chile se confiesa como no lectora más del 50 por ciento de la población, como lo establece un estudio realizado por la Fundación La Fuente y Adimark.

La relación que existe entre una sociedad lectora y una sociedad educada es bastante directa y obvia, y en Chile se han dado ciertos pasos, como la construcción de un nuevo concepto de bibliotecas, sin embargo, los libros siguen gravados con uno de los impuestos más altos del mundo. “La alfabetización es fundamental. Pero no porque llenemos de materiales de lesctura va a aumentar. El ejemplo finlandés es muy claro, ya que rebajaron el impuesto a los libros y construyeron muchas bibliotecas populares manejadas por expertos, lo que implica acercar de verdad la lectura a la gente. Por lo que es muy estúpido lo que se pretende hacer con la reforma del ministro lavín ya que implica vestir un santo desvistiendo otro”, comenta enfático el psicólogo y académico de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, Rodrigo Cornejo.

La lectura en Chile es un hábito demasiado solitario y que, incluso despierta suspicacias. “Acá no leen las autoridades, no leen los ministros, los políticos, los economistas, lo que se nota al oírlos hablar… quizás los comandantes de las FFAA, lean más, no lee nadie. La lectura se está convirtiendo en un pasatiempo de coleccionistas, la lectura se está extinguiendo”, apunta el abogado y también crítico literario Camilo Marks.

La actitud sospechosa que pudiera despertar la lectura en Chile, se contrapone con otras sociedades donde la Confianza ha sido un valor donde se asienta el crecimiento económico y sobre todo, la educación. Justamente frente a la pregunta de qué es lo que explica que algunas sociedades se hayan desarrollado y otras no, el autor francés Alain Peyrefitte señala en su libro La sociedad de la confianza:“El nexo social más tenaz y fecundo es el que reposa en la confianza recíproca, entre un hombre y una mujer, entre padres e hijos, entre jefe y subordinados, entre compatriotas, entre paciente y médico, entre alumnos y profesor, entre prestamista y deudor, entre empresario y comunitarios, en tanto que la suspicacia, esteriliza”.

El autor señala que las sociedades basadas en la suspicacia están sostenidas en la lógica de ganador –perdedor, donde la vida en común y las gestas sociales son vistas incluso como negativas. Se trata de sociedades proclives a la agresión de la vigilancia recíproca, en cambio, en una sociedad de la confianza prevalece la solidaridad, existen proyectos comunes, de apertura, intercambio y comunicación.

La evaluación de la educación en Chile y sus resultados son una reveladora herramienta para definir el tipo de sociedad que queremos. La voluntad política es un valioso instrumento para llevarla a cabo, lo importante es que ésta traduzca los anhelos de equidad que a los que aspira toda sociedad que se jacte de justa.

Fuente: Radio Universidad de Chile

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