El argumento para desmantelar la infraestructura de combustibles fósiles

[resumen.cl] El siguiente artículo aborda la urgente necesidad de detener las grandes industrias contaminantes y comenzar una transición energética urgente hacia infraestructuras renovables y que entreguen estabilidad ambiental y económica. El artículo de Andreas Malm, profesor de Ecología Humana en la Universidad de Lund fue publicado originalmente en el medio británico The Guardian y aquí es traducido por Resumen.  

Si alguien ha puesto una bomba de tiempo en tu casa, tienes derecho a desmantelarla. Lo mismo aplica para nuestro planeta

La lucha climática ha entrado a una nueva fase. Está marcada por la búsqueda de tácticas diferentes: algo que no pueda ser ignorado tan fácilmente, un modo de acción que interrumpa el business-as-usual de verdad, algún modo de accionar el freno de emergencia. Esta búsqueda solo ha comenzado, pero los signos están ahí.

En Berlín, media docena de jóvenes activistas por el clima que se hacen llamar ‘La última generación’ recientemente hicieron una huelga de hambre, rechazando la ingesta de líquidos y debilitándose bastante antes de suspender la acción. Pero hay otras que se pueden parar además de nuestros cuerpos. Junto con el campamento de Ende Gelände contra el gas fósil, un grupo que se autodenomina ‘Fridays for sabotage’ (Viernes de sabotaje) se adjudicó la responsabilidad por romper un pedazo de infraestructura de gas e instó al movimiento a adoptar esta táctica: “Hay muchos lugares de destrucción, pero tantos como los lugares de posible resistencia”. Esto siguió al desarrollo de un verdadero archipiélago de ocupaciones forestales en Alemania, algunas de las cuales han dañado equipos para la extracción de carbón.

Siguiendo en el norte global, las largas y encarnizadas luchas de los pueblos indígenas contra los nuevos e interminables proyectos de oleoductos en Canadá y los EE.UU. han generado una militancia desesperada: los trenes que transportan petróleo crudo han sido descarrilados por activistas que imitan la señal de emergencia.

El capital fósil debería tomar nota. Nuevas formas de resistencia están llegando.

Partes de la Tierra se están volviendo inhabitables. Hechos como este, sin embargo, no necesitan ser repetidos. A estas alturas todo el mundo sabe, en algún nivel de su conciencia, lo que está en juego. Y aún así nuestros gobiernos le permiten a las compañías de combustibles fósiles que expandan sus instalaciones para sacar petróleo, gas y carbón desde el suelo. Ni siquiera se atreven a dejar de bañar a esas empresas con trillones de dólares de subsidios.

No es necesario mirar a negacionistas deshonestos como Bolsonaro o Trump o, para el caso, al gobierno de extrema derecha de Modi, que preside una transición hacia cada vez más combustibles fósiles: cualquier estado servirá.

Tomemos el caso de Francia, cuyo presidente se hace pasar por el diplomático climático más ilustrado. La empresa privada más grande con sede en esa nación, Total, empezará este año la construcción del Oleoducto de Crudo de África Oriental, programado para ser el más grande del mundo, cruza 230 ríos, dividirá 12 reservas forestales y sacará a 100.000 personas de sus tierras: todo esto para llevar aún más petróleo crudo para quemarlo en la economía mundial. Macron respalda el oleoducto como una increíble oportunidad para aumentar la ‘presencia económica francesa’ en la región.

O veamos los EE.UU., donde Biden está sobrepasando a su predecesor en generosidad a las empresas de combustibles fósiles, bañándolas con licencias para perforaciones a un ritmo no visto desde George W. Bush. Dos docenas de proyectos de combustibles fósiles - nuevos oleoductos, nuevos terminales de gas - en curso en ese país por sí solos causarían emisiones equivalentes a 404 centrales eléctricas a carbón.

Respecto al gobierno británico, sigue comprometido a ‘maximizar la recuperación económica’ de gas y petróleo en el mar del Norte - extrayendo tanto como sea posible. Alemania está expandiendo su autobahn y las minas de carbón. ExxonMobil avanza con un proyecto de extracción en el océano de alto riesgo en un ecosistema marino muy delicado en Guyana. Entre 2020 y 2022, Shell habrá puesto en marcha 21 nuevos proyectos importantes de petróleo y gas.

En general, la producción de combustibles fósiles debe reducirse a cero tan rápido como sea humanamente posible, pero en el mundo real los productores planean aumentar la extracción, como si no hubiera un mañana. Una investigación reciente muestra que la mayor parte de todas las reservas conocidas deben dejarse en el suelo para que haya al menos una pequeña posibilidad de evitar más de 1.5C grados de calentamiento; para ser más exactos, para el 2050, alrededor del 90% de todo el carbón debería permanecer intacto, 60% del petróleo, 60% del gas y el 99% del petróleo no convencional.

Pero estas cifras están, como enfatizan los investigadores, probablemente subestimadas, ya que el modelo se basa en un 50% de posibilidad de alcanzar el objetivo de 1.5C de calentamiento, y no incluye mecanismos de retroalimentación positiva. Si la posibilidad se eleva a 70% u 80% y se consideran los mecanismos de retroalimentación propios del colapso del sistema climático - en particular los incendios forestales - aún más tendrían que permanecer bajo tierra: casi todos los combustibles fósiles, a partir de mañana. Por su propia naturaleza, el capital fósil no puede tolerar tal límite. En cambio, sigue excavando de forma compulsiva y desinhibida para extraer más y más.

Por cada día que pasa, esta conclusión recibe mayor confirmación: las clases dominantes de este mundo son constitutivamente incapaces de responder a la catástrofe de otra forma que no sea acelerándola. Desafortunadamente, la COP26 no presentó ninguna razón de peso para revisar esa conclusión. Menos de una semana tras el fin de la cumbre, la administración Biden realizó la subasta federal de perforación en alta mar más grande en la historia de los EE.UU.

Hay pocos indicios de que cualquier otro gobierno que firme el Pacto de Glasgow actúe diferente.

Entonces, ¿qué hacemos?

Podríamos destruir las máquinas que destruyen este planeta. Si alguien ha puesto una bomba de tiempo en tu casa, tienes derecho a desmantelarla. Más concretamente, si alguien ha colocado un artefacto incendiario dentro del edificio donde vives, y si los cimientos ya están en llamas y hay gente muriendo en los sótanos, entonces muchos creerían que tienes la obligación de desactivar el dispositivo.

Esta es la razón que, yo diría, justifica la destrucción de infraestructura de combustibles fósiles. Esto está completamente separado de dañar cuerpos humanos, para lo cual no existe ningún argumento.

Y este argumento particular para la acción directa es, yo creo, abrumadoramente fuerte, si se reconocen las realidades de la catástrofe climática. Sobre esa premisa, ¿cómo podría darse prioridad a la integridad física de la infraestructura de combustibles fósiles? Boris Johnson hizo recientemente lo que podría interpretarse como un intento de hacer eso, cuando defendió el campo petrolífero de Cambo, uno más en la interminable serie nuevas inversiones en infraestructura de combustibles fósiles del tipo con el que simplemente no podemos vivir: “no podemos romper los contratos”, dijo.

En esta visión, se debe respetar un contrato con un empresario para aumentar el dispositivo que envía las llamas cada vez más alto. Tiene prioridad sobre cualquier otra preocupación. Sin embargo, me parece sumamente difícil saber por qué debería tener esa sacralidad.

Mientras tanto, podemos observar que desacelerar la catástrofe climática significa, por definición, la destrucción del capital fósil: no puede haber más ganancias por combustibles fósiles. Y si los gobiernos son incapaces de iniciar esta labor, porque reciben sus órdenes de pisos superiores, entonces otras personas deberían hacerlo. No porque las activistas puedan completar la abolición de los combustibles fósiles - sólo los estados tienen esa capacidad - sino porque su función es aumentar la presión para lograrlo.

Entonces, ¿podría el movimiento climático en el norte global alcanzar sus metas enviando cuadros o multitudes para destrozar las máquinas? Un imperativo ético inexpugnable no necesariamente se traduce en acción eficaz. Hemos sacado esta lección de las carreteras del Reino Unido, donde el mayor logro del movimiento Insulate Britain ha sido la ira creciente de las personas de clase trabajadora que van camino a sus trabajos.

Estamos sumidos en la catástrofe; es tarde, pero la escalada solo ha comenzado. No sabemos exactamente qué funcionará. De lo único que podemos estar seguros es esto: estamos en una espiral de muerte, tenemos que salir de ella, y debemos intentar algo más. Los días de suaves protestas pueden haber terminado hace mucho.

 

Imagen principal: Termoeléctrica Santa María de Colbún S.A. en Coronel

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