Hace 25 años que la periodista Lola Bañón empezó a trabajar en Radiotelevisió Valenciana. Y lo hizo en la sección de Deportes. Pero los últimos 15 años los pasó en la sección de Internacional del ente público, donde se especializó en el mundo árabe y sobre todo en Palestina (En 2003 publicó el libro “Palestinos”). Lola Bañón, periodista veterana, ha escrito diferentes artículos científicos sobre el islamismo político, pero actualmente centra sus esfuerzos en una tesis doctoral sobre Arabia Saudí y el Wahabismo. En el tiempo que le resta, pues también imparte clases de Periodismo Televisivo en la Universitat de València, Lola Bañón no cree que la aparición del Estado Islámico se haya “diseñado desde un despacho”, pero sí que la irrupción de esta organización “coincide con los intereses estratégicos de Estados Unidos y de Occidente”. La entrevista tiene lugar unos días antes de que la periodista viaje a Qatar.
-¿Cómo surge el Estado Islámico (EI)? ¿Se trata realmente de una criatura de Estados Unidos y las petromonarquías del golfo, que lo habrían engendrado y financiado?
-El desconocimiento que mediáticamente se tiene de la situación se solventa muchas veces recurriendo a la teoría de que el EI es una creación de Estados Unidos e Israel. Pero no tenemos ninguna evidencia científica de que exista una intervención directa y programada. Y digo evidencia científica, lo que no significa que no exista esa intervención. Lo que sí resulta evidente es que el escenario configurado por la aparición del EI coincide absolutamente con los intereses de Estados Unidos y Occidente. La aparición de ISIS hace que Estados Unidos pueda justificar su vuelta a Iraq y así recuperar el control de la zona. Además, con la emergencia del EI han desaparecido las esperanzas que abrazaron las “primaveras árabes” de abolir las dictaduras en el Magreb y Oriente Próximo. Ahora cunde la idea de que estas dictaduras eran mejores, por ejemplo la de Bachar el Assad.
-¿En qué contexto arraiga el Estado Islámico y cuáles son las vías de financiación?
-El Estado Islámico tiene una estructura con diferentes grupos integrados, pero dentro de esos grupos hay también diferencias. Respecto a los mecanismos de financiación, uno de ellos son las aportaciones exteriores, sobre todo por parte de las monarquías del Golfo. Esa vía es apreciable pero, actualmente, la principal fuente de recursos es el contrabando de petróleo. Ahora bien, lo llamativo es que en Occidente hayamos adquirido conciencia de lo que representa el EI después que tomaran el control de Mosul, una de las capitales petroleras de Iraq; o de Raqqa, una de las capitales petroleras de Siria. Pero antes, ISIS ya había matado a más de 7.000 civiles en Iraq. Otra vía de ingresos es la financiación local. Se logra con la implantación en un territorio y el cobro de impuestos, por ejemplo a cristianos y determinadas minorías.
-¿En qué se fundamenta el apoyo al Estado Islámico en las zonas donde consigue erradicarse?
-En primer lugar, ISIS es una consecuencia sobre todo de la guerra de Iraq, porque la implantación del gobierno chiíta dejó entre la población sunita un fermento de oposición muy importante. Muchas zonas de Iraq se quedaron fuera de control y en desgobierno. Lo que hizo ISIS fue emplazarse en zonas con estructuras gubernamentales deshechas. Esto tiene consecuencias decisivas, sobre todo en el plano económico, ya que la población juvenil no tiene modo alguno de vivir. En ese contexto llega el ISIS, promueve los reclutamientos y paga salarios a los jóvenes.
-¿Puedes explicarte?
-En los medios fijamos mucho la atención en los yihadistas “europeos”, pero esto no pasa de ser una cuestión simbólica. En Marruecos hay 2.500 yihadistas que no disponen de recursos para vivir. Se van a Iraq o Siria y a cambio de un salario se enrolan en los servicios del ISIS, que por un lado son militares, pero también de seguridad para controlar el cobro de impuestos o de policía allí donde se establecen. El Estado Islámico, en el caso de Iraq, rellena un vacío. Pensemos, asimismo, en gente que lleva años viviendo en la miseria (además de la guerra, venían de un bloqueo y un conflicto con Irán). Y entonces llega el ISIS afirmando que representa la oposición a Occidente, pagan salarios y, aunque aumente la represión, también ofrecen mayor seguridad a la población. Una anécdota. En un vuelo hace unos meses coincidí con un montón de chavales muy jóvenes que se marchaban a Siria para hacer la Yihad. Iban con un salario y con perspectivas de futuro. Se les ofrece un proyecto de vida del que carecen en Occidente y en sus países de origen.
-¿Qué relación encuentras entre ISIS y Al-Qaeda? ¿Hay que buscar aquí la explicación de los ataques de la coalición de aliados?
-Al-Qaeda se financiaba por donaciones externas y no tenía obsesión por fijar unas fronteras en el territorio. ISIS, sí. Intenta crear un estado con unas fronteras definidas y se financia directamente con el negocio del petróleo. Para acercarse a las claves, no hemos de olvidar que el juego de la energía mundial está en esa zona, y que Iraq dispone de unas reservas impresionantes. Allí están trabajando de pleno las multinacionales. En fin, el cuadro de las guerras es también el de las grandes reservas de gas y petróleo. Estados Unidos, por último, pretende “marcar” territorio y mandar un mensaje muy claro: Que continúa siendo el guardián de la geopolítica mundial.
-¿Se da con el Estado Islámico una construcción del enemigo que legitime la guerra?
-Realmente, el EI representa un peligro, pero no creo en las soluciones militares. El modelo de convivencia y de vida que pretende implantar el ISIS resulta imposible de asumir. Ahora bien, para combatirlo habría que impulsar la inversión económica y en educación, para que la gente vea –en los lugares donde se establece el EI- que lo más rentable es formarse y tener un futuro. La política de ISIS respecto a las mujeres es apartarlas de la educación. De hecho, hay un retroceso brutal den las condiciones de las mujeres en los últimos 20 años, ante la complacencia de Occidente. Pero insisto, si hay gente que respeta el régimen de los “barbudos” es porque les permite comer.
-¿Qué rol desempeñan las grandes corporaciones mediáticas en este conflicto?
-Las últimas empresas bélicas –la más notoria en Iraq- no hubieran sido posibles sin una campaña mediática favorable a la intervención, en la que se diga que el ataque es decente, coherente y beneficioso para el interés general. El problema que se da hoy es, primero, que la información internacional no se nutre de la fuente directa, y esto es un problema grave que los periodistas no quieren reconocer. En cuanto al EI, no hay más que ver lo que se cuenta, las fotos que aparecen y las decapitaciones. Se nos dice que los miembros del ISIS están muy avanzados y elaboran unos vídeos de una factura fantástica, cuando son vídeos que puede realizar cualquier crío con un Iphone. En eso influye un prejuicio mediático que considera que en el mundo árabe no se sabe utilizar un teléfono, pero ciertamente tienen conocimientos informáticos y audiovisuales iguales a los nuestros. Nos dicen que es sorprendente que realicen vídeos de tanta calidad, por la única razón de que estábamos acostumbrados a los de Bin Laden, hechos por gente escondida en una cueva oscura.
-¿Y en cuanto al elemento religioso?
-El factor religioso ha ganado protagonismo en Oriente Próximo durante los últimos años. De hecho, el Estado Islámico utiliza la religión para justificar sus acciones. En este caso, se trata de movimientos derivados del Wahabismo y el salafismo, que son las versiones “radicales” del Islam. Pero hay un punto importante en esta cuestión. El Islam no significa decapitar a la gente, como por cierto, también se hace en Arabia Saudí sin que nadie se sofoque. En el Islam no se dice que haya que ejecutar a los enemigos, al contrario, hay una obligación moral de tratarlo bien. Así se establece en el Corán. En resumen, de la religión se hace un uso político en Oriente Próximo desde hace mucho tiempo, pero antes no representaba un problema. Además, la organización política y social en Oriente Próximo pasa por la tribu, a la que uno debe fidelidad. Ocurre en Iraq pero también en Palestina. Ante la falta de estructuras estatales sólidas, el tribalismo gana peso.
-¿Y en cuanto a la idea del Califato, a la que recurre también el Estado Islámico?
-El objetivo del EI es dinamitar las fronteras que estableció Occidente en 1916 con los acuerdos Sykes-Picot, que implicaron el reparto de Oriente Próximo entre Francia y Gran Bretaña. La idea del Califato, que mucha gente mira con pavor, es realmente una proyección ideal que se utiliza para enfrentarse al colonialismo. De acuerdo con esta idea, lo que haría ISIS es borrar unas fronteras artificiales trazadas por los occidentales. Pero más allá del Estado Islámico, el Califato sería un ideal que anida en el inconsciente colectivo de muchos árabes, pues representa un estado, idealizado y que nunca existió, con presunta justicia social, presunta igualdad de oportunidades y en el que se promoverían valores como la contención. Los occidentales representarían un enemigo asociado a la perversión y un mundo de corrupción, ladrones, prostitutas, etcétera.
-Por último, algunos analistas opinan que uno de los próximos enemigos será Arabia Saudí. Las relaciones entre este país y Estados Unidos se enfriaron algo cuando la potencia norteamericana resolvió no atacar Siria y establecer algunos acuerdos con Irán. ¿Qué opinas?
-Arabia Saudí es un aliado incondicional de Estados Unidos, no sólo por la relación comercial y económica, que es intensísima, sino porque la casa de Saud está constituida por una estructura de miles de príncipes que, además, forman el organigrama de decisión política y económica del país. No se trata, como en Europa, de un rey, el heredero su mujer y los tres o cuatro hijos. Hablamos de toda una estructura económica que para pervivir en el poder requiere el abrazo de los Estados Unidos, pues no olvidemos que, dentro del país, existen movimientos de disidencia, aunque permanezcan absolutamente controlados. Por cierto, en Estados Unidos y en Arabia Saudí está vigente la pena de muerte sin que en los media se diga nada.