Surgida tras la resaca del proceso de consultas por la independencia, la Assemblea Nacional Catalana celebra hoy en el Palau Sant Jordi su reunión constituyente, en la que aprobará una hoja de ruta estratégica con el punto de mira fijado en 2014, año en el que proponen celebrar un referéndum vinculante sobre la independencia. El independentismo pretede a través de esta iniciativa llenar el espacio dejado por el autonomismo de unos y el federalismo de otros.
Beñat ZALDUA | BARCELONA
El independentismo catalán se medirá hoy con el Palau Sant Jordi, donde quiere reunir a 7.000 simpatizantes. Testigo mudo de los años gloriosos del PSC, que en mejores tiempos para el socialismo lo llenaba en cada campaña electoral, y símbolo del regreso de CiU a la Generalitat en las elecciones de 2010, el Palau acogerá hoy la reunión constituyente de la Assemblea Nacional Catalana (ANC). El independentismo tratará de llenar el espacio dejado en el lugar por el autonomismo de unos y el federalismo de otros, vías fracasadas que según los organizadores, muestran la independencia como único camino de futuro.
Heredera inmediata de las consultas por la independencia inauguradas en Arenys de Munt el 13 de setiembre de 2009 -y con la Assemblea de Catalunya de los últimos años del franquismo como referente-, la ANC es una iniciativa de la sociedad civil catalana que rechaza explícitamente la tentación de convertirse en partido político. Apuesta por crear las condiciones idóneas para alcanzar la independencia y empujar a los partidos existentes a adoptarla como eje de sus programas.
El análisis que subyace bajo la ANC es el mismo que se realiza tanto en Euskal Herria como en la Moncloa: el modelo de Estado autonómico se ha agotado. A partir de ahí, según los promotores de la Assemblea, se abren dos caminos: el de la recentralización del Estado, por el que apostaría el Gobierno de Mariano Rajoy, y el de la secesión definitiva del Estado español. Con este marco, la Assemblea presenta la independencia como única estrategia posible para asegurar el futuro de Catalunya.
Es también la argumentación del mismísimo expresident Jordi Pujol, que en una reciente y sonada entrevista televisiva, admitió el fracaso de la vía autonomista defendida por él durante tantos años y reconoció que ya no le quedan argumentos para rebatir a los independentistas. Aunque la presencia de Pujol en el acto de hoy es incierta, el expresident declaró en aquella entrevista que votaría que sí en un referéndum por la independencia. En la otra punta de este independentismo transversal encontramos al catedrático de la Universitat Pompeu Fabra Ferran Requejo, uno de los padres ideológicos del Estatut del Tripartit y tradicional defensor del federalismo socialista, que en un recorrido paralelo al del expresident, abraza desde hace un tiempo la causa independentista y ejerce como una de las cabezas visibles de la Assemblea. Los casos de Pujol y Requejo son dos muestras de este independentismo transversal del Principat, en el que se encuadran desde militantes catalanistas del PSC, como Pere Pugès, hasta sectores de Unió Democrática de Catalunya, como el alcalde de Vic, Josep Maria Vila d'Abadal -también presidente de la Associació de Municipis per la Independència-. Este último, por cierto, cada vez más fuerte en el partido dirigido en los últimos años con mano de hierro por Josep Antoni Duran i Lleida.
Tan amplio es el espectro de este independentismo transversal que en él caben también agentes de los Mossos de Esquadra, que recientemente inauguraron una asamblea sectorial de la ANC, o el secretario general de UGT en Catalunya, Josep Maria Álvarez, que ya ha confirmado su presencia en el Palau Sant Jordi; detalles que despiertan cierto recelo en más de un sector. De hecho, hasta personas relacionadas con la ultraderechista Plataforma per Catalunya se acercaron a la ANC, la cual les cerró el paso.
Jaume Soler, miembro del Secretariado de la ANC, explica que tuvieron que poner tres condiciones para que la mencionada trasnversalidad no se les fuera de las manos: el respeto escrupuloso de los derechos humanos, las vías democráticas para alcanzar los objetivos marcados y la independencia como único fin, dejando de lado vías intermedias como el autonomismo o el federalismo.
Al mismo tiempo, Soler argumenta que esta transversalidad es imprescindible, ya que, de lo contrario, «los partidos políticos nunca se pondrían de acuerdo por sí solos».
2014 en el punto de mira
Aunque el trabajo de construcción de la Assemblea arrancó el mismo día en que se celebró la primera consulta por la independencia en Arenys de Munt, no fue presentada en público hasta el final del proceso de las consultas, que culminó el 10 de abril de 2011 con el referéndum celebrado en Barcelona y en otros municipios.
Apenas tres semanas después del fin de las consultas, el 30 de abril, los promotores de la ANC celebraron la Conferencia Nacional por el Estado Propio, en la que se aprobó una declaración en la que, entre otras cosas, se podía leer: «Ha llegado la hora de unir esfuerzos para que las voluntades actuales a favor de la soberanía se agrupen y así se multipliquen y se conviertan en mayoritarias».
Con ese anhelo, en la Conferencia se trazó una hoja de ruta -que marca el 2014 como año de la independencia-, cuyo primer punto fue la extensión territorial. Esta se ha cumplido satisfactoriamente en los últimos meses, con la creación de más de 250 asambleas locales. Hoy será el momento de aprobar el resto de la hoja de ruta, que se someterá a la votación de los más de 3.000 miembros de la Assemblea -el acto está abierto a simpatizantes, pero estos no tendrán derecho a voto-.
En la hoja de ruta diseñada en la Conferencia de abril, la ANC trazó un plan de tres años a partir de la asamblea constituyente de hoy. La primera fecha señalada es la del verano de este mismo año, en el que prevén organizar 10 grandes columnas que recorran todo el territorio.
Después de pisar durante semanas los municipios del Principat, las columnas confluirían en Barcelona en la Diada del 11 de setiembre, donde se celebraría una gran manifestación unitaria por primera vez en muchos años.
Si todo sigue el curso previsto en la hoja de ruta, la siguiente parada en el camino se produciría en la primavera de 2013, cuando entraría en juego la otra pata del proyecto: la Associació de Municipis per la Independència. La Assemblea se volcaría entonces en apoyar la celebración de referéndums municipales por la independencia, debidamente encuadrados en la Ley de Consultas que CiU, ERC e ICV-EUiA están desarrollando actualmente en el Parlament. En este sentido, los organizadores de las consultas municipales de hace un año ya avisaron que aquel proceso no era más que un entrenamiento.
Siguiendo con la hoja de ruta, la Assemblea tendría entonces año y medio para preparar el punto culminante de todo el proceso, con la fecha simbólica del 11 de setiembre de 2014 en mente. Ese día se conmemorará el 300 aniversario de la entrada de las tropas borbónicas en la ciudad de Barcelona.
Pero además del día histórico, en esas fechas se celebrarán también las elecciones al Parlament de Catalunya, siempre y cuando la crisis económica, el ambiente en la calle y la frágil geometría variable del actual Govern no provoquen unos comicios anticipados.
El objetivo de la Assemblea para tan señalada fecha, siempre según la hoja de ruta, será haber empujado a una mayoría de partidos a integrar el referéndum sobre la independencia como primer punto indiscutible de su programa, de modo que el Govern nacido de los comicios convoque una consulta vinculante. Si el resultado fuese favorable a la independencia, el camino a recorrer entonces sería la secesión unilateral, siguiendo el precedente marcado, entre otros, por Kosovo.
Retos y esfuerzos
El porcentaje de catalanes que votarían sí a la independencia en un hipotético referéndum no ha dejado de crecer desde que el Centre d'Estudis d'Opinió incluye esta pregunta en sus encuestas. En el último barómetro de la entidad, publicado el 2 de marzo, el 44,6% de los encuestados afirmó que votaría por la secesión, casi el doble que el 24,7% que votarían directamente en contra. Por su parte, un 24,2% de indecisos o indiferentes optaría por abstenerse.
Para restar importancia a estos números se suele recurrir a la figura del «català emprenyat», que hace referencia al catalán enrabietado porque le han quitado algo pero que a la mínima concesión volverá al redil.
El reto y los esfuerzos de la Assemblea Nacional Catalana están, por lo tanto, enfocados en eliminar del imaginario popular esta imagen y convertir el actual independentismo sociológico en un independentismo político capaz de dar los pasos efectivos hacia la construcción de un Estado propio.
Para Jaume Soler, miembro del Secretariado de la ANC citado anteriormente, el reto ya se está consiguiendo en buena parte. Soler explica que la figura del catalán enfadado ha estado muy ligada a una etapa resistencialista del catalanismo, en la que sobrevivir y conseguir pequeñas concesiones ha sido durante años el objetivo. En una argumentación que no sonará extraña a oídos vascos, este activista de base señala que esta etapa resistencialista se ha acabado y que los esfuerzos de la Assemblea no se encaminan a mantener lo conseguido, sino a desarrollar toda una estrategia política que tenga la construcción de un nuevo Estado como objetivo.