Lejos de vivir una situación idílica en sus nuevas parcelas, más cerca de la supuesta “civilización” y los servicios sociales, los Pehuenche relocalizados por el proyecto hidroeléctrico de Ralco parecen estar viviendo lo contrario: un verdadero infierno. Se está cumpliendo al pie de la letra uno de los elementos del desastre anunciado por aquellos amplios sectores ciudadanos e incluso un puñado de altos funcionarios de gobierno (varios de los cuales resultaron despedidos por sus posturas) que desde principios de los 90s cuestionaron los proyectos hidroeléctricos, alertando que podrían significar un golpe mortal a la biodiversidad de la zona y a la existencia del Pueblo Pehuenche. Lo que es aún más trágico: están muriendo por sus propias manos.
Pero en realidad eso es sólo lo que pereciera a primera vista. Porque si escarbamos en la historia reciente, y más atrás, sin duda los principales responsables de la difícil situación actual por la que atraviesa el pueblo Mapuche-Pehuenche son las empresas eléctricas que han invadido sus tierras –y sus cómplices en el gobierno- que impusieron sus anticuadas megarepresas, desconociendo el espíritu y la letra de las leyes supuestamente creadas para proteger a los pueblos originarios y al medio ambiente. Empresas llamadas Endesa y Colbún (para no dar el nombre de gerentes y otros empleados que se repiten) que insisten hoy en seguir construyendo megarepresas, tanto en el Bio Bio como en la Patagonia.
Hablamos del infierno Pehuenche, porque ¿de qué otra manera puede referirse uno al hecho de que dos jóvenes un día se emborrachen, maten a su madre, la quemen y luego mutilen su cuerpo, cortándole la cabeza y haciendo desaparecer el resto? O, ¿cómo puede uno referirse a la vida de aquel que, no pudiendo suicidarse tirándose a un barranco decida por fin intentar apaciguar su dolor dejarse caer para siempre el fondo de un pozo negro lleno de excrementos?
No es todo lo que se ve en el Alto Biobio por cierto y es muy probable que de no haber habido en el Alto Biobio en la década de los 90s la encarnizada lucha que hizo historia y sentó importantes precedentes, no habría comuna propia en la zona, quizás no habría aún sido ratificado el Convenio 169, que debiese comenzar a otorgar ciertos derechos y no habrían las enormes manifestaciones de hoy en contra del proyecto Hidroaysen.
Pero poco o nada se sabe, y menos se dice, de que en las comunidades Mapuche-Pehuenche, tanto en el Alto Biobío como en el bajo, adonde muchas de ellas han sido relocalizadas, por lo menos desde mediados de esta década, la principal causa de muerte en el Alto Biobío serían las lesiones autoinflingidas, es decir el suicidio. Las altísimas tasas han llegado a casi triplicar el promedio nacional.
Las cifras son incompletas y difíciles de conseguir -incluso parecen a veces ser ocultadas o minimizadas a propósito- pero lo claro es que la enorme incidencia de suicidios entre los Pehuenche se mantiene a niveles elevadísimos y no muestra claras señales de disminuir.
Las “lesiones autoinflingidas”
La primera constatación oficial del altísimo nivel de autoeliminación de los Pehuenche la tuvimos cuando hacen un par de años, en el hospital de Santa Bárbara, por casualidad vislumbramos en un monitor de computador las cifras de mortalidad de la recientemente constituida comuna de Alto Biobío, comuna que fuera creada como parte del acuerdo entre el gobierno de Lagos y las cuatro familias Pehuenche que se resistían a permutar sus tierras para la construcción de la central Ralco y que terminaron negociando un acuerdo avalado por la Organización de Estados Americanos, OEA.
En el documento, con el logo del gobierno de Chile y la identificación de la Unidad de Bioestadística del Servicio de Salud Biobío, cuyo título es “Mortalidad por 20 primeras causas de defunción, Comuna Alto Biobío, Año 2007” aparece -como la principal causa de muerte de ese año- las “lesiones autoinflingidas por ahorcamiento, estrangulamiento o sofocación en la vivienda”.
En otras palabras, el suicidio como principal causa de muerte entre los Pehuenche del Alto Biobío.
Luego de ruegos varios, logramos obtener una copia del documento. Enhora buena. Al examinar las cifras con detención vemos que curiosamente las tasas de suicidio están desagregadas entre aquellas autoinflingidas dentro de la vivienda y otras en “lugar no especificado”. Si bien esto parece corresponder a categorías usadas internacionalmente, es muy distinto hablar de 4 casos entre 36, lo que equivale a una tasa de 42.63 por cada 100 mil habitantes, a 6 casos entre 36, lo que equivaldría a una tasa ¡50% más alta!.
Es más, las cifras oficiales nacionales entregadas por el Ministerio de Salud mencionan sólo 4 casos de suicidio para ese año en el Alto Biobío, a pesar de que las cifras recopiladas en la localidad son substancialmente mayores.
Pero incluso con esa diferencia, las cifras del Ministerio de Salud muestran un incremento en el número de suicidios para al año siguiente 2008, a 5 casos.
Las cifras demoran bastante tiempo en ser procesadas y divulgadas. No se ha podido tener acceso a otras fechas del documento de las principales causas de mortalidad de la comuna cordillerana.
Pero a pesar de las dificultades en recopilar estadísticas completas y certeras –y posteriormente tener acceso a ellas-las autoridades han tenido que reconocer el grave problema e intentar implementar acciones para solucionarlo, aunque al parecer no se ha logrado variar las preocupantes estadísticas.
Un documento interno al que tuvimos acceso reconoce el alto nivel de intentos de suicidio en la zona Pehuenche y se señala alarma por la efectividad de los métodos utilizados para quitarse la vida.
Eficientes para matarse
“Es preocupante, que la prevalencia de intentos de suicidio obtenida en la comuna sea mayor que la media nacional, pero aún más preocupante es la elevada letalidad que alcanza esta causa, lo que podría explicarse debido a que los métodos más frecuentemente utilizados son de alta efectividad a la hora de quitarse la vida (ahorcamiento)” continua un estudio llevado a cabo por el doctor Nelson Inzulza y el sicólogo Alvaro Basualto, titulado “Intentos de Suicidio en Alto Bio Bío 2006-2007.
Ese año, la tasa del Alto Biobío, según las cifras del Ministerio en Santiago fue de 42.64 por cada cien mil habitantes, comparada con una tasa nacional de 11.6 por cada cien mil habitantes. Esto significa una tasa casi CUATRO veces mayor que la media nacional.
Es más, en el estudio encargado a los profesionales de la salud se habla de 7 personas fallecidas entre el año 2006 y marzo del 2007, pero esa cifra podría ser aún mayor.
Según la publicación pehuenche “Kume Rakiduam” de marzo del 2007, sólo entre noviembre del 2006 y enero del 2007 y sólo en una comunidad, la de Butalelbún, se quitaron la vida Clemencia Pereira Vita de 78 años, Alberto Rebolledo Manquepi de 18, Gabriel Paine Manquepi de 22 años y Humberto Pererira Manquepi de 17 años,
Tres de estas personas menores de 20 años. Lo que coincide con lo que señala el estudio encargado a los profesionales de salud, que indica que “el grupo con más intentos suicidas fue el de 11 a 20 años, con 8 intentos (36%)”.
Curiosamente, una de los lugares que fue identificado como primordial para la prevención fue el Liceo de Ralco, cuyo rimbombante nombre es “Liceo Técnico-Profesional Intercultural Bilingüe Ralco” El liceo fue financiado conjuntamente por el gobierno y la empresa Endesa, como compensación por los impactos de la represa Ralco y luego de fuertes movilizaciones y bloqueos de caminos ocurridos el año 1998.
Pero los jóvenes no están sólo violentándose a si mismos; algunos lo están haciendo con su entorno familiar.
El horror de los relocalizados
El caso de violencia intrafamiliar ocurrido recientemente al interior de la comunidad Allin Mapu, en el sector de La Peña, o El Huachi (la trampa en mapudungún) fue cubierto profusamente por la prensa, como suelen hacerlo los hechos de violencia más extremos.
La madre llamábase Eva Marihuan y tenía 54 años. Dos de sus hijos, Juan Antonio Marihuan Pichun de 31 y Juan Alejandro Marihuan Marihuan de 23 están detenidos y abrían confesado su participación en el asesinato, la quemadura y el desmembramiento de su madre.
Ocurrió todo en el sector adonde sobrevive el centenar de familias relocalizadas por Ralco y ha llevado a que finalmente la prensa, luego de más de diez años, comience a descubrir a estos relocalizados y a los de Pangue, la primera de las represas construidas en la zona. Estos últimos fueron relocalizados, ¡por segunda vez! por la represa Angostura, en construcción en las afueras de Santa Bárbara.
Según Claudio Gonzalez, sociólogo, profesor de la Universidad de Concepción y Doctor en Estudios Internacionales de la Universidad de Denver el impacto de la construcción de las represas en la zona ha significado un grave quiebre y uno de los principales motivos, junto al alcoholismo, que estás detrás de la alta tasa de suicidios.
“El impacto ha sido descomunal..y les está pasando la cuenta” reflexiona Gonzalez.
“Llegaron más de dos mil trabajadores a la zona..ellos tuvieron los peores trabajos, si los tenían..Cambió toda la morfología del Alto Biobío..muy rápido y violento el cambio” dice el profesor, que sabe de lo que está hablando.
Entre sus investigaciones recientes están dos proyectos en los que estudió la situación de las cerca de 100 familias relocalizadas por el proyecto Ralco.
“Ellos están aún peor..perdieron la conexión..perdieron todas las tradiciones” señala el profesor penquista
.Quizás la clave del cambio en la situación son los propios Pehuenche. Lo decía Jose María Pereira, de la comunidad de Trapa Trapa, padre de Humberto Pereira, quien se quitó la vida a los 17 años.
“Mis lágrimas y el espíritu encontrarán su consuelo cuando mi pueblo Mapuche-Pewenche encuentre su propia identidad y sea orgulloso por lo que es...que unidos podamos ser autónomos y que nosotros mismos autodeterminemos lo que es nuestro propio desarrollo como Pueblo libre y sin contaminación político-partidaria ni religiosa”.
Tres veces me he topado estos días con Aurelia Mariháun, hermana de la fallecida Eva. Aurelia fue una de las cuatro mujeres Pehuenche que resistieron hasta el final el proyecto hidroeléctrico de Ralco. Quizás por eso ha logrado sobrevivir de mejor manera.
Me cuenta que es el tercero de sus hermanos que muere asesinado. Y que un cuarto se había tirado al río por penas de amor.
Yo no se que decirle para consolarla, mientras miramos a la distancia el volcán Callaqui arriba en la cordillera.
Noto que sus ojos están llorosos. También los míos.
*Una versión mas extensa de este artículo fue publicada originalmente en el diario La Nación Domingo, en diciembre de 2010