La llegada de la Pandemia no sólo ha generado pánico en la población, también ha develado lo miserable del sistema que nos toca vivir. En efecto, una de las primeras medidas del gobierno de Sebastián Piñera, fue regular el precio del examen para pesquisar el Covid-19, a contrapelo de cualquier recomendación de manejo de una emergencia sanitaria de esta naturaleza: pesquisar gratuitamente de manera de identificar y neutralizar la propagación del virus.
Por Alejandro Nahuel / Mesa Regional por la Salud
Acá en el paraíso neoliberal la primera preocupación fue regular el precio, lo mismo se puede decir de otras medidas, por ejemplo, se llamó a suprimir el comercio callejero, pero las galerías y los Mall, santuarios del consumismo, seguían abiertos. Todo esto tuvo que ser abordado finalmente por el Gobierno por la presión de los trabajadores y la iniciativa de algunos alcaldes.
El gobierno no da pie con bola, llega tarde a todas las coyunturas, lamentablemente para la ciudadanía, se está jugando con la vida. De acuerdo con especialistas, las recomendaciones para una pandemia como la actual, más aún cuando se llega tarde, son básicamente tres: realización masiva y gratuita de pesquisas de Covid-19 con seguimiento de casos y aislamiento; cuarentena para minimizar los contactos interpersonales y evitar contagios; y medidas de compensación económica a trabajadores y trabajadoras, y pequeñas y medianas empresas para que puedan subsistir durante el periodo de cuarentena. Lo cual debe ir acompañado de campañas comunicacionales educativas y que por ningún motivo induzcan al pánico. Nada de esto ha hecho el gobierno.
El impacto de la pandemia
Las fases de una pandemia dependen del control que las autoridades sanitarias tienen respecto de la trazabilidad del contagio, es decir, de la capacidad de conocer cada contacto que una persona tuvo, de manera de aislar y controlar la velocidad de contagio. En ese sentido, el tiempo en que se toman las decisiones es literalmente vital, o mortal.
Un segundo punto importante es conocer qué se sabe del virus, y la respuesta es poco, dada su corta vida que se remonta a lo que ha pasado desde que apareció en China. Ahora bien, esto no impide formarse un juicio provisorio, que nos permita tomar decisiones políticas. En ese sentido se sabe que el virus es altamente contagioso; segundo, afecta gravemente a las personas mayores y aquellas con más de una enfermedad crónica como diabetes, hipertensión y enfermedades respiratorias agudas, todo lo se agrava aún más si coexiste con obesidad y tabaquismo, pues uno de los aspectos que afecta este virus con mayor intensidad es la capacidad respiratoria; Tercero, la mortalidad es baja en torno al 1% y 3% de los contagiados, lo que puede ser menor, pues aún no se sabe la población total realmente infectada.
Dicho lo anterior, entonces ¿por qué tanto alboroto con la pandemia?. Porque si bien, la letalidad es baja, el nivel de contagio es muy alto y, una parte de los contagiados demandará servicios de cuidados intensivos, cuyas camas son escasas en todos los sistemas de salud. De este modo, si la velocidad del contagio es muy alta, es@s enferm@s compiten por infraestructura sanitaria que recibe otras enfermedades también. Y esto último es muy relevante para Chile, pues a diferencia de los europeos que vienen saliendo del invierno, nosotros estamos entrando a los meses de bajas temperaturas, donde el virus se reproduce en mejores condiciones, y se juntará con los enfermos con influenza estacional, neumonías y sincicial que año a año saturan los hospitales públicos y privados. De ahí la importancia de aplanar la curva como dicen los epidemiólogos, es decir, procurar que los contagios no ocurran de una sola vez, sino que se distancian lo suficiente para que el sistema sanitario pueda responder de mejor forma.
La salud de la población no se reduce a lo biológico, sino que es parte del conjunto de aspectos materiales e inmateriales que modelan la vida social. En consecuencia, la salud de la población es fundamentalmente un problema político, es decir, de poder, y no biomédico o infeccioso únicamente. He ahí el por qué han existido tantas contradicciones en el cómo abordar el problema, tanto a nivel político como epidemiológico.
Hoy, más que nunca, los poderosos, los dueños del país no son capaces de representar los más altos intereses de la sociedad, es por ello que se requiere imperiosamente levantar las voces de l@s trabajadores y los pueblos que efectivamente sinteticen los intereses de la sociedad, y hoy esos intereses convergen en la defensa de la vida.
Estamos en presencia de un problema complejo, de muchas determinaciones simultaneas. En efecto, tal como hemos presenciado en el debate sobre la pandemia, éste ha girado en torno a la lentitud del gobierno por decretar cuarentena total, pues esa medida no se ha adoptado y ésta ha sido puesta en el tapete por el Colegio Médico, asociaciones científicas, alcaldes de derecha e “izquierda”, centrales sindicales, etc.
El gobierno, sin embargo, ha ido tomando otras medidas, por ejemplo, decretó Estado de Catástrofe, lo cual ha permitido que los militares volvieran en gloria y “bata blanca” a las calles, posteriormente se decretó toque de queda, que ya es una medida coercitiva al libre desplazamiento de las personas durante la noche. Y nadie se ha preguntado que tiene que ver eso con la pandemia, en qué ayuda a disminuir su impacto, nadie, ni los gremios de las clases medias acomodadas como el Colegio Médico, ni tampoco las centrales sindicales, todos sumidos en un pánico colectivo y con una incapacidad colectiva de dar tranquilidad a l@s trabajador@s y digámoslo, continuar la Revuelta Popular que no ha parado.
Distinta han sido las iniciativas a nivel territorial, donde en algunos lugares se ha venido organizando a la población. Es la propia organización popular, en algunos casos con ayuda de los algun@s trabajador@s de la salud, que han salido a realizar catastro de las poblaciones, buscando las personas enfermas o potenciales de enfermar de manera de registrarlas y ayudarlas, pues ahí en terreno se ha ido descubriendo la existencia de hogares de adultos mayores con poca movilidad, quienes efectivamente necesitan la ayuda de la comunidad para su cuidado, su alimentación, etc. En otros lugares se han aislado poblados, o ciudades por los propios vecinos, los niveles de organización son variados, pero lo rescatable para la lucha popular es la organización y autodeterminación, son los gérmenes de poder popular que en toda catástrofe surgen en el seno de nuestros pueblos, son esas las cosas que hay emular y difundir.
Decretar una cuarentena total no parece ser la mejor medida, si es que ella no es acompañada de al menos dos dimensiones de políticas. Por un lado, una política sanitaria planificada, que vaya en busca de l@s enferm@s; y por otro lado una política que asegure los ingresos a las familias, y la efectiva alimentación y seguridad en el hogar, en particular de aquellas mujeres y niñ@s que se verían expuestos al patriarcado y la violencia machista 24/7.
Una cuarentena, con toque de queda y despliegue militar no sirve para nada en términos de parar o neutralizar la pandemia, sólo sirve para amedrentar al pueblo, es decir, sirve a los intereses de las alicaídas clases dominantes, en eso no nos engañemos, ni menos engañemos a nuestros pueblos.
La urgencia de medidas económicas paliativas resulta evidente, pues la pandemia más tarde o más temprano, en mayor o menor grado, interrumpirá la disposición de la fuerza de trabajo en los procesos productivos, por una parte, y los mismo ocurrirá con todas las actividades vinculadas al abastecimiento de materias primas y distribución de mercancías, en consecuencia, la interrupción de la venta de bienes y servicios interrumpirá temporalmente la cadena de pago. En la práctica, ello significará que los patrones no obtendrán utilidades, y los trabajadores no obtendrán sus salarios.
Evidentemente, este proceso no sólo afecta a l@s asalariad@s, sino que a tod@as las personas que viven de su trabajo. Pensemos en las personas que venden jugos y frutas naturales en los centros de las capitales regionales, las personas que venden helados o confites en la locomoción colectiva, los trabajadores a trato de la construcción, trabajadores de servicios de gasfitería, zapatería, feriantes, cuidadores de autos, etc, etc Este conjunto de personas (Cuenta propia) que a enero 2020 alcanzaban 1,8 millones de personas, pero que considerando sus núcleos familiares bien pueden sumar 3,6 millones o más, ¿de qué vivirán mientras exista una cuarentena total?.
Las medidas paliativas del gobierno
El gobierno de Piñera ha vociferado con un paquete de medidas económicas histórico según sus palabras. Piñera comunicó un paquete por 11.750 millones de dólares, sin embargo, de esa suma, como todo lo que transmite el gobierno, tiene letra chica. En efecto, hay una manipulación burda de la información cuando se mezclan medidas que comprometen “gasto fiscal” efectivo con medidas que, por diferentes vías, difieren o reducen la recaudación fiscal.
El uso del 2% Constitucional para el sector Salud, en rigor, no puede ser interpretado como un aporte de nuevos recursos fiscales, ya que la Ley permite que dichos recursos puedan ser financiados con reasignaciones desde otras partidas del Presupuesto de la Nación, lo que ya se está llevando a cabo. En este sentido, es necesario exigir un compromiso explícito de que sean recursos frescos, sin desatender otras necesidades ya comprometidas en otros sectores, especialmente sociales.
Las medidas tributarias, que en su conjunto ascienden a US$ 5.590 millones (47,6% del total), corresponden en su mayor parte (US$ 5.170 millones) a la postergación en el plazo de pago de tributos (crédito fiscal por PPM, IVA, Renta y Contribuciones) y a una reducción efectiva de recaudación (US$ 420 millones) por Impuesto de Timbres y Estampillas. Ninguna de ellas es mayor gasto fiscal. Estas no corresponden a condonaciones, en la práctica son créditos desde el Estado a los contribuyentes pagaran en fechas posteriores.
La aceleración del pago a proveedores del Estado, equivalente a US$ 1.500 millones, en parte corresponde a saldar deudas vencidas que ya habían sido contraídas previo a la crisis, y al compromiso de pagar al contado las deudas vigentes y a 30 días los futuros compromisos. Ninguna de ellas es un compromiso de aportar mayores recursos fiscales.
La capitalización del Banco Estado (US$ 500 millones) corresponde a una transferencia patrimonial al interior de organismos del Estado. Tampoco es un compromiso de mayor gasto fiscal efectivo.
Pero lo más indignante es que se plantee que el paquete de medidas va hacia las familias: “proteger la salud, los ingresos y el trabajo de las familias chilenas”.
Las únicas medidas que van directamente hacia los hogares son dos: se compromete un Bono Covid-19 de $ $ 12.364 por persona, para un máximo de 2 millones de personas sin trabajo formal, por un total de US$ 130 millones, y un Fondo Solidario para el micro-comercio por US$ 100 millones, canalizado a través de los municipios.
Otras medidas como las que se relacionan con el Seguro de Cesantía (inyección de recursos fiscales por US$ 2.000 millones al Fondo y urgencia del proyecto de Ley sobre Protección del Empleo) trasladan la responsabilidad hacia los propios trabajadores, en la medida en que es el Seguro el que absorbería la mayor parte del gasto. En este caso además se deben tener en cuenta las restricciones para hacer uso del subsidio de cesantía, lo que reducirá mucho su impacto. Y claro, como no podía ser de otra manera, el gobierno postula que el trabajador se consuma los recursos de su cuenta individual, y una vez agotado ese fondo, entra a operar el Fondo de los 2 mil millones de dólares.
Por otra parte, la flexibilización de cobranzas de deudas por parte de Tesorería, solo constituyen una postergación de compromisos en el tiempo. El reconocimiento como gastos “aceptados” de las empresas los que se relacionan con la pandemia (que reducen utilidades y disminuyen pago de impuesto a la renta), claramente no van destinados a las familias, sino a las grandes empresas.
Estas medidas son MISERABLES en un contexto como el que se está recién iniciándose. El gobierno debe recurrir al endeudamiento externo colocando bonos en el mercado, donde dada las tasas actuales resultará relativamente muy económico, y adicionalmente se puede recurrir al Fondo de Estabilización Económico Social, manteniendo niveles de liquidez en la economía, y en especial a las familias de manera de mantener o amortiguar la caída de demanda efectiva.
En términos políticos, lo fundamental en una crisis como esta, es darle continuidad a la Revuelta Popular, en un escenario extremadamente complejo, donde debemos presionar por garantizar los flujos de ingresos a las familias, y para ello el Estado debe generar transferencias directas a las familias, el congelamiento de tarifas de servicios básicos de agua, electricidad, gas, telefonía e internet, e intervenir el sistema financiero de manera de asegurar liquidez en la economía por una parte, y por otra flexibilizar temporalmente los pagos de créditos por parte de las familias, que son las cargas financieras más relevantes de los hogares.
La nueva coyuntura demanda otros lineamientos políticos, de todas las propuestas que hemos revisado, podemos sintetizar, a modo de propuesta, los siguientes ejes a levantar por las organizaciones de trabajadores y del pueblo:
- Impulsar la huelga humanitaria por la vida y la salud de nuestros pueblos, dejando sólo las que son necesarias para la asistencia sanitaria y la alimentación
- Pago de salarios íntegros a los trabajadores y trabajadoras con contrato u honorarios
- Pago a trabajadores independientes y cesantes el equivalente a un salario mínimo por mes mientras dure la crisis
- Congelamiento de precios de alimentos, medicamentos y productos de higiene
- Entrega de canasta básica con alimentos y productos a las familias en situación vulnerable
- Congelamiento sin intereses al pago de deudas hipotecarias, de consumo y servicios básicos
- Que el Estado haga uso de las Reservas de estabilización social y económica que suman 12 mil millones de dólares.
- Libertad a los presos de la Revuelta Popular
Los tiempos que se abren nos van enseñando cómo se alza un pueblo, cómo se inauguran formas de organización y de lucha nuevas, con generaciones nuevas, y ahora la pandemia que inaugura formas de lucha inimaginables. Lo importante es entender que con esto que nos toca vivir se abre explícitamente la barbarie, si, la barbarie capitalista, y con ello la necesidad urgente de levantar un proyecto emancipador desde l@s trabajadores y los pueblos, que retome el humanismo profundo del pensamiento crítico y de las luchas de nuestros pueblos durante más de cinco siglos.