Hoy surcan nuevos aires, aires que fluyen en las conciencias de nuestros pueblos, aires que han dejado la tempestad de los años 80, aires que han olvidado lo confuso de la década de los 90 y sobre todo aires que se desprendieron de la timidez de los primeros años del siglo XXI. Vivimos expresiones concretas de movilización social, sectores avanzados de la clase trabajadora como del pueblo Chileno que se han cansado de vivir bajo las condiciones de explotación, opresión y marginación, han decidido defender sus legítimos derechos en la calle, con sudor, empuje, sangre, valor, coraje y templanza. Estas expresiones que se gestan por los rincones de nuestro país son pequeñas e incipientes pero han logrado generar desasosiego en la clase dominante y en el bloque en el poder (nueva mayoría-alianza), cuestionamientos, críticas y aprehensiones al sistema político que es fiel reflejo de una democracia restringida o dictadura neoliberal se escuchan por todos lados. Dentro de estos sectores más dinámicos y que han logrado re-articularse política y orgánicamente se encuentra el movimiento estudiantil, que hoy sin duda es consecuencia y tendencia del largo proceso de acumulación histórica del movimiento de masas, desde las primeras décadas del siglo xx con la primera oleada reformista, pasando por el periodo pre revolucionario de los 60-73, a la contrarrevolución y la lucha por los derechos humanos en dictadura, como las marginales luchas por créditos, becas y aranceles de los años de “transición”.
Hoy el movimiento estudiantil ha logrado a través de la movilización posicionar en el inconsciente colectivo la situación en la que se encuentra la educación Chilena, una situación crítica, paupérrima y precarizada. Siendo útil para la minoría de este país en dos sentidos, primero para extraer ganancias a través de la mercantilización de la educación y segundo como pilar ideológico para reproducir el capital cultural de la clase dominante y la lógica de pensamiento único que nos imponen. En ese sentido, la educación se encuentra tensionada por varios intereses, desde sectores más conservadores, recalcitrantes a sectores más liberales y “progresistas” y los propios intereses del movimiento estudiantil como del conjunto del pueblo.
El gobierno de la Nueva Mayoría ahora tiene dos objetivos claros: en primera instancia es cerrar este ciclo de movilizaciones sociales que se abre el 2005 y en segunda instancia recomponer esta potencial crisis de legitimidad y representatividad del sistema. Para esto intenta impulsar una serie de reformas como concesiones para apaciguar y amortiguar los conflictos, entre estos la reforma educacional, que en ningún caso viene a satisfacer las demandas históricas que el movimiento estudiantil ha levantado, como la gratuidad, democratización, calidad y el acceso entre otros. Además hoy vemos al ministro Eyzaguirre pactando con la derecha, revalidando el lucro, la selección en los establecimientos y desvirtuando lo que significa la gratuidad. Por lo tanto somos enfáticos en decir que esta reforma solo es un perfeccionamiento y ajuste neoliberal a nuestra educación, no responde a nuestros intereses ni aspiraciones.
Hay una gran y antigua fábula China que es muy bien explicada por Mao Tse Tung. Se llama el viejo tonto que removió las montañas, y es menester traerlo a la palestra en estos momentos de claroscuros del movimiento estudiantil. Esta fábula relata la historia de un viejo que vivía en unas praderas las cuales se encontraban obstruidas por dos gigantescas montañas, él para quitarlas del camino asistía cotidianamente con sus hijos y un par de palas a excavar y quitar un poco de tierra. A l mismo tiempo existía otro viejo al cual lo apodaban el sabio, que con su grandilocuencia y actitud ególatra emplaza al viejo tonto y le dice ¡qué tontería la que estás haciendo!, ¿De verdad crees que podrás quitar esas montañas?, ante esto el viejo tonto le responde que independiente de esto después de que el muera seguirán sus hijos, después los hijos de sus hijos, sus nietos y así sucesivamente, ¿Por qué no podremos derribar las montañas?, si estas no crecen y con cada pedazo de tierra que le arrancamos estas decrecen más. Ante tan consecuente acto Dios se apiada y comprende la inclaudicable tarea de este viejo, su constancia y decisión, y extirpo ambas montañas, refutando las palabras e ideas del viejo sabio.
¿Pero qué significa esto en nuestros días y contexto?. El movimiento estudiantil se encuentra en una encrucijada, ataca o cede ante la ofensiva y maquinaria burocrática del gobierno, somos los viejos tontos que más que nada con corazón, ímpetu, pundonor, sueños y esperanzas deseamos y trabajamos profundamente por transformar el sistema educativo en su conjunto y ante esto debemos pelear con dos montañas gigantescas, el poder político ( nueva mayoría y su gobierno) y el poder económico ( empresarios de la educación), que no cederán sus privilegios egoístas ante la necesidad de todo un pueblo. Nos tratan de utópicos, añejos, idealistas, inmaduros, etc, pero el poder de la razón, la organización, la lucha es más fuerte que los impíos argumentos de estos vende patrias. Es por esto que nuestra lucha es de largo aliento, prolongada y estratégica, queremos una nueva educación para una nueva sociedad, y es en estos momentos críticos donde debemos mantener la constancia del viejo tonto, su tozudez, golpear, golpear y golpear, por muy pequeños y poco profundos que sean estos, la acumulación de estos golpes hará ceder al enemigo, la única forma de imponer nuestra voluntad a él es a través de la fuerza, la fuerza de la movilización de masas, esto es lo que debe hacer el movimiento estudiantil, si queremos victorias debemos ir por ellas, lo complejo de la situación es que es un sector minoritario del movimiento estudiantil el que está discutiendo, creando, proponiendo y luchando, debemos hacer que el conjunto de este sienta la necesidad de luchar. La justeza de nuestras demandas hará prender la chispa para así poder quemar la pradera.
En este escenario actual con un gobierno al cual se le abren distintos flancos a través de movilizaciones de distintos sectores, con fisuras y contradicciones internas, con el piso político de no estar legitimando ni validando su reforma neoliberal en las mesas de dialogo, tenemos una brecha la cual debemos explotar al máximo, necesitamos victorias mínimas que nos permitan tomar aliento para mantener la lucha, es por esto que no debemos dejar que se cierre este ciclo de movilizaciones, y para esto existe una sola elección, lucha y organización. Ahora es cuando debemos pasar a la ofensiva, retomar la iniciativa y atacar al gobierno en nuestro terreno, en la calle, donde más le duele, con la fuerza y el poder de los y las estudiantes. Levantar procesos de movilización surge como necesidad histórica para evidenciar que existen vastos sectores del movimiento estudiantil que rechazamos esta reforma, su carácter insuficiente y su maquillaje barato. Si nos hemos levantado no ha sido para quedarnos en la mitad del camino, sino para llegar al final, queremos una educación al servicio del pueblo y esta la conquistaremos en la medida que avancemos en conjunto con los demás actores sociales por la educación en aspectos programáticos pero sobre todo ejerciendo poder, y este poder debe ser desatado en momentos precisos que nos permitan poner las relaciones de fuerzas a nuestro favor, y ante esto decimos, ¡ahora es cuando!., ahora es cuando debemos abalanzarnos como una ola contra la roca, ahora es cuando debemos desatar la pujanza del movimiento estudiantil para emplazar, golpear y debilitar al enemigo. Si deseamos remover las montaña necesitamos palas y la voluntad política de atacar.
Gabriel Proboste. Vice Presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción.