Dilma Rousseff ni abrió la boca. Sólo bastó que apareciera en la pantalla del estadio Arena São Paulo, en la apertura del Mundial, para que el público blanco y rico que consiguió ir al juego, el mismo al que tanto busca agradar la presidenta, irónicamente la abucheara. Es innegable que los de la verde amarelo que únicamente quieren festejar los juegos, sienten que algo no está bien con el Mundial. Incluso, las decoraciones de calles y ventanas, que en cada Mundial se transforman en parte de la estética urbana, sólo aparecieron el día de la apertura. A la mitad de la escena que antecedió el juego entre Brasil y Croacia, un niño indígena que soltó en medio de la cancha una paloma, mostró también un pedazo de tela rojo que pocos vieron en el que se leía “demarcación de tierras ya”, en alusión a la política brasileña de suspender la entrega de las tierras tradicionales a indígenas. Así fue la inauguración de la “fiesta” que más ha llenado las arcas de la FIFA en toda la historia.
A algunos kilómetros de ahí, la policía antidisturbios reprimía violentamente dos manifestaciones en un sólo operativo. Una protesta se concentró frente al Sindicato de Trabajadores del Metro, reuniendo a movimientos sociales, centrales sindicales y partidos políticos con la principal demanda de reinstalar a los 42 trabajadores del Metro despedidos durante la huelga de la semana pasada. La otra protesta fue organizada por el colectivo “Si no hay derechos, no habrá Mundial”. Bombas, tiros con balas de goma, decenas de heridos. Un escenario similar al de, por lo menos, las otras seis ciudades sede del Mundial.
De este manera comenzó otro junio intenso en Brasil. En entrevista con Desinformémonos, Juliana Machado, militante del Comité Popular del Mundial (colectivo de grupos e individuos organizados contra los impactos y las violaciones a los derechos humanos de la Copa del Mundo), habla sobre la militarización que hoy vive Brasil, las demandas y las articulaciones de los movimientos sociales.
Una demanda recuente en la prensa y en la población son los gastos del Mundial. ¿Quién pagó los estadios? ¿Cómo ve el Comité el tema de los gastos?
Es obvio que la población en general, por sentido común, se preocupa cuando escucha que el Mundial costó 14 mil millones de dólares y que va a generar lucro a empresas privadas, como la FIFA y sus patrocinadoras. De hecho, el tema de los gastos es más complicado que esto. ¿Quién pago? Es una articulación de los tres niveles de gobierno. Por el gobierno federal, hay financiamiento público para construir los estadios del Banco de Desarrollo de Brasil (BNDS) y de la Caja Económica Federal. Sólo dos estadios son privados: el del Corinthians (Arena São Paulo), en São Paulo y el de Atlético Paranaense, en Curitiba. Esos dos estadios recibirán incentivos fiscales de los gobiernos municipales y de los gobiernos del estado de São Paulo y Paraná. Pero el resto, por ejemplo el estadio de Brasilia, que costo 500 millones dólares fue financiado por el gobierno del Distrito Federal.
El gobierno federal ha dicho que no es correcto decir que ellos tuvieron muchos gastos, porque los principales costos fueron asumidos por los gobiernos locales. Pero ayudó con el financiamiento. Un financiamiento facilitado por ellos. Con tasas de interés muy por debajo de los del mercado. Un incentivo muy grande del Estado brasileño para empresas que construyen estadios y obras de infraestructura, decisión que nunca fue discutida con la población.
Ahora, no es correcto decir que porque no hubo gastos con el Mundial, no los hubo en salud y educación. Porque el presupuesto de salud y educación es un presupuesto vinculado por ley y es mucho más grande que el presupuesto del Mundial. La verdad, una cosa no impide la otra.
El problema de los gastos es un problema del préstamo de dinero publico con intereses bajos y el uso de dinero publico para fomentar el lucro privado, temas que no fueron discutidos con la población, principalmente porque van a generar una deuda publica a los gobiernos, uno de los grandes legados negativos del Mundial. Es por esto que queremos una auditoria publica y la cancelación de la deuda que produjo un lucro de 4.5 mil millones de dólares para la FIFA. Es el lucro más grande en la historia de la FIFA.
¿Cuáles son las principales reivindicaciones que tienen el Comité Popular del Mundial?
Todavía en el tema de los gasto, uno que nos preocupa en relación al Mundial es el de seguridad publica. Más de mil millones de dólares) fueron invertidos por el gobierno federal en seguridad para los mega eventos, incluidos la Copa de las Confederaciones, el Mundial de 2014 y las Olimpiadas de 2016. También la visita del Papa a Brasil en 2013, considerado un mega evento de acuerdo con la Ley General del Mundial. Estos cuatro mega eventos recibirán una inversión para la seguridad pública que representa una ocupación militar de la ciudad. Una muestra de todo esto es la represión que la gente vive desde el año pasado, también se puede observar en las Unidades de la Policía Pacificadora (UPP), en Río de Janeiro, o en la militarización de la cracolandia, en São Paulo.
Este es el gasto que más nos asusta. Buena parte de este dinero se gastó en contratos del gobierno brasileño con el Estado de Israel: en empresas de seguridad israelís que prueban sus instrumentos de represión contra los civiles del pueblo palestino. Cooperación que existe tanto en la compra de armas y tecnología, como en entrenamiento.
Más allá de la seguridad, nuestra demanda es por la libertad de manifestación antes, durante y después del Mundial, como un derecho fundamental para garantizar que la gente pueda reivindicar todos los otros derechos.
También reivindicamos vivienda digna: fueron removidos 250 mil personas en todo el país por las obras del Mundial y de las Olimpiadas. Con el Mundial en Itaquera, en los alrededores de la Arena de São Paulo, hubo una valorización de más de 97 por ciento en el precio de la tierra. Junto a este preció subieron las rentas y miles de personas están siendo indirectamente expulsadas de sus casas. Una muestra notoria de esta especulación inmobiliaria es la Ocupación Mundial de Pueblo, que tiene mas de cuatro mil familias a dos kilómetros del estadio.
Otro punto: el trabajo ambulante. Hoy algunos pueden trabajar como ambulantes durante el Mundial pero para Ambev, Coca-Cola o McDonald’s y en condiciones precarias de trabajo. Algunos trabajadores ambulantes prefieren esta condición que la de ser detenidos, perseguidos, violentados y su mercancías robadas. Son alrededor de 600 trabajadores ambulantes en los que el municipio medió para registrarlos con las empresas patrocinadoras del Mundial. El problema es que en São Paulo existen 138 mil trabajadores ambulantes. Un dato de 2011, por lo que probablemente sean más. Esta estrategia de permitir que menos del 1% sea registrado es una estrategia para crear un discurso falos de que este sector fue incluido.
Hablando de esto, en el centro de la ciudad vi algunas personas usando una camiseta que decia “Población en situación de calle: los primeros eliminados del Mundial”.
Exactamente, existe también el asunto de la población en situación de calle. Desde 2010 fuimos percibiendo un recrudecimiento de la violencia contra esta población. Organizaciones que trabajan con ellos estiman que hay 20 mil personas hoy en São Paulo, resultado de la política de producción de sin techo, que es la política de desalojos. En fin, con una beca para rentar de 134 dólares, estas personas no logran pagar la renta y viven debajo de los puentes, principalmente en las calles del centro de São Paulo y en las avenidas que llevan al Itaquerão (estadio Arena São Paulo), como la Radial Leste, donde hay cada vez más acciones violentas de la policía antidisturbios, la Guardia Civil Metropolitana y la Operación de Limpieza Urbana, que son camiones de basura y trabajadores contratados a empresas tercerizadas por el ayuntamiento para “limpiar” a la ciudad.
El quinto punto es la explotación sexual. Se sabe que existe el tráfico humano interno y externo al país, y de explotación sexual, principalmente infantil. Recibimos denuncias en el Comité Popular del Mundial de niñas de 11, 12 y 13 años en los alrededores de la construcción del estadio Arena São Paulo, en Iatquera . Esas niñas vivían en las favelas cercanas al estadio, que están amenazadas de desalojo y que no tienen acceso a saneamiento, luz, agua y, además de estar amenazadas por el conflicto por la propiedad de las tierras de la favela, sus cuerpos son explotados y vendidos a través de las redes de explotación sexual.
Los gobiernos han promovido una campaña de prevención de la explotación sexual, que tiene en cuenta únicamente los treinta días que dura el Mundial y a los turistas que vienen de fuera. Ponen carteles en los aeropuertos, grupos de control en las puertas del estadio en día de juego, etcétera. Sabemos que son inofensivos porque las redes de explotación están distribuidas, y crecieron durante la propia preparación del evento. Estas denuncias nos llegaron desde 2012. No sabemos cuanta información no llega. Además de la infantil, existe la explotación de mujeres, de transexuales y de transgénero.
¿Qué fútbol es el del Mundial?
El Comité Popular no es contra el fútbol. No es contra la fiesta del fútbol. Pero es contra el robo del fútbol – que es el deporte más popular, por excelencia en Brasil – por las mafias que son la FIFA , la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) y sus patrocinadores, así como la televisora Globo, que es la emisora de los juegos. El fútbol se transforma en una mercancía al ser vendida entre el comercial de un patrocinador y otro; y los aficionados son los consumidores.
Al mismo tiempo, no hay inversiones en el fútbol de base en Brasil. El propio proceso de especulación inmobiliaria y transformación de las ciudades está acabando con los campos de fútbol de base de las periferias. Percibimos una profunda elitización de los estadios, y el Mundial es la corporación de este proceso.
Contra este modelo, nosotros afirmamos que otro Mundial es posible, otro fútbol es posible. Fue pensando en esto que organizamos las dos Copas Rebeldes. Y vamos a realizar la tercera durante el Mundial.
¿Qué es la Copa Rebelde?
Es un campeonato popular no competitivo, sin árbitro, donde tenemos 32 equipos de los movimientos populares. Tenemos el equipo de la Ocupación Esperanza, el equipo del Rancho Sãn Francisco en Guarulhos (amenazados de desalojo), el equipo de la población en situación de calle, el equipo de la Marcha de la Marihuana, el equipo del Movimiento Passe Livre…
La Copa Rebelde trae visibilidad a otro fútbol y también otra forma de pensar el espacio público. La Copa la hacemos en un terreno en el centro de São Paulo. Es un terreno público donde se pretende hacer una gran sala de baile para la élite, un espacio suntuoso, de ostentación, al que obviamente la población no va a tener acceso. Este espacio ha sido usado por los equipos del barrio que juegan fútbol todos los fines de semana y donde se constituyó un tipo de campamento de la población en situación de calle, algunos usuarios de drogas, que fueron removidos por el “programa brazos abiertos” del municipio, en una operación de limpieza.
En fin, la idea de la Copa Rebelde es mostrar que es posible hacer un Mundial con trabajadores ambulantes vendiendo sus productos, con la población en situación de calle haciendo una rueda de samba, con batucada de los movimientos de la juventud, la Marcha de la Mariguana entonando sus cantos, con las ocupaciones encontrándose. Creemos que ese es el gran legado del Mundial de 2014: la articulación de los movimientos desde abajo, inventando otra forma de manifestarse, otra estética de la calle, que dribla a la policía, que invita al estado para bailar y que va a buscar romper el bloqueo construido alrededor de nuestra libertad de manifestación.
¿Cómo se encuentra la ofensiva del Estado desde el punto de vista de la criminalización de las luchas?
Entendemos que ya hace algunos años existe un proceso para cerrar el cerco a las luchas populares. Ese proceso, que se da cotidianamente en las periferias reprimiendo los saraus (tertulias populares con música, poesía y arte), la música funk, el hip hop, el grafiti, es un proceso que ahora esta en el centro del escenario del conflicto, que esta en el centro de la ciudad, la avenida Paulista, vías que son comúnmente tomadas por los actos callejeros y las manifestaciones.
Además de la inversión en equipos, cámaras, centros de control, la propia Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN), admite que viene monitoreando las llamadas de celulares de activistas, correos electrónicos y redes sociales.
¿Qué son los averiguaciones previas políticas?
Una de estas averiguaciones está sucediendo aquí, en São Paulo, pero la verdad es una acción nacional que sucede en varias ciudades, como Rio de Janeiro, Porto Alegre, Fortaleza, Recife, Brasília. Aquí la averiguación es realizada por la Policía Civil la cual no busca, como debe ser por ley, investigar un crimen, sino investigar personas involucradas en la organización de manifestaciones o que participan de actos, incluso de personas que no participan de estos actos públicos pero que publican en sus redes sociales sobre las protestas.
Esta averiguación investiga a más de 300 personas en São Paulo. La policía ha venido intimando a algunas para que testifiquen, algunas han rechazado comparecer pero con este rechazo, que es el derecho al silencio, la policía busca que las personas testifiquen coercitivamente. Hubo casos con órdenes de cateo y órdenes de aprensión. En Porto Alegre hubo un caso en que a los militantes del Comité Popular del Mundial del Bloque de Luchas contra el Aumento, les confiscaron libros de Bakunin, Emma Goldman, como posibles pruebas de acción criminal. Si esto es democracia, entonces ya no sé que es dictadura.
¿Cómo está el problema de la tipificación del crimen de “terrorismo?
Además de las averiguaciones previas, existe un frente en el Congreso y en el poder judicial. De manera general, el Congreso Nacional tiene más de 10 proyectos de ley que buscan regular las manifestaciones, por ejemplo, restringiendo el lugar, el horario y con la autorización de la policía. Una postura absolutamente contraria a la decisión del Supremo Tribunal Federal, que en 2011 dio una decisión muy importante a la Marcha de la Marihuana, después de una gran lucha, señalando que el Estado no puede limitar el derecho constitucional a la manifestación.
Vivimos un momento en que el poder legislativo busca limitar este derecho, con el apoyo del poder ejecutivo, que también envió sus propios proyectos. Dentro de estos proyectos, dos nos preocupan bastante. Una es el Propuesta de Ley 499/2013, que tipifica el crimen de terrorismo como causar, infundir terror o pánico generalizado mediante amenazas a la integridad física de personas o bienes. En esta definición tan abstracta y amplia, la paralización de una vía o una huelga de los trabajadores del Metro pueden ser encuadradas como acciones terroristas. Y también esta la Propuesta de Ley 508, que aumenta las penas de crímenes cometidos durante manifestaciones.
Hubo prisiones preventivas de militantes, pero nadie permanece detenido. Principalmente de militantes anarquistas. Existe una embestida que busca asociar el movimiento anarquista a prácticas supuestamente criminales. Últimamente los medios de comunicación intentan asociar la táctica black block en las manifestaciones de las calles con el Primer Comando de la Capital (PCC), supuestamente una facción criminal de São Paulo.
¿Qué es lo que los movimientos sociales buscan?
Seguir en las calles, pero también buscar otras formas de manifestarse. El Movimientos Passe Livre recientemente se encadenó al edificio de la Secretaria de Seguridad Pública para denunciar esta embestida contra las luchas populares y tuvo repercusión.
¿Cuáles son las perspectivas de lucha para este momento en São Paulo?
Construimos, durante tres años, la estrategia de promover debates en las ocupaciones, en las comunidades afectadas, con los trabajadores, con la juventud, en fin, debates sobre todos estos temas para difundir información. El Comité también produjo muchos materiales, periódicos, panfletos, videos, etcétera. Son nuestras formas de contra informar sobre lo que significa este Mundial.
Ademas de la Copa Rebelde y de los actos callejeros, hemos pensando en acciones lúdicas, para debilitar la violencia policíaca, invitar al Estado para bailar con nosotros. Una de esas acciones fue el 6 de junio, día del juego amistoso de Brasil, cuando realizamos un escracheo en la casa de José Maria Marín. Marín es el presidente de la CBF, del Comité Organizador Lugar del Mundial (COL por sus siglas en portugués), uno de los responsables por el asesinato de periodista Vladimir Herzog en la dictadura militar, ex-gobernador bonico de la dictadura y gran representante de la mafia FIFA-CBF Este escracheo tuvo como tema los 10 muertos en los estadios del Mundial, los 3 muertos en otros estadios que fueron construidos siguiendo el mismo modelo del Mundial y los 14 muertos que tuvimos en las manifestaciones desde junio de 2013.
Entre otras cosas, estamos ayudando a organizar la Copa do Moiho, campeonato popular de fútbol en la Favela do Moinho, la ultima favela del centro de São Paulo y el cual va durar el mes entero. Fue ahí, inclusive, que hicimos una mani(fiestación) el día de la abertura del Mundial. Una fiesta en la que invitamos a “hacer una cuadrilla” de las fiestas populares de junio, haciendo referencia a estas fiestas del mes. Festejos que son una de las manifestaciones populares de la cultura brasileña que la FIFA prohibió en las ciudades sedes del noreste, para que no hubiera competencia con las fiestas de los patrocinadores. De este modo inauguramos el mes de luchas que viene.