[resumen.cl] La Coordillera de Nahuelbuta unió y dividió a dos territorios de nuestra región: En su vertiente occidental, la zona del carbón (Coronel, Lota, Arauco, Curanilahue, Los Alamos y Lebu) y en contra parte, su vertiente oriental, una zona rural conformada por las extensas comunas de Santa Juana y Nacimiento.
Desde inicios de la república, en la primera mitad del siglo XIX, la frontera sur del Bio Bio fue colonizada por campesinos sin tierra y bandidos que provenían -fundamentalmente- de Concepción y Ñuble, quienes se establecieron en la abandonada vertiente oriental de Nahuelbuta (Bengoa, 2007). Con el auge del carbón en el Golfo de Arauco, durante la segunda mitad del siglo XIX, esta zona campesina se transformó en abastecedora de los campamentos mineros que crecían en la otra vertiente de la cordillera, de cara a la zona costera y que se fueron transformando en pueblos, ciudades y puertos (Nghuin, 2011). La demanda era tal que, las caravanas de carretas con productos de los campos, salían desde el norte del Bio Bio, de las actuales comunas de Chiguayante, Hualqui, San Rosendo y Yumbel, cruzaban hasta Santa Juana por medio de balsas y se internaban en la Cordillera de Nahuelbuta para caer en los poblados de Schwager, Coronel, Lota, Curanilahue y muchos otros lugares mineros.
En esa amplia zona minera y agrícola siempre existieron bandidos, algunos con características de bandidaje social (Valenzuela, 1991; Valdés, 2006), el más famoso de ellos fue “El Pajaro Niño”, quien habitaba en el sector de “Casas Viejas” entre Lota y Colcura, hacia el interior de la Cordillera. Existen diversas versiones en torno al nombre de este personaje, algunos señalan que era a causa de sus vestimentas, especialmente una chaqueta de cola que combinaba con un pantalón negro y camisa blanca; otros señalan que desde muy niño integró una banda en la cual su especialidad era lanzarse desde los árboles, volando como un pájaro, para envolver de frente a los conductores de carretas o carruajes.
Con los años, el “Pájaro Niño” lideró su propia banda, que recorría los cerros y campos entre Santa Juana, Lota y Arauco, sembrando el terror entre las caravanas de campesinos y comerciantes. Los campesinos más poderosos -dueños de grandes predios y con influencias políticas-, se dieron a la caza de la “banda del Pájaro Niño”, para lo cual se crearon guardias privadas, se trajeron policías a los caminos de Nahuelbuta, ofreciendo sendas recompesas y se pagaron soplones; sin embargo, todos los intentos de captura del “Pájaro Niño” fracasaban, lo que hacía más grande su leyenda.
La fortaleza de la mítica banda se escondía en el carácter social que tenía, pues se cuenta que siempre repartió sus botines con los más humildes, con los habitantes de las montañas de Nahuelbuta, de Lota, Colcura, Chivilingo, Laraquete, Carampangue y Arauco, los relatos dicen que ayudaba a las viudas y los huérfanos de los mineros muertos en las faenas o cuando se desataban las huelgas, también se narra que el Pájaro Niño y su banda escondían a los perseguidos sindicalistas y obreros alzados contra la explotación empresarial. Cuenta la leyenda que hubo más de 14 grandes operativos para dar con el Pájaro Niño, solo en el último de estos, y tras ser delatado por un traidor, fue encerrado entre medio de los cerros, entre Lota y Colcura, donde cayó abatido a balazos.
El dolor por su muerte no solo fue para su banda, o para los habitantes de Nahuelbuta, o los huérfanos y perseguidos de la región minera, sino que también los propios campesinos de Santa Juana, Hualqui y otros territorios campesinos sintieron un gran dolor por su muerte, tanto así que cada carreta siguió pagando un peaje al Pájaro Niño, su gruta -instalada al borde de un camino cordillerano en Nahuelbuta, antes de bajar a Lota-, la que siempre permaneció llena de velas y ofrendas que entregaban principalmente los campesinos de las carretas de las caravanas.
Esa zona de Lota, el Arrejón, siguió siendo a lo largo de la historia del carbón y posteriormente hasta nuestros días, una zona de bandidaje social, donde los camioneros hasta el día de hoy suelen pagar peaje en dinero o especies, fue la zona de los perreros en los tristes años dictatoriales de recesión económica, quienes robaban carbón para ellos y botaban a las calles el resto para los más humildes.
Bibliografía :
Nghuin, Diccionario Enciclopedico de la Región del Bio Bio
Bengoa, José (2007). Historia de los antiguos mapuches del sur, Catalonia: Santiago de Chile.
Valdés, Mario (2006). Historia sociopolítica del Concepción contemporáneo, Escaparate: Concepción.
Valenzuela, Jaime (1991). Bandidaje rural en Chile central: Curicó, 1850-1900, Dibam: Santiago de Chile