El rapero del bus por Irarrázaval

“La Revolución no será televisada” (Graffitti de los 70)

Voy dormitando en el primer asiento, detrás del chofer de un Transantiago, por Irarrázabal. Con el sueño cabeceo (mucho más que los seleccionados del fútbol chileno). Vengo de donde Parker & Rosales, y llegar a ellos es cansador, trabajar con ellos es cansador, volver desde ellos es cansador. Porque el trabajo con ellos es doblar voces para el film que sobre myself hicieronParker&Flores, y el doblar esas voces ya pronunciadas me hace recordar un capítulo más de “Grandes Fracasos del Rock Chileno”. Y la vez en que nos mandaron la comida al baño, que a su vez era el camarín, y yo, en un tardío y vano gesto por galvanizar el temple de los músicos que me acompañaban, les decía: “Es nuestro trabajo, somos obreros de la música” y cosas así, y Juanito repetía lo que yo decía y al final nos reímos y parecíamos conejos en lo ingenuos que éramos.

Y esa noche a Parker le escamotearon desde el baño-camarín-comedor, una cinta con quemante material de denuncia -¿de denuncia dije?-. Sí, me respondo a mí mismo, de denuncia de los “Grandes Fracasos del Rock Chileno”-. Entonces ustedes imaginarán cuán grande y circular era mi cansancio al tener que repetir esos parlamentos y recordar la pérdida.

En eso repentinamente sube un ruido al bus. Es algo parecido a la música. Como diría Cage, si los que se incomoden con este ruido y no puedan llamarlo música por considerar ese concepto sagrado e intocable, entonces sustituyamos la palabra “música” por “organización del sonido”.

Entonces sube esta “organización del sonido” por la puerta trasera del bus. Se difunde esta “organización del sonido” de un par de parlantes de una radiocasetera (instrumento del siglo pasado), chillona y cargada a los agudos. Pensé en un “auditor” al cual se le habían caído los audífonos de su fuente emisora de música u organización del sonido o ruido blanco, si se tratara de definir “eso”.

Sin aviso ni carraspeo alguno una voz gruesa de adolescente se impone en el espacio del bus. El ruido en realidad son bases de hip-hop y sobre esas bases va la voz de este joven e ignoto artista chileno, rapeando con versos sencillos y punzantes la realidad de las poblaciones con millones de jóvenes sin mayor esperanza de estudiar o trabajar y que caen en la pasta, y describía a “las hermanas chicas”, que -como recuerdo él decía- se tenían que prostituir por motivos de subsistencia. Todo esto en medio del cinismo chileno que “descubre” cada cierto tiempo la prostitución de menores. Se “adelantó” varios meses con la “noticia” en todo caso. Y todo el rato.

Luego empezó con un ejercicio delirante. Se puso a improvisar rimas sobre los y las habitantes circunstanciales de ese bus. Y este ejercicio nos sorprendió a todos y todas. Pues era un tirar y tirar rimas describiendo los rostros, las miradas, la expresión corporal de pasajeras y pasajeros. Todo con un gran respeto a esa manada de cansados y cansadas casi inermes ante lo que podría haber sido una provocación. Un humor muy fino se filtraba entre los versos. Al final de esta parte dedicó unas rimas “al señor chofer, que también es un trabajador”, etc., etc.

No estará representando a Chile en la Feria del Libro de Guadalajara, ni en la Próxima Cumbre del Rock, ni del Funk, ni del Pop, ni del Folk, ni en el Día de la Música, ni en Pulsar, ni en La Batuta, ni en la cena de la Sociedad del Derecho de Autor, ni en la Radio Uno, ni en la radio Corazón, ni en Canal 13, ni en el 7,ni en el 9, ni en el 11; no estará ni en cable ni en televisión abierta. Porque ese artista chileno es la Revolución; grita por un cambio de estructuras económicas y sociales, y como toda revolución no es transmitido por la televisión.

Por Mauricio Redolés

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