El Estado chileno no resultó ser un tigre de papel. Sino más bien, un saco de grasa que, como señalaba Ruperto Concha “capaz de absorber muchos golpes sin inmutarse, sin cambiar ni de forma ni de contenido, hasta que el que lo golpea se queda sin fuerzas y sin haber conseguido nada.”
Desde los grupos dominantes, las estrategias a seguir están dadas por criterios científicos y con décadas de aplicaciones de método de ensayo y error.
En la guerra, nunca se debe subestimar al oponente.
La razón porque menciono esto, es porque me parece que en el mundo social-popular abunda la ingenuidad. Muchos confunden la caída de Piñera y de la oposición, coyunturalmente, con la caída del Estado. Y caen, sin quererlo, en la vieja e ingenua esperanza que vendrá algún gobernante bien intencionado, que mejorará las condiciones del pueblo, pues no elaboran ideas ni proyectos materializables, conformados en la práctica social que permitan visualizar una salida al sistema de dominación. En el fondo, lo que quiero decir, es que se confunde el enfrentamiento al poder con el enfrentamiento a la representación del poder. Tras la representación, siempre puede haber otra.
Como decía la Violeta:
“Miren cómo sonríen los presidentes cuando le hacen promesas al inocente. Miren cómo le ofrecen al sindicato este mundo y el otro los candidatos. Miren cómo redoblan los juramentos, pero después del voto, doble tormento.”
¿Qué viene después de Aysén? ¿Qué significa Aysén y las redes de solidaridad levantadas a lo largo del país?
Podríamos señalar sin temor de equivocarnos, que el gobierno chileno nunca tuvo fuera de sus lazos el conflicto social. Con su tozudez característica, aplicó criterios de guerra de baja intensidad en Aysén, y aprovecharon de socializar por todo Chile lo que Carabineros hace cuando un pueblo entero se levanta, no solo los estudiantes. Sorprendieron e indignaron a muchos, pero por sobre todo atemorizaron. Derramando sangre, pero sin un muerto. Concluye, aunque solo sea mediáticamente, con el conflicto en Aysén a pesar de la traición denunciada por los pescadores artesanales, transformando a un vocero, en un líder social.
Golpeado en su popularidad, sacrifica un próximo gobierno para legitimar el sistema. Para humanizar el capitalismo.
Siempre habrá una Bachelet que salve el sistema.
En otras palabras, tenían las armas letales, pero carabineros no las usó. Un pueblo desarmado contra una policía autorizada para utilizar sus armas letales, no habría podido extender su lucha como la extendió el movimiento en Aysén. Y con el control mediático que ejercen, podrían haber presentado como víctimas a carabineros.
El movimiento patagón es una representación, una forma con un determinado contenido de poder social, para-institucional. Su victoria es, principalmente, de carácter simbólico: un pueblo luchando legitimado en el siempre manipulado sentido común. Y eso es bastante; un paso más allá de las luchas estudiantiles, pues el movimiento patagón era esencialmente transversal, lo que por consecuencia debía y debe ser el movimiento estudiantil.
Pero, mas allá de las formas que toma el enfrentamiento contra las políticas de Estado, para saber si el movimiento avanza o retrocede debemos tener en claro que es lo que concebimos como Estado en el mundo social-popular. Si el movimiento no tiene claridad acerca de lo que es y significa el Estado, no encuentra las herramientas necesarias para fracturar el sistema de dominación. Pues no se puede dar una lucha política gravitante, si no se cuestionan las relaciones de poder, y no solo sus formas o representaciones. Una de las victorias importantes del Ministerio del Interior fue presentar al vocero de una asamblea como un líder social. Dar reconocimiento al líder, probable candidato en las próximas elecciones, mientras a las asambleas se les apalea; la relación de poder se mantiene intacta pues la política es de los profesionales, y no del calor de las asambleas, las demandas sociales y la lucha en las calles.
No importa quien sea el próximo concejal, alcalde, diputado, senador o presidente, el movimiento social-popular debe ser capaz de articularse y fortalecerse independientemente de quien utilice los espacios de representación institucionales. Y para ello se debe fundar el proyecto popular. Al calor de la lucha.
A tomar el cielo por asalto