Con el 70% de las actas procesadas, el régimen de Bukele se extenderá por otros cinco años tras acumular más de un millón y medio de votos en un hito que el mandatario ha catalogado como histórico para la democracia. Sin embargo, su gobierno arrastra diversas vulneraciones e incumplimientos que profundizan la ya agrietada democracia salvadoreña.
Por J. Arroyo Olea
Este domingo El Salvador vivió sus elecciones presidenciales, donde seis candidaturas disputaron el sillón presidencial.
El resultado no ha sorprendido a nadie. El actual presidente, Nayib Bukele, fue el ganador de la jornada donde miles de salvadoreños se pronunciaron en las urnas, optando por su reelección pese a ser inconstitucional.
Incluso, previo a tener resultado alguno del Tribunal Supremo Electoral de El Salvador, Bukele anunció su triunfo en su cuenta de X (ex Twitter), transmitiendo posteriormente su discurso por la misma red social bajo el nombre de "La verdadera democracia".
El hecho es que, con el 70,25% de las actas procesadas, Bukele acumula 1.662.313 votos, seguido por el candidato del FMLN con apenas 139.025. Una diferencia abismal.
[caption id="attachment_150227" align="alignnone" width="1200"] Votos por Partido Político a las 11:50 hrs., 05/02/2024 | Fuente: TSE El Salvador[/caption]
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Así, El Salvador ha optado por profundizar el régimen instalado por Bukele con una alta popularidad que deja en las sombras el historial de vulneraciones e irregularidades que ha ido dejando: la negociación impulsada por el régimen que arrastró una matanza en El Salvador, la inconstitucionalidad de su candidatura presidencial, la hambruna generalizada para la población, la nula transparencia referida a la inversión y utilización del Bitcoin como moneda nacional o la liberación ilegal de uno de los líderes pandilleros de la Mara Salvatrucha-13 son ejemplos de aquello.
El militante de Nuevas Ideas ha sido referente para la población salvadoreña como también un foco de atención de organizaciones y partidos a escala internacional. Bajo la instauración de un sostenido régimen de excepción que ha desmotando garantías constitucionales, el gobierno ha logrado desmantelar a las pandillas en El Salvador, hecho crucial para el país tras décadas viviendo bajo su dominio en las poblaciones.
Ese hecho -desarticular las pandillas- ha dotado de gran popularidad y respaldo a Bukele, pasando las vulneraciones que ha impulsado a un segundo plano. Hay quienes declaran, desde una mirada crítica, que el régimen de Bukele representa la instauración de una dictadura institucionalizada, la cual se ha hecho con las grietas de la democracia salvadoreña. Hoy, esa dictadura vendría a legitimarse, al mismo tiempo que profundizar y hace explotar las grietas de El Salvador.