Cuando escaseo el agua, Essbio no apareció por ningún lado. Hasta el día de hoy, hay lugares donde no hay suministro del vital elemento. Tras la catástrofe, cuando hubo un completo abandono de parte de las autoridades centrales y locales. Pero además de individualismo de parte de las personas, también hubo organización y solidaridad. Esta es la historia de Jaime, un vecino solidario, poblador que abasteció con su puntera Huachicoop, Higueras, Letelier, Gaete, Santa Clara, Santa Luisa, Santa Marta, Coorvi e incluso San Marcos.
Tres días después de la catástrofe la electricidad llegó a la casa de Jaime. Gracias a ello, la puntera oculta de su patio pudo proveerlo de agua. Primero fue su familia, luego sus amigos y tras ellos, una cantidad inmensurable de vecinos. “Cuando llegaba alguien con unos tarritos, no podías negarle algo tan necesario como el agua. Les decíamos que trajeran envases más grandes y que le avisaran a más gente. Y así nos fuimos organizando para turnarnos en la repartición. Si teníamos agua en esas cantidades, ¿qué sacabas con quedarte con agua que no ocupabas y que era tan necesaria para la gente, que con la desesperación hasta peleaban entre ellos?”.
En la esquina de la estructura que sostenía la puntera, se observaba un pequeño tarrito que colgaba y que decía aporte voluntario. Según nos relata Jaime, la idea fue de los mismos pobladores que iban a buscar agua y que no sabían como cooperar. Gracias a esos recursos se pudo pagar la cuenta de la luz: cerca de $90.000.
Muchas cosas sucedían en las interminables filas de aquellos días. Entre las anécdotas que nos cuenta mientras ríe, Jaime nos señala que hubo desubicados que enjuagaban envases de 50 lts. y luego botaban el agua al suelo “la misma gente los echaba de la casa”. En otra oportunidad, los vecinos iban a buscar agua a la cocina mientras ellos almorzaban, cuando la puntera estaba en el patio. Además nos cuenta, “varios pololeos se armaron en las filas”.
Cuando los días pasaron el cansancio abundó en estos vecinos solidarios. Pero “no por la gente, la gente estaba súper ordenada, lo que nos agotaba era estar todo el día repartiendo, desde las 7 am hasta las 11 pm más o menos. Así que ordenamos un poco más la cosa y arreglamos horarios de repartición. Hacíamos excepciones eso sí, si venía alguien de muy lejos no nos íbamos a negar”
La puntera de Jaime abasteció varios sectores de Talcahuano por unas 3 o 4 semanas. La gente después de un tiempo aprendió el sistema: envases chicos a un lado y grandes al otro, horarios definidos de repartición y cuidado de los equipos. Así fue hasta que llegó el agua a algunos sectores.
Cuando le contamos la fechoría de Essbio de cobrar el agua a los damnificados que ni siquiera tenían casa, y que encontraron las boletas sobre los terrenos, nos respondió que “es una frescura total. La gente en esta tragedia mostró su lado bueno, pero las empresas se comportaron desvergonzadamente. Hay gente que perdió sus boletas y como no tienen las boletas para comprobar que han pagado, tienen que hacerlo de nuevo. ¿Quién va a ir a buscar una boleta a una casa que a veces ni siquiera existe ya?”.
Al preguntarle acerca de lo que más valoró esos días, nos respondió que “sin que haya ni carabineros ni una autoridad mayor, los vecinos se lograron organizar y ordenar para algo tan necesario como lo es el agua y que a todos les tocara según su necesidad”
La privatización de un recurso natural tan vital como el agua ha generado que la vida de la población entera dependa de una empresa. Las punteras son ilegales, a menos que paguen ciertos derechos. Pero la situación fue bastante sencilla: con punteras ilegales la gente pasó a llevar el negocio de Essbio y se abasteció de lo que necesitaba ¿Por qué entonces, pagar las cuentas del agua?¿Por qué entonces, el agua privada?
El caso de este vecino es uno de los muchos de nuestra región: gracias a ellos hubo agua en nuestros barrios. Por cerca de un mes, compartieron la puntera solidaria y colectiva levantándola contra el negocio privado e ineficiente, del empresariado individualista que controla el suministro de nuestro recurso natural.
“Nosotros hicimos varios pozos en otra comuna. Cuando excavas, a dos metros ya encuentras agua. Gracias a ello la gente pudo tener agua para el baño, para lavarse, etc Porque aunque muchos no lo piensen el baño si es necesario, si no se mantiene se genera un foco infeccioso de proporciones peligrosas”
Le preguntamos a Jaime acerca de la ilegalidad de extraer agua y que consideraba él acerca de adueñarse de los recursos naturales. Él nos contestó que “es incorrecto y es netamente porque quieren ser los dueños del agua, quieren tener el monopolio. No es porque el agua de las napas pueda hacer mal u otra cosa, sino que es porque ellos quieren ser los únicos abasteciendo a la gente”
Jaime nos señala que a pesar de que aquí no existe una “cultura de catástrofe”, muchas personas reaccionaron muy bien, muchas veces ayudándose, incluso sin conocerse. Cuando comparamos la utilización de las punteras con el saqueo de los supermercados, debido a su ilegalidad nos respondió que”fue la desesperación de la gente. Yo no fui a saquear, pero porque no alcance. Yo le comentaba a mi polola que iba a quedar la caga', porque la gente se iba a poner a pensar; hubo terremoto, no se van a abrir supermercados, no se va a abrir nada, ¿De dónde vamos a sacar?; Hay que ir a buscarlo. Yo creo que mucha gente reaccionó así en el momento. Al final el país tampoco se organizó para ayudar a los afectados, no se trato de organizar el abastecimiento de manera organizada para que fuera más ordenado. Además, muchos de los que abrieron se aprovecharon de la catástrofe para lucrar subiendo los precios.”
Hoy la puntera está seca, tras haber abastecido gratuitamente una necesidad básica de cuantiosos habitantes. Su uso reveló la necesidad imperiosa de contar con un recurso natural de carácter público y gratuito, que esté sobre los intereses mezquinos del empresariado.