Lo que se ha presentado como una reforma profunda y beneficiosa al sistema de pensiones, en los últimos 30 años, ha resultado ser solo una ficción. Más bien un engaño. El sistema de AFPs está siendo cuestionado en sus mismas bases y no precisamente por la clase política o los expertos, sino que por los directamente afectados: los trabajadores que cotizan en el sistema.
Desde mediados del año 2012, nuestra región ha sido pionera a nivel nacional en cuanto al desarrollo de la organización sindical contra el sistema de pensiones, gracias a la conformación del Movimiento Sindical por la previsión y la seguridad social. Un sinnúmero de marchas con miles de asistentes, actos y reuniones informativas, funas a las sedes de las AFPs en el centro penquista han formado parte de la ofensiva del mundo sindical ante lo que consideran el descarado abuso y robo de los grandes grupos económicos. Lo que no es menor pues ha puesto en la agenda informativa de los medios de comunicación el cuestionamiento y debate contra el sistema privado de pensiones.
Los últimos golpes
Cada vez que el sistema económico entra en crisis, el sistema de AFPs se resiente. Según el conteo del CENDA desde Julio del año 2007, cuando los fondos alcanzaron su valor máximo, el sistema ha perdido miles de millones de dólares de los chilenos a la fecha.
El chileno común y corriente no comprende la situación, fundamentalmente porque jamás se le ha dicho la verdad: el sistema de AFPs no es un sistema de ahorro, sino de inversión. Y no cualquier inversión, los fondos de los cotizantes se invierten, mayoritariamente, en los 5 grupos económicos más grandes del país quienes se caracterizan, precisamente, por capitalizar las ganancias y socializar las pérdidas. Como señala un informe del mismo Cenda, recientemente publicado “Dos de cada tres pesos que recauda el sistema de AFP, quedan enredados entre los administradores y los grupos económicos. “
Muestra de este inmoral aprovechamiento fue sin duda, el caso de las repactaciones unilaterales en La Polar, caso que estalló el año 2011. No fueron los gerentes de las Afps, ni tampoco los de La Polar quienes asumieron los costos del escándalo-cabe recordar que su condena fueron clases de ética empresarial-, sino los cerca de US$ 700 millones de los cotizantes. En el caso las AFPs se presentaron como víctimas, pero varias investigaciones periodísticas mostraron que las gerencias de las mismas sabían de los riesgos inminentes de invertir en la tienda del retail.
Como si eso no hubiese bastado, a partir de este año se descubrió que entre los años 2009 y 2011, Julio Ponce Lerou, ex yerno de Pinochet y dueño de Soquimich, había realizado triangulaciones de dinero entre empresas relacionadas, utilizando información privilegiada para beneficiarse y perjudicar a los socios minoristas. Vendió acciones de empresas relacionadas a precios inferiores al mercado, las compró a través de otras empresas relacionadas, para finalmente venderlas a un precio mayor. Hizo caja con los minoristas: fue el vitoreado caso Cascadas. Lo que no fue vitoreado, sino más bien sistemáticamente silenciado, es que las AFP tienen invertido en las “cascadas” US$ 757,9 millones. Muchos estiman que las pérdidas son superiores a las del caso La Polar. El Abogado de accionistas minoritarios pide diez años de presidio efectivo para Julio Ponce Lerou.
El 5 de Octubre.
La movilización nacional del reciente 5 de octubre marca un precedente. En Santiago, Puerto Montt y Concepción, miles de trabajadores aglutinados en la Coordinadora Nacional contra las AFPs, salieron a marchar con sus familias por el fin al sistema privado de pensiones, la derogación del artículo 3500 que las creó y la construcción de un sistema de previsión que sea de reparto y solidario. En otros términos, que sea un sistema de pensiones y no de inversión privada.
En Concepción la marcha tuvo particulares ribetes, pues FFEE, por orden de la Gobernación provincial, detuvo la marcha apenas se inició a pesar de haber estado autorizada. Los manifestantes tras increpar a carabineros, decidieron replegarse y avanzar por otras calles para llegar al acto programado. La movilización terminó con un par de trabajadores detenidos por increpar a carabineros en el centro penquista.
Se hace necesario aclarar la propuesta de los trabajadores, pues la clase política ha intentado maquillar de diversas formas el sistema; aumentando la edad de jubilación, aumentar el porcentaje de las cotizaciones y últimamente, la propuesta legitimada por Bárbara Figueroa, presidenta de la CUT, la creación de una AFP estatal. Medidas que no se acercan un micrón al problema, pues la base del asunto es que los fondos de los trabajadores se utilicen como pensiones y no como inversión en el sistema especulativo, independientemente los administren los privados o el Estado.
El sistema de reparto cumple con una de las principales características que exigen los movilizados, es decir, dar pensiones dignas, pues en él son los trabajadores activos que mantienen a los pasivos, a través de un sistema directo que evita sistemáticamente el sistema financiero y la especulación con las jubilaciones. Un sistema solidario que evita la capitalización individual, cuya fragilidad hace que a lo largo de los años y los vaivenes del mercado se empobrezcan los ahorros del trabajador, para reemplazarla por un fondo común y fresco que paga directamente a los pensionados.
Las movilizaciones van en alza, y se programan muchas más para las siguientes semanas. Varios sindicatos y organizaciones gremiales han señalado la necesidad de llamar a una paralización productiva para presionar contundentemente a la clase política y empresarial y conseguir finalmente el reemplazo por un sistema de reparto solidario y tripartito – es decir, donde aporten los empresarios, el Estado y los trabajadores.
Y la casta política empresarial acusa golpes al tratar de proponer reformas que no toquen la privatización de las pensiones, debido a la centralidad del papel de las pensiones en el sistema financiero, pues los capitales de las pensiones se han utilizado como colchón financiero de los grandes grupos económicos desde su creación. Y que acusen golpes es importante, pues acabar con el nefasto sistema sería fisurar una de las claves del “moderno” modelo chileno: desenmascarar a este capitalismo sin capital. Más bien dicho, al capitalismo que utiliza como fuente de acumulación no solo el trabajo mal pagado, la gratuidad de los recursos naturales y los regalos tributarios, sino también la expropiación legal, pero inmoral, de nuestras jubilaciones como fuente de riqueza ajena.