Las elecciones del próximo 11 y 12 de enero para renovar la directiva de la histórica Federación de Estudiantes de Concepción (FEC), acaparan la atención de la opinión pública en la región y el país. Se espera una masiva participación de estudiantes durante este proceso, debido a la efervescencia vivida en esta casa de estudios durante todo el 2011. La relevancia de la organización en el movimiento estudiantil, es otro elemento que llevará a diversos actores sociales y políticos a involucrarse de lleno.
Tras las derrotas sufridas en las universidades de Santiago y Valparaíso, fenómeno que se extiende a otras ciudades del país, los bloques políticos tradicionales: Derecha y Concertación+PC, ven en las elecciones de la FEC su ultima posibilidad de instalarse como un actor gravitante, en un movimiento que nuevamente marcará la agenda el próximo año 2012. En función de ello agotarán todos los recursos y utilizaran todas las armas a su alcance.
Esta posibilidad de los partidos políticos tradicionales de recuperar la FEC, se ven acrecentadas por la dispersión de esta nueva izquierda estudiantil en la UdeC, la cual se mostró incapaz de llegar a acuerdos en la conformación de listas, presentándose con plataformas distintas a la próxima cita de enero del 2012.
Viejas prácticas que se niegan a morir
Desde afuera de la universidad se valoró un discurso revitalizador de la política, cristalizado en la crítica al funcionamiento de los partidos políticos y a la inexistencia de democracia en las instituciones. La política logró definirse como participación y toma constante de decisiones, lo que generó un indeterminado número de aprendizajes en el movimiento social en general.
Estos logros se ponen en cuestión en el momento en que las listas que concentran a quienes fueron caras visibles de las recientes movilizaciones tomaron la decisión de ir separadas, disputando electoralmente la FEC, dejando una interrogante sobre los grados de profundidad del discurso unitario y de bases.
El inalcanzado acuerdo, por parte de los estudiantes movilizados, es sintomático de que la vieja concepción de la política, no se ha superado, al menos cabalmente. Queda la idea de que ésta se hace desde la cúpula, por ello es tan importante ocuparla, al grado de arriesgar perder tal instrumento frente a los pactos electorales en bloque que han hecho las organizaciones defensoras de los establecido.
La FEC, ha dejado de ser un instrumento y se ha vuelto un fin. Eso se desprende de la conducta de quienes han pregonado la democracia directa y se han dispuesto a una disputa electoral.
La FEC es un espacio representativo, por lo tanto quienes están ahí, están sujetos constantemente al estudiantado. Desde este punto de vista, lo que importa no es quien esté en particular ocupando la FEC, sino que quien esté, lo haga representando la tendencia que esté por la transformación. Los incumplimientos se resuelven con democracia directa, si es necesario, la revocabilidad, que en ningún caso puede ser entendida, a priori como debilidad o caos, sino que puede representar un síntoma de vitalidad del movimiento.
Lo que importa es generar mayores grados de participación y compromiso con el proceso de lucha social, por lo tanto la tarea es convertirse en facilitador de la organización, en agilizador de la toma y la práctica de decisiones, en comunicador de problemas y buscador maneras de abordarlos. Los protagonistas son los estudiantes y la FEC, no es otra cosa un conjunto de recursos que aportan a este trabajo.
Creer que, "ganando la FEC" se conquista el cumplimiento de pretensiones particulares, no es otra cosa que reproducir la rancia cultura de la clase política. Resulta impresentable que tras décadas de cuestionamiento a la tutela de los partidos políticos sobre el movimiento social, hoy se apueste por instalar vanguardias autoproclamadas al interior del estudiantado y proyectar siglas, que lejos de direccionar políticamente, se están transformando, como lo demuestra la división para las elecciones de la FEC, en estorbo para el desarrollo del proyecto estudiantil y popular.
El movimiento estudiantil no puede olvidar lo relevante que es para el movimiento social de la región, que tiene en él un referente de gran importancia, es lamentable que primen nuevamente conceptos centralistas enquistados en nuestra cultura política, que terminan por dilapidar los esfuerzos de construcción a nivel territorial.
Son esas alianzas con los actores locales, ya sea con otras luchas estudiantiles, o con quienes están fuera del ámbito educacional, que darán la posibilidad de construir un poder local y popular, tras la construcción de confianzas y sentidos comunes entre todos.
Foto de Archivo: Estudiantes en el Puente Llacolén, 2011