Los resultados electorales han puesto difícil revalidar el gobierno de coalición que continúe con el programa exigido por los acreedores internacionales que, por su parte, rechazan que Grecia tenga libertad para renegociarlo. Nueva Democracia y Pasok ya apelan a la creación urgente de un gobierno de concertación nacional que continúe la política de recortes, tarea para la que se han quedado solos
Transcurrida la jornada electoral con relativa calma, los primeros avisos llegaron con los sondeos a pie de urna a los que siguieron la confirmación de los resultados definitivos. Los electores griegos confirmaban la fragmentación del voto vaticinada por las encuestas de opinión previas al inicio de la campaña electoral, pero la sorpresa venía por el fulgurante ascenso de la Coalición de Izquierda Radical (Syriza) y el serio revés recibido en las urnas de Nueva Democracia (ND) y sobre todo de los socialistas del Pasok.
Todas las opiniones coincidían en señalar lo reñido de unas elecciones en las que se dilucidaba la continuidad de las políticas impuestas desde Bruselas o el freno a un memorando de préstamo que ha sumido la economía griega en una crisis sin precedentes.
Pero parecía que los dos partidos mayoritarios, que durante décadas mantuvieron un respaldo electoral del 80 % no tendrían dificultad para revalidar su gobierno de coalición y de ese modo poder continuar con el programa exigido por los acreedores internacionales. La situación resultante no ha sido, sin embargo, tan halagüeña para los intereses de la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Lo ocurrido durante la campaña dejó fuera de pronóstico el impacto de los nuevos, y urgentes, recortes exigidos desde Bruselas, y supusieron un jarro de agua fría para los partidos favorables al memorando de préstamo.
Todo parece indicar que la presión de determinadas instituciones financieras internacionales y gobiernos europeos han sido contraproducentes para el resultado final de las elecciones.
Los ciudadanos, afectados por un drástico descenso de sus ingresos y el aumento récord del desempleo, han optado por a favorecer a pequeños partidos (algunos de ellos de reciente creación) que durante la campaña se mostraron contrarios a continuar con las políticas de recortes impuestas desde el exterior. Las consecuencias se verán en los próximos días, pero por lo pronto ND y Pasok ya apelan a un gobierno de concentración nacional con partidos favorables al memorando de préstamo. Reconociendo su derrota electoral el líder socialista, Evangelios Venizelos, pidió anoche de manera urgente la creación de una amplia coalición que continúe la política de recortes. Tarea para la que se han quedado solos.
El resto de grupos parlamentarios no quiere ni oír hablar del nuevo programa de recortes, anunciado días atrás por la UE y el FMI, que afectaría otra vez a los salarios de los funcionarios, al presupuesto de sanidad, incluiría la supresión de 150 mil puestos de trabajo en el sector público y pondría a la venta la totalidad de las empresas del Estado. Un paquete de medidas encaminado a reducir en 11.500 millones de euros el presupuesto público y que debería ser aprobado el próximo mes de junio.
El posible traspiés de los partidos pro-memorando ya fue anunciado el pasado viernes por el Instituto Internacional de Finanzas (IIF) -la patronal mundial de la banca- al hacer público un informe en el que exigía que ante un resultado electoral que provocara la formación de un gobierno de coalición débil, se designara «una administración de tecnócratas para hacerse cargo de la dirección del país a fin de garantizar la estabilidad».
A su vez un documento emitido por la Unión de Bancos Suizos desmentía la posibilidad de renegociar los acuerdos del préstamo, defendida por alguno de los partidos políticos durante la campaña, asegurando que ello «sugería un grado de libertad que [Grecia] no tiene».
También el ministro de Finanzas de Alemania, Wolfgang Schaeuble, entró en la campaña electoral griega para presionar a los votantes en favor de las medidas de austeridad, advirtiendo que en caso contrario el país podía ser forzado a salir de la zona euro, y retornar al dracma.
Un escenario que para muchos analistas supondría para Grecia una catástrofe sin precedentes mientras que otros calificaron tales declaraciones como un chantaje político inaceptable.
La situación hoy en Grecia está a un paso de confirmar los peores augurios de los denominados «mercados».