La maquinaria de la guerra se concentra en un punto del espacio, pero movilizan materia y energía desde los más remotos rincones del mundo. Sus efectos tóxicos también se esparcen mucho más allá del punto en el que caen las bombas.Por Omar Arach, UNPA-UNC | Publicado originalmente en Memoria, Revista de Crítica Militante, Nro 290, CDMX, pp 17-21.…puede que las máquinas destrocen lo que queda de las piedras pero la vida vendráporque esa es su maneracrear vidaincluso para nosotros…(Saleem Al Naffar)[1]Momento de peligroA poco de empezar la ofensiva israelí en Gaza comenzaron las escalofriantes comparaciones. En noviembre ya se había arrojado un tonelaje de explosivos con poder de destrucción similar a las dos bombas atómicas lanzadas en Hiroshima y Nagasaki. En diciembre se dijo que se había realizado un bombardeo nunca visto desde la segunda guerra mundial. También se dijo que era el más intenso bombardeo de los tiempos modernos en zonas densamente pobladas [2]. Al mismo tiempo también trajeron algo novedoso. Era la primera vez que se usaba la inteligencia artificial para ejecutar un plan de exterminio masivo. Dado que Israel es uno de los principales productores de armas en el mundo, el hecho preanuncia oscuras horas por venir. Pasado y futuro se congregan en este instante de peligro, en este momento oprobioso de la humanidad.La destrucción es sobrecogedora, y se acumulan los neologismos para tratar de describirla. Al ya aceptado por la legislación internacional de genocidio, se le ha agregado el de educidio, domicidio, urbanicidio[3]. Las cifras referidas a los asesinatos de niños aceptarian la palabra infanticidio[4]. Además se comenzó a utilizar el de ecocidio, un término acuñado para dar cuenta de la devastación ecológica de la intervención militar norteamericana en Vietnam[5]. Te puede interesar| A 76 años de iniciado el genocidio: Concepción se movilizó en apoyo a PalestinaEn Gaza las pruebas del ecocidio refieren a la destrucción del sistema de abastecimiento de agua y de tratamiento de líquidos cloacales, la contaminación del suelo y el aire con metales pesados, la destrucción de la totalidad de las áreas de cultivo y la polución del litoral marino, entre otros[6]. Un torbellino de procesos destructivos, que apuntan a convertir en realidad el anhelo del general retirado Giora Eiland, ex jefe del Consejo de Seguridad Nacional de Israel: “Israel necesita crear una crisis humanitaria en Gaza, obligando a decenas de miles o incluso cientos de miles a buscar refugio. . . Gaza se convertirá en un lugar donde ningún ser humano puede existir"[7].Nakba ambiental Mazin B. Qumsiyeh y Mohammed A. Abusarhan[8] utilizan la noción de Nakba ambiental, para hacer visible la dimensión ambiental de la catástrofe iniciada en 1948, con la violencia fundacional del Estado de Israel (Halper, 2021). Esto implicó la destrucción de una parte del mundo rural palestino, organizado en torno a aldeas campesinas muy antiguas, con sus pozos de aguas, sus modos comunitarios de tenencia y uso de la tierra, su agrobiodiversidad cultivada durante siglos, sus diversas confesiones religiosas, su interacción continua entre el mundo sendentario de los campesinos y el mundo trashumante de los pastores. Según Qumsiyeh y Abusarhan, el impacto colonial sobre el ambiente se manifestó en la remoción de árboles nativos y cultivos agrícolas de larga data y su reemplazo por pinos europeos que empobrecieron la diversidad, acidificaron el suelo y aumentaron la frecuencia de los incendios. La construcción de la densa red de carreteras y otras infraestructuras de servicio para los asentamientos israelíes ha implicado la pérdida de áreas de cultivo, pastoreo y recreación. La apropiación de las fuentes de agua, y de las principales cuencas hídricas, para emprendimientos y urbanizaciones ha llevado una “deshidratación” de palestina. Simultáneamente, la promoción de parques naturales y áreas protegidas ha buscado borrar la existencia de aldeas palestinas destruidas o impedir el ejercicio de la agricultura debido a estrictas medidas de conservación ambiental. Por lo demás, el traslado a los territorios ocupados de las industrias contaminantes, y su utilización como vertedero de desechos peligrosos, ha dañados viñedos y plantaciones de cítricos, y está teniendo impactos en la salud humana, con el incremento de enfermedades congénitas, cáncer, afecciones respiratorias y gastrointestinales (Hammad y Qumsiyeh;2013)En Gaza esta destrucción adquirió dimensiones hiperbólicas a partir del sitio iniciado en el 2007 y con los sucesivos bombardeos a los que fue sometida desde entonces[9]. En el año 2022, dos investigadores israelíes (Natasha Westheimer y Mor Gilboa) y un palestino (Khalil Abu Yahia[10]), publicaron un artículo acerca del modo en que Gaza estaba enfrentando los rigores del cambio climático y preparándose para los drásticos cambios que sobrevendrán y serán especialmente sentidos en los litorales marinos [11].Documentan allí un escenario acuciante. En medio de un panorama de severas inundaciones en densas áreas urbanas, drástico aumento de temperaturas, reducción del volumen de lluvia caída y un ambiente contaminado con el cocktail de metales pesados arrojados con cada incursión israelí, los palestinos intentan sostener estrategias de sobrevivencias que son sistemáticamente agredidas por los bombardeos y el bloqueo continuos. Gaza es un punto caliente dentro de un punto caliente, un vórtice donde la violencia militar de la conquista moderna confluye con los efectos perturbadores de la catástrofe climática, que es su contracara. Mientas caían las bombas en Gaza, en Dubai, en noviembre, se reunían los principales jefes de estado en el marco de la COP28, la reunión de países miembros de Naciones Unidas para afrontar el problema del calentamiento global y el cambio climático. Ghasan Abu Sitah, médico palestino[12] que había estado atendiendo en Gaza los heridos de tres hospitales durante las semanas anteriores, pronunció una conferencia titulada: la biosfera de guerra. Allí hablaba de las “zonas muertas” que buscan producir los ejércitos en sus incursiones guerreras. Un cambio violento en la materialidad del espacio, a fin de convertirlo en una necrósfera. Esto implica, además, la destrucción de cualquier práctica de cuidado que ayude a sostener la vida humana en el lugar. Por eso su conferencia mencionaba también a los 340 enfermeros y doctores que habían sido asesinados en Gaza hasta esa fechaLa biósfera de guerra y sus efectos necróticos no quedan confinados al polígono delimitado en la estrategia militar. Un estudio[13] sobre el monto de emisiones de gases de efecto invernadero generado por las incursiones de las Fuerzas de Defensa Israelí durante los dos primeros meses de guerra estimaba que las emisiones superaban el valor anual de emisiones de veinte países. El combustible para movilizar aviones y vehículos militares es suministrado por las empresas British Petroleum, Chevron, Exxon Mobil, Shell, Total Energies, Equinor, Eni, a través de barcos y ductos procedentes de Estados Unidos, Rusia, Azerbaiyán, Kazajistán, Brasil, Arabia Saudita, Emiratos Arabes Unidos, Egipto. Incluso a pesar de que los gobiernos de muchos de estos países, por ejemplo Brasil, condenaban públicamente las acciones de Israel. La maquinaria de la guerra se concentra en un punto del espacio, pero movilizan materia y energía desde los más remotos rincones del mundo. Sus efectos tóxicos también se esparcen mucho más allá del punto en el que caen las bombas.Expansión destructivaEl estado de Israel surgió como consecuencia del reordenamiento acaecido después de la segunda guerra mundial, en una región que era una encrucijada de procesos civilizatorios, étnicos y religiosos de antigua data, y que habría de ganar importancia geopolítica en tanto puesto de control sobre el flujo de recursos estratégicos para la máquina de acumulación global. Con ello también emergió ese rectángulo minúsculo que pasó a llamarse Franja de Gaza, el cual vino a funcionar como un gran campo de refugiados al que fueron a agolparse en sucesivas oleadas los palestinos expulsados por la limpieza étnica que aplicó Israel desde su misma fundación (Pappe, 2008).El historiador Enzo Traverso (2009) ubica a la segunda guerra mundial como el último estadio de una larga guerra europea de treinta años, que resultó de la colisión por expansión de los estados más poderosos, en el marco de un proverbial desarrollo de fuerzas productivas orientadas a la destrucción. Esta conflagración tuvo su epicentro en Europa, pero abarcó también sus periferias, y reverberó en otros lugares del planeta, con la vertiginosa mutación de un sistema mundial basado en imperios a otro organizado en estados nacionales en su fase imperialista (Arendt,1999).El mundo que vino después estuvo modelado por las instituciones que protagonizaron y administraron ese cataclismo de proporciones inéditas. Entre las innovaciones que dejó la gran guerra europea, está la indistinción entre fuerzas militares y población civil a la hora de ocupar un territorio (algo que había sido ensayado sistemáticamente en las posesiones coloniales europeas, Palestina entre ellas). La otra fue el desarrollo de sofisticadas tecnologías aplicadas al exterminio masivo de seres humanos mediantes métodos impersonales y a distancia. Con ello, señala Traverso, sobrevendría un proceso de amnistía y olvido, donde la responsabilización por los más horrorosos e inéditos crímenes cometidos quedaron secundarizados en la justicia de posguerra[14]. El 20 de enero de 1949, al asumir por segunda vez como presidente de Estados Unidos, Harry Truman, el mismo que cuatro años antes había ordenado arrojar las bombas en Hiroshima y Nagasaki, juró “por el bienestar de la nación y por la paz en el mundo”. Allí también propuso apartarse “del viejo imperialismo” y ofrecer al resto de las naciones “un programa de desarrollo basado en los conceptos de un trato justo democrático”.El desarrollo pasaría a ser la “lengua franca” dentro de un nuevo orden internacional, bipolar y con hegemonía estadounidense, amarrado a través de un entramado de instituciones políticas, económicas y financieras multilalterales que tratarían de ordenar la propulsión expansiva de la sociedad de mercado buscando de evitar que sus efectos monstruosos explotaran nuevamente en el mundo euronorteamericano. Las desigualdades existentes en el orden global pasarían a ser entendidas como diferentes grados de avance con relación al desarrollo. Los grandes proyectos fueron el vehículo a través del cual se buscaba canalizar esta expansión. En ellos se producía una síntesis inédita de poder público y privado, en donde el conocimiento científico pasaba a estar aplicado a los procesos tecnológicos y donde el desarrollo de las fuerzas productivas quedaba intrínsecamente articulado al de las fuerzas de destrucción, en el despliegue de una dinámica caracterizada por la dialéctica de la creación destructiva [15]. En términos más generales se consolidaría una ideología que normaliza la expansión, glorifica la transformación a gran escala y promueve la desatención a la fase destructiva de esta aventura[16].Uno de los más ambiciosos proyectos de investigación y desarrollo de la historia de Estados Unidos, acaso el más afamado y controversial también, es el proyecto Manhattan, creado para producir la bomba atómica. Los más relevantes proyectos de la actualidad están asociados al desarrollo armamentístico y la carrera espacial. Uno de los de mayor envergadura es el programa Joint Strike Figther para la modernización de aeronaves de combate[17]. Entre sus primeros productos está el F35, el avión militar más avanzado del mundo, que fue utilizado para los recientes bombardeos en Gaza. Hirschman señaló que lo que caracteriza a los grandes proyectos es que son “hacedores de rasgos” y modelan el perfil de las sociedades que los encaran (citado en Flyvberg, 2014:3). Vale preguntarse por los rasgos que estos proyectos ayudan a modelar. El desarrollo de Israel, genéticamente vinculado a Estados Unidos, ha estado apoyado en el despojo de recursos en los territorios ocupados, pero también en la monetización misma de la ocupación. El territorio palestino es utilizado como un laboratorio para la generación de tecnología bélica y securitaria, que cotiza en alza por estar probada en terreno (Lowenstein,2023).Chispas de esperanzaEn 1940, Walter Benjamin escribió las tesis sobre el concepto de historia. Allí se refiere a la alegoría del ángel de la historia, que está glosada en el título de este trabajo. El ángel es arrastrado hacia el futuro por el huracán del progreso, pero tiene la vista vuelta hacia atrás, y observa horrorizado la destrucción que deja a su paso. Para Benjamin, articular históricamente el pasado significa apoderarse de un recuerdo tal como este relumbra en un instante de peligro y encender allí una chispa de esperanza. Porque “tampoco los muertos estarán a salvo del enemigo si este vence. Y este enemigo no ha cesado de vencer” (Benjamin, 2008 :40).Ciertamente la justificación de las atrocidades del presente se hace en contigüidad con la justificación de las del pasado. Ante sus críticos, las autoridades de Israel argumentan que en conflictos anteriores: “…civiles inocentes pagaron el precio por la derrota de enemigos. En Hiroshima y Nagasaki, hasta 200.000 civiles perecieron después de que Estados Unidos lanzó bombas atómicas para forzar la rendición de Japón. En Irak, cientos de civiles murieron en Faluya cuando las fuerzas estadounidenses luchaban contra los insurgentes iraquíes, y miles fallecieron en Mosul en las batallas iraquíes y estadounidenses contra el Estado Islámico”. En esa justificación se puede leer también una amenaza hacia los perpetradores del pasado, si es que pretenden apartarse de las complicidades del presente[18]. Pero mientras ocurre el genocidio en Gaza millones de personas se movilizan para exigir un alto el fuego a lo largo y a lo ancho del planeta. En Europa y Estados Unidos, en África y Medio Oriente, en el Sudeste Asiático y en América Latina. Con los más diversos métodos y modos, según también las memorias que se activen. En Gernika, marcharon con la consigna “El mundo y la historia no pueden aceptar un nuevo Gernika”. En Hanoi se hicieron muestras fotográficas que evidenciaban las similitudes entre las imágenes de Gaza en ruinas y las del barrio de Kham Thien, bombardeado en 1972 por la aviación norteamericana.El oficial de la fuerza aérea norteamericana Aaron Bushnell escribió el 24 de febrero de este año: “A muchos nos gusta preguntarnos: ¿Qué haría yo si viviera en la época de la esclavitud? ¿O en el Sur de Jim Crow? ¿O el apartheid? ¿Qué haría si mi país estuviera cometiendo un genocidio? La respuesta es: lo está haciendo”. Al día siguiente, se trasladó hasta la embajada de Israel en Washington y se prendió fuego, gritando por una Palestina Libre. El 31 de marzo, siguiendo su gesto, Larry Herbert, oficial de la fuerza área de estados unidos, inició una huelga de hambre frente a la casa blanca, con un cartel que decía: “Un aviador en servicio activo se niega a comer mientras Gaza pasa hambre”.Los ejemplos se multiplican aquí y allá, como el del joven israelí de 18 años, Tal Mitnik, encarcelado debido a su rechazo a alistarse en el ejército porque “más muertes y más violencias no devolverán las vidas perdidas”.Hace pocos días, el 11 de abril, el Dr Ghassan Abu Sittah asumió como rector de la Universidad de Glasgow. En su conmovedor discurso inaugural[19] nombró todas las guerras en las que había estado como personal de salud desde hacía 30 años (en Iraq, Líbano, Siria, Gaza, Yemen) para decir que lo que había visto a partir del 9 de octubre de 2023 en Gaza no tenía parangón. Era la diferencia entre una inundación y un tsunami, porque en Gaza estaba testimoniando un genocidio. Y que allí había aprendido que el proyecto genocida es como un iceberg. Israel es la parte visible de un bloque en el que están Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Australia, Canadá y Francia, dando apoyo financiero, militar y diplomático.“Aquellos de nosotros que hemos visto, olido y oído lo que las armas de guerra hacen al cuerpo de un niño, aquellos de nosotros que hemos amputado los miembros irrecuperables de niños heridos, no podemos tener nada más que el máximo desprecio por todos los implicados en la fabricación, diseño y venta de estos instrumentos brutales. El objetivo de la fabricación de armas es destruir la vida y devastar la naturaleza. En la industria armamentística, los beneficios aumentan no sólo como resultado de los recursos capturados en o a través de la guerra, sino a través del proceso de destrucción de toda vida, tanto humana como medioambiental. La idea de que habrá paz o un mundo no contaminado mientras el capital crece mediante la guerra es ridícula”. La historia tiene sus paradojas y ofrece sus vindicaciones. Ghassan Abu Sittah recordó que el lugar al que él llegaba había sido ocupado en 1891 por Lord Balfour, el mismo que en 1905 había elaborado el acta de extranjería que impedía que los judíos víctimas de los pogromos en Rusia pudieran refugiarse en el Reino Unido, y que en 1917 había trazado la línea que definiría la partición de Palestina y el inicio de una catástrofe que llega hasta hoy. También recordó que en 1984 la Universidad de Glasgow nombró rectora a Winnie Mandela, durante los oscuros días del apartheid, régimen apoyado por la misma entente que acomete el genocidio de hoy[20]. Por esos días era impensable que aquellos oprimidos de entonces llegaran, cuarenta años después, ante el Tribunal Internacional de Justicia para defender el derecho a la vida del pueblo palestino y solicitar una investigación contra Israel bajo el cargo de genocidio.Se despidió con unas hermosas palabras de Bobby Sanders: Nuestra venganza será la risa de nuestros hijos.Notas
[1] Poeta palestino asesinado con su familia, en Gaza, durante un bombardeo israelí, en noviembre de 2023. El poema “Vida” fue traducido del árabe al inglés por Mosab Abu Toha.
[2] Philip Webber y Stuart Parkinson “Gaza: one of the most intense bombardments in history?” disponible en: https://www.sgr.org.uk/resources/gaza-one-most-intense-bombardments-history
[3] “Genocide and more: the varied forms of destruction in Gaza” https://www.middleeastmonitor.com/20240208-genocide-and-more-the-varied-forms-of-destruction-in-gaza/
[4] https://www.savethechildren.es/notasprensa/gaza-los-3195-ninos-y-ninas-asesinados-en-tres-semanas-supera-la-cifra-anual-de-ninos-y
[5] El término fue acuñado por el fisiólogo Arthur Galston, cuyas investigaciones sobre el ADN en vegetales fueron utilizadas por el ejército norteamericano para desarrollar el agente naranja y fabricar las bombas defoliantes utilizadas en Vietnam. Una paradoja que muestra a la vez la afinidad entre las investigaciones de la ciencia y los desarrollos de la industria bélica
[6] https://www.openglobalrights.org/israel-ecocide-contributing-to-forcible-displacement-gazans/
[7] Citado en Kenan Malik ‘There is no alternative’ is the last resort of those defending morally wrong acts https://www.theguardian.com/commentisfree/2023/nov/19/there-is-no-alternative-last-resort-defending-morally-wrong-acts-gaza-rwanda
[8] Disponible en https://magazine.scienceforthepeople.org/vol23-1/an-environmental-nakba-the-palestinian-environment-under-israeli-colonization/. Consultado el 15 de abril de 2024.
[9] La franja de Gaza fue bombardeada en los años 2009, 2012, 2014, 2021 y 2022. Algo que nos ayuda a recordar que esta “guerra” no inició con el sangriento ataque de Hamás, que ojalá nunca hubiera ocurrido
[10] Khalil Abu Yahia murió en noviembre de 2023, junto a su esposa y sus dos hijos, en la ciudad de Gaza durante un bombardeo israelí
[11] Disponible en: https://www.972mag.com/gaza-climate-breakdown-siege/ Consultado el 15 de abril de 2024
[12] De familia obligada a refugiarse en Khan Younis, en 1948, nació en el exilio, en Glasgow, donde acaba de ser ungido rector de la Universidad
[13] Realizado por un equipo de investigadores de las universidades de Queen Mary y Lancaster y del Proyecto Clima y Comunidad. Disponible: https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=4684768
[14] Entre los que se destacan los campos de exterminio implementados por los nazis alemanes, en donde perecieron seis millones de judíos (y también gitanos, musulmanes, disidentes y personas consideradas desechables); las dos bombas atómicas que arrojó Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki; la pulverización de las ciudades alemanas por la aviación aliada, entre abril y agosto del 45, cuando Alemania estaba militarmente derrotada
[15] Concepto de Schumpeter, que Berman (1998) utiliza para analizar lo que denomina la tragedia del desarrollo.
[16] Con los años, la proyección expansiva se ha dado las narices con los umbrales planetarios, y las consecuencias de la destructividad acumulada comienzan a retornar aceleradamente tornando más imprevisible un ambiente que se pretendía dominar y más inciertas y sombrías las perspectivas porvenir. Los cientistas de la tierra acuñaron la noción de antropoceno para dar cuerpo conceptual a esta esta mutación ecológica, acendrada a partir de la segunda mitad del siglo XX, con un fenómeno que llaman “gran aceleración” y que coincide, en tiempo y forma, con el desarrollo.
[17] El monto total del programa asciende el 1.1 trillones de dólares, que se aproxima a cuarta parte de la deuda económica de Estados Unidos con China (Flyvberg,2014)
[18] La cita anterior corresponde al artículo de Michael Crowley y Edward Wong para el New York Times, el día 8 de noviembre, titulado: Cuestionado por las muertes en Gaza, Israel señala el saldo civil de las guerras de EE. UU (Disponible en https://www.nytimes.com/es/2023/11/08/espanol/gaza-muertes-civiles-israel.html)
[19] Disponible en https://mondoweiss.net/2024/04/dr-ghassan-abu-sittah-tomorrow-is-a-palestinian-day/ (consultado el 15 de abril de 2024)
[20] Balfour era por entonces ministro de relaciones exteriores y escribió una carta con destino a la Federación Sionista de Gran Bretaña, donde expresaba que el “gobierno de Su Majestad contempla con beneplácito el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío”. No había en esa carta, luego conocida como Declaración Balfour, mención alguna al pueblo palestino. Por entonces, Inglaterra estaba estableciendo la autoridad de ocupación en Palestina, llamada Mandato Británico, que habría de existir formalmente entre junio de 1922 y mayo de 1948, momento de la creación del Estado de Israel.
Bibliografía Arendt, H. (1999). Los orígenes del totalitarismo. Madrid. Taurus.Benjamin, W. (2008). Tesis sobre la Historia. Y otros fragmentos. México. Itaka-UACM.Berman, Marshal. 1998. “Fausto o la tragedia del desarrollo” En: Todo lo sólido se desvanece en el aire. Madrid. Siglo XIXFlyvbjerg, B. (2014), "What You Should Know about Megaprojects and Why: An Overview," Project Management Journal, vol. 45, no. 2, April-May, pp. 6-19, DOI: 10.1002/pmj.21409https://arxiv.org/ftp/arxiv/papers/1409/1409.0003.pdfHalper, J. (2021) Decolonizing Israel, Liberating Palestine. Zionism, Settler Colonialism and the Case for One Democratic State. Standford, Pluto PressHammad, K y Qumsiyeh, M (2013) “Genotoxic effects of Israeli industrial pollutants on residents of Bruqeen village (Salfit district, Palestine)”, in International Journal of Environmental Studies, (disponible en http://dx.doi.org/10.1080/00207233.2013.823050)Lowenstein, A (2023). The Palestine Laboratory. How Israel exports the technology of occupation around the world. London. VersoPappe, Ilan (2008) La limpieza étnica de palestina. Barcelona. CríticaTraverso, E. (2009). A sangre y fuego. De la guerra civil europea, 1914-1945. Buenos Aires. Prometeo