Una preocupante señal deja el actuar de Endesa en Coronel, con el pago de indemnizaciones a pescadores y algueras perjudicados por el funcionar de Bocamina II. Al igual que en caso de la absolución de Martín Larraín tras haber atropellado y provocado la muerte de una persona sin darle auxilio, la lección que queda estampada es que cuando hay dinero, no importan los perjuicios causados.
Son casi 2 mil personas que recibirán un bono de 7 millones 100 mil pesos para cada uno. Si bien es incuestionable que los trabajadores deben recibir una compensación económica por el daño provocado por el funcionamiento de la termoeléctrica, la contaminación y los daños provocados por el proyecto energético de Endesa en Coronel son inconmensurables. En el caso de la gente de mar, no es solo acabar con una fuente de ingresos, sino también acabar con toda una cultura ligada a los recursos marinos.
Coronel es una comuna con altos índices de desempleo, que comienza con un parque industrial y practicamente finaliza con una termoeléctrica. Entre las poblaciones se hayan pesqueras, el puerto, chipiadoras, termoeléctricas y cementeras. Una verdadera zona de sacrificio que, como señala tal definición “El término "Zonas de Sacrificio" ha sido acuñado para reflejar aquellos lugares que concentran una gran cantidad de industrias contaminantes, afectando siempre a aquellas comunidades más pobres o vulnerables.” (OCEANA).
Si bien el proceso contra la termoeléctrica continúa en los tribunales ambientales, no es menor la sensación de impunidad frente al desastre medioambiental, social y económico provocado por la energética para quienes observan el conflicto entre las partes. Y por supuesto la lección que deja la impunidad de una empresa de tal magnitud: no importa la magnitud del crimen, en la medida que pueda pagar la impunidad.