Ernesto Carmona, periodista y escritor chileno, es Secretario Ejecutivo de la Comisión de Investigación de Atentados a Periodistas, CIAP-FELAP. Cerca de su casa, como cerca de la casa de “todo el mundo”, los estudiantes extienden banderas y despliegan su “arsenal” de música y consignas, alimentando una lucha que ya lleva más de cinco meses y no ha dejado de sumar adhesiones, en defensa de la educación pública y gratuita.
- Lucha y más lucha, con elevado tono político y fuerte contenido ideológico. ¿Cuál es la salida luego de varios meses de confrontación sin concesiones?
- No hay una salida predecible. Este gobierno -el de Piñera- es manejado por los duros, por los herederos del pinochetismo, quienes apuestan al desgaste del movimiento estudiantil, no sin atravesar el mismo gobierno su propio desgaste, su crisis. Hoy Piñera no llega al 29 por ciento de aprobación popular.
- De un lado la derecha ultramontana, genocida, y enfrente los estudiantes con el apoyo de grandes sectores de la población…
- Sí, es bien difícil. El gobierno después de tantos meses no puede resistir un conflicto tan largo, teniendo que resolver otros problemas económicos y sociales muy serios. Estamos ante un empate técnico en un contexto en el que sectores de la Concertación van a la cola de los estudiantes, lo mismo que hace la Central de Trabajadores y otros, que ven en estos jóvenes manifestaciones reivindicativas que van más allá de lo sectorial. Por momentos esto se parece a la Argentina del 2001. Recordemos que la mitad de lo que gana un trabajador se le consume mandando a un solo hijo a la escuela universitaria. Es un conflicto social muy severo. Un conflicto social, político y económico.
- Por lo masivas de las movilizaciones y por los objetivos tan definidos, más el acompañamiento social, está muy claro que, después del paso de la dictadura militar pinochetista, esta es la primera vez que Chile ha vuelto plenamente a la vida política, entendiendo ésta como la que también se sale del Parlamento, se vive en las calles, en las escuelas y universidades y se discute en las casas…
- Aquí hay una lucha de fondo, que podrá tener sus altos y bajos, pero que ha dejado y deja en claro la discusión central: un no rotundo a la injusticia que se provoca como consecuencia de que el tres por ciento de la población del país controla entre el setenta y el ochenta por ciento del producto, de la renta nacional, de la riqueza. Es muy determinante lo que se dirime y por eso es muy difícil que el gobierno se haga un harakiri ideológico y cambie el rumbo. Lo del desgaste del movimiento estudiantil, de haberlo, hay que sopesarlo dentro de una realidad global. Anoche veía algo parecido a esto en Colombia, estaba viendo también lo de los indignados en Wall Street y un hombre dijo que su plataforma era la de los estudiantes chilenos. Esta es una lucha, no solamente de los estudiantes de Chile, que se internacionaliza de distintas formas, porque el capitalismo está en crisis en todo el mundo.
- ¿Cómo se hace, en medio de esta efervescencia política y social, para no caer en un análisis ganado por el microclima?
- Es imposible caer en un microclima; estamos viviendo y hablando dentro de un movimiento social que comporta la participación de millones de personas, no de pequeños grupos. La clase media está decididamente involucrada en esta lucha. Esto no es una revolución, pero dentro de los canales de la institucionalidad existente tendrá que haber soluciones.
¿Cuál es tu visión acerca del rol de los medios de comunicación en el conflicto?
- Los medios ponen el acento en los desmanes, en la existencia de los encapuchados, en si hay enfrentamientos con los pacos (carabineros). Se dedican a remarcar hechos de violencia de pequeños grupos. Por sobre todo intentan desvirtuar y ningunear el reclamo legítimo de cientos de miles de estudiantes, acompañados por millones de personas. Pero, a pesar de que los medios quieren deformar la realidad, están obligados a dar cuenta de lo masivo del reclamo, de las grandes movilizaciones, de lo importante de las demandas, de cómo los dirigentes del movimiento estudiantil, jóvenes con una gran preparación política y teórica, se desplazan por el país y el mundo planteando con fundamentos sólidos el sentido de la lucha. Eso no lo pueden evitar los medios. Estamos ante jóvenes que demuestran una altísima capacidad de comunicación, a través de sus medios, de las redes, de haber entrado políticamente a un tema sentido por la gran mayoría de la sociedad.
- ¿Cómo ven ustedes, desde la CIAP, lo que ocurre aquí y en otros lugares de la llamada “globalización neoliberal?
- Excepto la “guerra” en México, ninguno de los países de la región vive las matanzas y desapariciones de periodistas como en los tiempos de las dictaduras militares; no estamos en un cuadro de situación como el de la década del setenta. Sin embargo, los periodistas que se atreven a denunciar el funcionamiento del gran aparato del crimen organizado son asesinados o amenazados. México, Colombia, Perú y Honduras son los mayores exponentes del problema. La CIAP, en sus informes semestrales elaborados con datos de fuentes propias, mantiene actualizadas a las organizaciones de la FELAP y a otras entidades sociales. Hoy la exigencia del trabajo nos plantea la necesidad de ampliar la red de corresponsales por país. En cuanto a lo que ocurre en Chile con la prensa vale señalar, entre otras cuestiones de importancia, que los estudiantes no se callan ante los medios respecto del mal accionar de éstos y en la calle se lo dicen a los periodistas cara a cara, ante las cámaras y micrófonos.
Juan Carlos Camaño es Presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP.