Entrevista con Presidente de la Federación de la UTEM: “Si cambiamos la universidad es sólo para cambiar el mundo”


“Sé que el pasado me odia

y que no va a perdonarme

mi amor con el porvenir”

Silvio Rodríguez

Patricio Jáuregui es el flamante Presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Tecnológica Metropolitana (FEUTEM), electo el 14 de mayo de 2014 en la lista Para Todos Todo. A los 23 años, Pato cursa su tercer año de Ingeniería Química, carrera donde también presidió el Centro de Estudiantes en 2012.


-¿Cómo se gana la conducción de una de las universidades más importantes de Chile en un período donde la lucha estudiantil tiene una importancia tremendamente dinamizadora y clave a nivel social, es decir, donde existe una condensación de la competencia política nacional en el sector?

-Durante el estallido estudiantil de 2011 por el fin al lucro en la enseñanza se levantaron muchos colectivos en la UTEM. Debido a un trabajo radicalmente democrático, las agrupaciones confluyeron en una propuesta y una fuerza única. Durante ese proceso perdieron relevancia las Juventudes Comunistas, la Socialista, los autonomistas, etc. En un comienzo nosotros éramos un activo llamado Estudiantes UTEM. Sin embargo, al andar nos dimos cuenta de que la política correcta no era crecer hacia adentro sino que construir fuerzas afuera, así que nos diluimos por decisión, salimos de la clásica e inútil condición de secta y nos involucramos, como uno más, con el conjunto de personas que hacen la universidad (estudiantes, trabajadores, académicos), manteniendo una coordinación básica.

Democracia radical, estatización y control de la comunidad

-¿Cuál es el objetivo de la lucha de los estudiantes de la UTEM ante la contingencia?

-La demanda de gratuidad en la educación arrancó a escala país precisamente el 2011 en la UTEM. La universidad imparte principalmente ingenierías y más allá de los prejuicios, el petitorio de 2013 ya exigía la estatización del 100 % de la enseñanza, desde la sala cuna hasta la Universidad Católica, con control participativo de la comunidad y el fin a la deuda universitaria. Por eso consideramos que la UTEM corre en tiempo real y con claridad al interior del concierto que forma el movimiento de estudiantes.

La demanda inmediata es la democratización de todas las funciones universitarias. Desde la particularidad de la UTEM, la participación de la comunidad se luce por su ausencia. No hay Investigación ni Extensión. Por eso la democratización significa el modo nuevo en que nosotros constituimos a la comunidad universitaria como un todo que decide su horizonte y cómo somos capaces de superar la universidad anterior. En la actualidad debemos partir desde la participación triestamental mediante asambleas de personas que quieran transformar la universidad.”

-¿Y qué es la democracia para ustedes?

-La democracia no es otra cosa que llegar a mirarnos de frente, de reconocernos de tú a tú, sin relaciones de poder entre las partes, sin que unos le pongan el pie encima a otros. Eso se traduce en una práctica en la cual los estudiantes no avasallen a los académicos y a los trabajadores, ni lo contrario. La democracia es una relación de reciprocidad mutua entre iguales.

-Los obstáculos para alcanzar esa concepción acariciada por tantos deben no ser pocos…

-Por supuesto. Estamos hablando de que en la realidad provisoria que vivimos, un sector académico decide todo lo que ocurre en la universidad, y de que ese grupo académico es militante del gobierno de turno más algunos díscolos.

-¿Cómo se expresa la política del oficialismo en la UTEM?

-Ellos plantean una democratización muy limitada, una organización política universitaria donde no todos pueden decidir. En concreto, postulan algunas modificaciones mínimas que les permitan una mayor gobernabilidad. Por ejemplo, que el conjunto de la comunidad universitaria pueda votar respecto de ciertos ámbitos que no resultan cardinales. Ellos, convencionalmente, estiman que en los consejos de facultad está la máxima manifestación y lugar de la democratización. Pero ese consejo está formado por el rector, algunos académicos, uno o dos estudiantes. Claro, podemos asistir y decir en ese espacio, pero no podemos decidir nada. Es como tener derecho a escuchar lo que otros resuelven.

Para Todos Todo

-¿Quieren convertir a la UTEM en una experiencia a escala de convivencia y democracia en todos los niveles de lo que quieren para toda la sociedad de Chile y más allá?

-En efecto. Nosotros estimamos que la universidad funciona igual que la sociedad, que es parte de ella, que no es un lugar-otro o un mundo paralelo. Las autoridades universitarias son una representación política-administrativa igual que el Ejecutivo del país, un consejo superior que sería como el Senado, y hacia abajo se reproduce la misma estructuración vertical que en toda la sociedad. Ahora bien, nosotros no queremos acabar con los académicos como personas, sino que queremos desmontar la relación social que los sitúa a ellos como académicos y a nosotros como estudiantes (o ‘alumnos’, como nos llaman muchos). En el propio devenir del movimiento democratizador por el que luchamos, buscamos también liberar en conjunto a los académicos de su propia condición autoritaria. Queremos recuperar la universidad para todos.

-¿Y para desenvolver este proyecto, qué procedimientos piensan emplear?

-Empezar con lo que ya logramos: el consejo triestamental que se originó el 2011, donde 6 académicos, 6 funcionarios y 6 estudiantes redactarían un Estatuto Orgánico para la UTEM. Naturalmente, todos con derecho a voz y a voto. Sin embargo, por iniciativa de algunos académicos ese lugar casi terminó por destruirse, y no fue nunca más convocado. Recuperarlo es nuestro punto de arranque. Asimismo, vamos a impulsar asambleas triestamentales por carrera y luego a nivel general. Sabemos que no tenemos recetas infalibles, pero sí sabemos que debemos comenzar a poner en práctica este tipo de procedimientos genuinamente democráticos.

-El típico argumento que usa la autoridad universitaria formal para desintegrar este tipo de propuestas es que, por ejemplo, los estudiantes y funcionarios no pueden participar en la confección detallada de las mallas curriculares por falta de conocimientos. Es decir, por incompetentes, inmaduros, incompletos, inválidos.

-Pero ocurre que nosotros queremos participar en la construcción y decisión de los criterios y del horizonte de sentido de las carreras y la universidad, más allá de los tecnicismos. Yo mismo que curso tercer año de Ingeniería Química, no sé cómo van a funcionar los laboratorios que tengo más adelante en mi carrera, pero ahora sí sé bien a lo que vine a esta carrera.

“Más que movilidad social, yo quiero cambiar el mundo”

-¿?

-Como la mayoría, entré a una ingeniería por la promesa de un futuro laboral más auspicioso. Pero en el camino y sin escuchar voces de ultra tumba ni ver visiones, me di cuenta de que más que movilidad social, yo quiero cambiar el mundo. En cualquier ingeniería lo primero que enseñan es cómo reducir costos para maximizar utilidades. O sea, hay que bajar salarios y empeorar las condiciones de laborales de otros trabajadores. Así también estamos contra la precarización del empleo a través del subcontratismo masivo, pero en ingeniería se nos instruye para subcontratar. Eso yo no lo quiero.

-¿Cuáles son sus principales pares aliados en el complejo estudiantil nacional?

-La compañera del Movimiento de Estudiantes de Educación Superior Privada (MESUP), el Presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Santiago (FEUSACH) y la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES).

-¿Por qué no haces diferencias entre las universidades llamadas públicas y las privadas?

-Primero; cuando se levanta la reivindicación de fin al lucro en la educación, nosotros consideramos que el lucro no se encuentra tanto en las ganancias de las instituciones educativas (que existe y es inhumano), sino que, estratégicamente, se encuentra en la formación de nosotros como reproductores ideológicos para mantener el orden actual de las cosas. Esto es, se preparan a ingenieros para maximizar utilidades privadas a costa de la explotación de la gente y la naturaleza. Ese es el peor lucro que pretendemos erradicar del sistema educativo. Así llegas a la conclusión de que, tanto las universidades privadas como las denominadas públicas, enseñan para bien de los intereses particulares y no para bien del conjunto social. En consecuencia, por la dirección política e ideológica del complejo universitario chileno, no vemos diferencia entre las instituciones privadas o las mal llamadas públicas. Sólo existen diferencias organizadas de acuerdo a la división social del trabajo y la extracción social del estudiante. Un ingeniero egresado de la Universidad Católica probablemente será gerente y otro egresado de una universidad privada barata o menos cara, será mando medio o medio bajo en una corporación cualquiera. Una ingeniería en la Universidad de Chile o de la Católica cuesta aproximadamente USD7.240 al año, y en la UTEM, USD3.800 anual, en un país donde la mitad de la fuerza de trabajo remunera el sueldo mínimo correspondiente a USD370 mensuales.”

-Pero esas diferencias son uno de los ejes del capitalismo en Chile…

-Por eso el objetivo final es terminar con la sociedad de clases. En este sentido, estamos por romper la lógica y falsa distinción entre la persona que es estudiante cuando está en la institución de enseñanza, más tarde esa misma persona se transforma en trabajador después de las clases, y luego del trabajo parte a su barrio empobrecido y se convierte en poblador, cuando en la realidad se trata de la misma persona que es pueblo trabajador. Por eso es preciso que nuestro pueblo se ponga en disposición de lucha. Lo que falta es una estructura o formación política, independientemente de la forma que adopte en el presente período (partido, movimiento, etc.). Finalmente el modo lo determina el propio devenir de la lucha de clases en un lugar y en un momento dado, y la voluntad e imaginación políticas de quienes pelean por una sociedad sin oprimidos ni opresores. Y para eso necesitamos todas las fuerzas y no pretender ‘sustituirlas’. Los trabajadores y la sociedad como totalidad destinada a conquistar la liberación humana tienen que combatir con sus modos propios. Si no jamás seremos libres.

Los movimientos del gobierno

-El ministro de Educación de la administración Bachelet, el economista Nicolás Eyzaguirre, es uno de los cuadros más calificados de la ex Concertación, hoy Nueva Mayoría. Ello no es un accidente. Es producto del riesgo potencial que comportaron y comportan las enormes movilizaciones estudiantiles y una causa que logró un altísimo consenso social. ¿Qué soluciones da el gobierno a las exigencias estudiantiles?

-Es muy difícil interpretar lo que está haciendo Bachelet y Eyzaguirre al respecto, cuando se reúne con todos los actores sociales (rectores de universidades privadas y públicas y estudiantes), y todos salen contentos porque el gobierno dice extrañamente a todo que sí. Estamos ante una reforma anunciada que todavía no existe. Lo que se ha informado oficialmente es que el 21 de mayo (fecha tradicional de la rendición de cuentas y del anuncio de las prioridades gubernamentales por parte de los mandatarios en el Congreso Nacional en Valparaíso) se darán a conocer los tres primeros proyectos de la llamada reforma educacional, y que en el segundo semestre del año se presentarán otros.

-¿Y al menos están titulados los proyectos que se comunicarán el 21 de mayo?

-Sí. Tendrían que ver con el fin al lucro, la democratización y que cuando quiebre alguna universidad, los estudiantes no queden tirados. Nosotros creemos que con este procedimiento, el gobierno gana un año para intentar desmovilizar y desarticular a los jóvenes.

Pueblo revolucionario

-Finalmente, ¿para ti lo principal no es la unidad de la izquierda?

-No. Lo principal es constituirnos como pueblo revolucionario, como el actor que hará la revolución. Es decir la unidad del pueblo trabajador, de todos/as los que no reciben los beneficios del capital. La mayoría de la izquierda en Chile está concentrada en fortalecer sus estructuras internas. Y hoy la tarea es reproducir la política revolucionaria en todos los ámbitos y espacios de la vida, hasta que se convierta en verdad social en las más amplias franjas de los oprimidos. Tanta bandera y tanta sigla sólo divide aún más al pueblo. Somos continuidad y ruptura. Acumulación histórica de las luchas de nuestro pueblo y de otros pueblos del mundo, práctica concreta, crítica sin concesiones y estudio.

Por Andrés Figueroa Cornejo

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