[resumen.cl] De la Semilla al Plato es un juego educativo sobre salud y alimentación, elaborado por la Fundación de Educación Popular en Salud (EPES). Este se plantea como alternativa lúdica a la hora de entregar y construir conocimientos colectivos en torno a un aspecto fundamental para el buen desarrollo de una sociedad, el cual guarda relación con el fomento de una alimentación saludable. Resumen entrevistó a las personas detrás de esta iniciativa que busca crear una "visión integral de la alimentación reconociendo todos los elementos, tanto políticos, sociales, económicos y culturales, presentes en este proceso".1- Para ustedes ¿De dónde surge la necesidad de generar herramientas pedagógicas para educar en salud y soberanía alimentaria?
Desde el inicio se hizo patente la falta de materiales educativos participativos para el trabajo de capacitación en salud, que facilitaran el aprendizaje en sectores populares y pudieran además ser utilizados por los grupos comunitarios en su población. Los juegos elaborados por EPES buscan garantizar una relación educativa horizontal, donde el o la educadora y el o la educando se posicionan en una relación de mutuo aprendizaje.
Motivado por esta necesidad, el equipo de EPES entre los años 1982 y 1986 elaboró una serie de materiales educativos, los que fueron publicados en un set de nueve juegos en 1987 que aborda diversos temas de salud: “Conociendo Nuestra Sexualidad”, “Conozcamos la Población”, “Botiquín Comunitario”, “Alcoholismo”, “Enfermedades Broncopulmonares”, “Adolescencia”, “Sexualidad en la Tercera Edad”, “Monitoras de Salud” y “Salud Mental”.
En 1990, preocupados por el avance del VIH/SIDA en nuestro país y por la falta de materiales adecuados para trabajar en la prevención, creó el juego “VIH SIDA Tarea de Todos y Todas”, siendo actualizado en el año 2005, junto con el juego “Sexualidad en la Tercera Edad”, que pasó a llamarse “Sexualidad después de los 60 años”.
El último juego de EPES “De la Semilla al Plato” plantea una visión integral de la alimentación reconociendo todos los elementos, tanto políticos, sociales, económicos y culturales, presentes en este proceso.
2- ¿De qué manera construyeron este trabajo? ¿Qué metodologías utilizaron?
Fundación EPES ha desarrollado su trabajo promoviendo el derecho a la salud y una vida digna en sectores populares a partir de la metodología y enfoque de la Educación Popular. Esta reconoce la capacidad de la propia comunidad para problematizar el contexto local y, en este caso puntual, la manera de alimentarse (sistema alimentario, cultura alimentaria y su impacto en la salud). Este enfoque sostiene que el conocimiento se construye en la interacción entre las personas, por lo que resulta fundamental generar espacios para compartir y reflexionar sobre los problemas que enfrentan las comunidades en sus territorios.
En el trabajo en alimentación, EPES ha realizado capacitaciones dirigidas a monitoras de salud, a promotoras de alimentación y a profesionales de la salud y la educación. También se han elaborado materiales educativos para facilitar el análisis colectivo e individual de las condiciones que influyen en la salud y la alimentación. El juego educativo “De la Semilla al Plato” se inserta en un proceso de aprendizaje más amplio, que surge en base a las reflexiones, preguntas y situaciones planteadas por las organizaciones, las y los trabajadoras/es de la salud y la educación, y las mujeres de las comunidades con que EPES ha trabajado en los últimos años.
En ese contexto, se ha constatado que, si bien existe mucha información respecto de los alimentos y sus propiedades nutricionales, no se encuentra disponible información clara del real impacto que tiene el sistema alimentario actual sobre nuestra salud y el medio ambiente.
El juego es una invitación a compartir ideas y opiniones sobre la alimentación, de manera lúdica y novedosa, en un ambiente de confianza. El material se puede adaptar a distintas realidades y a las necesidades de cada grupo, de modo de aportar en el proceso colectivo de aprendizaje de las personas y de las comunidades, estimulando (facilitando) el análisis crítico y la toma de conciencia necesarios para motivar acciones destinadas a generar cambios en los entornos alimentarios. Sugerimos utilizar este juego en un proceso educativo mayor, ya que no aborda todas las temáticas relacionadas con la alimentación, en especial aquellas vinculadas al ámbito biomédico.
3- ¿De qué manera ha afectado la agroindustria a la alimentación de la población?
El sistema alimentario ha sufrido profundas transformaciones, la manera de producir y consumir los alimentos está estrechamente vinculada a una estructura mayor que es el modelo económico político neoliberal. En los últimos 40 años se produjo un desplazamiento de una producción agropecuaria de pequeña escala a una a gran escala. La producción familiar local, que es sustentable para el medio ambiente y para las comunidades, ha sido desplazada por una producción agropecuaria industrial basada en la extracción de los recursos naturales.
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Este modelo industrial sobreutiliza la tierra, contamina las aguas y el aire, reduciendo la diversidad de plantas y animales (biodiversidad), que sostiene el bienestar del medioambiente y de las comunidades presentes en los territorios. Permite que las empresas nacionales, extranjeras y transnacionales concentren el control de los recursos naturales como la tierra, el agua, la semilla, así como también el cultivo, recolección, producción y exportación de los alimentos naturales. Al aumentar la exportación de los alimentos naturales, disminuye el consumo de esos productos por parte de las comunidades de los territorios de donde se extraen o producen esos alimentos.
Por otro lado, hace un uso extensivo e intensivo de agroquímicos, contaminando las aguas, los suelos y el aire debido a las largas cadenas de distribución de los alimentos alrededor del mundo (huella de carbono). La producción industrial demanda el extractivismo de recursos naturales a gran escala y el despeje de ambientes naturales, tales como bosques nativos y campos abiertos, los que sirven de barreras protectoras del ambiente natural y actúan como cortafuego. Esto ha significado la pérdida del 70% de la biodiversidad de frutas, hortalizas y razas de animales en los últimos 100 años, lo que afecta gravemente a las personas y comunidades.
Sumado a ello, las industrias de alimentos y bebidas azucaradas, al igual que las industrias tabacaleras y farmacéuticas, han utilizado la publicidad y marketing en los medios de comunicación y en las calles, con imágenes y mensajes engañosos, para aumentar el consumo de sus productos y hacer creer que no son dañinos para la salud ni el medio ambiente, creando lo que se ha denominado ambientes obesogénicos.
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Por ejemplo reemplazan el uso de azúcar por endulzantes u otros productos, sin mencionar que estos contienen otros químicos y sustancias que son igual o más dañinos para la salud que el azúcar; apelan a las emociones de las personas: “si consumes estos productos serás feliz y exitosa/o”; incorporan dibujos animados, personajes y figuras famosas y/o juguetes en la publicidad, comerciales y/o envase del producto; y patrocinan eventos deportivos y/o culturales, incorporando la marca o el logo de sus productos en afiches, regalos y gigantografías de tales eventos. Un ejemplo de esto es la presencia de publicidad de Coca-Cola en los Juegos Olímpicos.
4- En "De la Semilla al Plato" se puede ver que otorgaron gran énfasis al papel de la mujer, problematizando situaciones y planteando diversas preguntas ¿Cuál es el rol de la mujer respecto al tema de alimentación y salud? y ¿Por qué resulta tan necesario conversar esto?
La carga de enfermedades asociadas a una alimentación de mala calidad son mayores en las mujeres que en los hombres, y estas aumentan en mujeres que tienen menos años de estudios. La explicación no es biológica, tiene que ver con los factores económicos, políticos, sociales y culturales que generan la desigualdad social de las mujeres al limitar sus oportunidades, el acceso y control de los recursos, afectando de manera desigual en su salud.
Las responsabilidades del cuidado familiar, la sobrecarga laboral, económica y emocional que asumen las mujeres impacta negativamente en su salud y en la manera de alimentarse. Gran parte de las actividades que permiten el desarrollo y mantenimiento de la vida diaria recaen principalmente en las mujeres a lo largo de la vida, siendo conciliadas además con la jornada de trabajo remunerado, que no siempre es permanente, pues la estabilidad en el mercado laboral se ve alterada por los procesos de cuidado.
En el cotidiano cuando hay un niño o niña que presenta enfermedades asociadas a una alimentación de mala calidad nutricional, responsabilizamos y culpabilizamos a la madre o a la mujer, invisibilizando la diversidad de elementos que van a determinar los modos de alimentarnos. Si bien sobre las mujeres recae gran parte de las tareas asociadas al acto de alimentarnos (compras, preparación y desechos), no necesariamente son ellas las que definen que se consume en el hogar, sino que es definido por el integrante que aporta los recursos económicos, así como por las preferencias culinarias de la familia, fuertemente influenciada por las estrategias de publicidad y marketing de la industria de alimentos. Olvidamos preguntarnos por ejemplo si esa mujer cuenta con recursos económicos para acceder a alimentos de buena calidad y sustentables, si están disponibles y asequibles en su territorio, si tiene tiempo y dispone de espacio para almacenar alimentos frescos, espacio suficiente para su preparación.
5- ¿Cuáles son las dificultades a la hora de plantear alternativas de consumo y producción en los distintos espacios donde habitamos, hacemos comunidad y trabajamos?
Debemos entender que la manera de producir y consumir los alimentos está fuertemente determinada por el sistema alimentario actual: producción (siembra, cosecha, guardaría de semillas), distribución, elaboración/preparación (industrial y/o caseras), consumo y desechos.
Estamos frente a un modelo político y económico que ve como una amenaza cualquier forma que implique una mirada colaborativa, justa y sustentable, por tanto, tenemos dificultades y barreras para generar formas alternativas de producción y consumo de alimentos.
Los alimentos se han transformado en una mercancía, la preferencia y consumo de ciertos productos significan algún grado de movilidad social, aunque más bien a nivel simbólico. Nadie quiere comer comida de pobre y muchas de las preparaciones tradicionales las personas, familias y comunidades las vinculan a momentos y situaciones de pobreza y hambre. Las comunidades tanto a nivel nacional y global más golpeadas por el sistema alimentario actual son los sectores más desprotegidos social y económicamente, siendo afectada su salud, pero también sus territorios.
Este patrón de consumo no solo moldea la manera de alimentarnos, sino que también ha traspasado nuestra vida cotidiana, delimitando lo que debemos comer, dónde comer, con quién comer, cómo comer e incluso qué debemos sentir cuando comemos (por ejemplo, la Coca Cola asocia su producto a la felicidad), estandarizando y homogenizando la vida cotidiana, lo que incluye la forma de producir y consumir los alimentos.
En este contexto, no podemos dejar de mencionar el rol que juega la industria de alimentos en la incorporación de sus productos al imaginario culinario actual, desplazando la diversidad de saberes y preparaciones de las regiones y países. Ha introducido, además, una gran cantidad y diversidad de productos de baja calidad nutricional, a través de estrategias de publicidad y marketing dirigidas principalmente a niños y niñas para posicionar sus sabores y marcas, así como la utilización de etiquetados nutricionales confusos y engañosos.
6- ¿Cuál es el rol que cumple la educación y la comunicación en los hábitos alimenticios y de salud?
Las recomendaciones de organismos internacionales para el combate de la carga de enfermedades asociadas a la alimentación se orientan principalmente en la promoción de estilos de vida saludables, siendo abordado desde el cambio de hábitos alimentarios saludables y actividad física y en los últimos años en la modificación de los ambientes alimentarios. La primera centra los esfuerzos en modificar las conductas individuales, es decir los estilos de vida asociados a conductas o factores de riesgo, considerados inadecuados y excesivos, por consiguiente las posibles soluciones, tratamientos y abordaje se sitúan en este mismo nivel. La limitación de este enfoque, es que no considera o relega a un segundo plano que estas “buenas o malas” decisiones están condicionadas por el contexto cultural, social, político y económico en el cual viven y trabajan las personas, reduciendo el problema alimentario al ámbito exclusivamente médico e individual.
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Para que un alimento llegue a nuestra mesa hay detrás un sistema y una cultura alimentaria que lo sustenta y explica, el primero da cuenta de la producción, distribución, elaboración, consumo y desecho de los alimentos; mientras que el segundo va a determinan qué, cuándo y cómo se come incluyendo la selección de los alimentos, elaboración y técnicas culinarias.
En los últimos años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) han planteado dentro de sus estrategias para los Estados miembros volver a las dietas tradicionales y la cocina, generar sistema de producción agroecológica y sustentable, además de establecer marcos regulatorios que permitan modificar los ambientes alimentarios.
La pregunta es ¿quién volverá a la cocina? Persiste la interrogante si existen las condiciones estructurales que faciliten volver a la cocina, sin sobrecargar los roles que tradicionalmente ha desempeñado la mujer, como es la extensión de la jornada de trabajo, sistema de transporte público, ingresos familiares, disponibilidad de tierra, agua, control de las semillas, para que recuperemos nuestra salud y formas tradicionales de producir y consumir una alimentación de calidad y sustentable.
La agroindustria no está dispuesta a conceder espacio a la pequeña agricultura familiar liberando tierras, agua y control de las semillas para la producción de alimentos fresco, de calidad y sustentables, ni la industria de alimentos y bebidas azucaradas cederá espacio para una mayor regulación de sus productos.
Bajo este escenario, para EPES la educación popular cumple un rol prioritario pues permite desarrollar una conciencia crítica y generar acciones desde la propia comunidad para construir una sociedad más justa.
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Para ello es necesario tener información adecuada, pertinente y accesible para que las personas, comunidades y territorios demanden, pero que a la vez se hagan cargo de sus problemas buscando soluciones de manera colectiva. La información y la toma de conciencia permiten tener mayor control sobre la salud y sus propios cuerpos, lo que se traduce en un asunto de poder ejercido por la ciudadanía, orientado a mejorar sus condiciones de vida.
Por último, no debemos olvidar que lo que comemos depende de las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales en las que viven y trabajan las personas, comunidades y territorios. Para promover la salud y justicia alimentaria, es de suma relevancia trabajar incorporando las condiciones de vida y trabajo de las comunidades y sus territorios (Determinantes Sociales de la Alimentación) y los derechos humanos, lo que nos desafía ir más allá de los estilos de vida individuales, y también sensibilizar sobre el modelo neoliberal que ha profundizado las desigualdades y no garantiza el derecho a una alimentación de calidad y sustentable.