Era que no

altSe nos viene la primera tanda comercial. Con bombos y platillos los medios empresariales de comunicación masiva tienen a todo el país de cabeza con el gran show de la Teletón, que este año tiene la gracia de no ser más que una pausa dentro del gran reality de la presidencia. Como todo pausa comercial no tiene otro propósito que “vendernos” lo que está de moda o lo que debe ser consumido, en esta ocasión la Teletón estará dominada (¡era que no!) por la participación relevante del reyezuelo y su consorte de chaquetitas rojas.

Esta vez el objetivo de la Teletón no es solo aumentar las ganancias y lavarle la cara al empresariado. También sirve de perillas para ocultar la vergüenza de una reconstrucción post terremoto que no ha avanzado a los ritmos debidos y menos a los ritmos prometidos por el vociferante gobierno; el descontento de la población en las zonas afectadas ha ido en aumento y estas actividades públicas, lideradas por el gran manipulador emocional venido desde Miami, logran distraer la atención, atenuar los conflictos y dilatar las soluciones sin que nadie repare en el engaño. Lo mismo que hicieron con éxito inmediatamente después del terremoto y con el gran espectáculo del rescate de los mineros.

Pero no es solo este asunto. El show de la Teletón se presta para distraer la atención de problemas sociales que tratan de ocultarse o minimizarse de cualquier manera.

Ocultar la existencia de cada vez más cesantes, cada vez más gente sin trabajo, cada vez más despidos, pero con la característica de que (por arte de birlibirloque propio de la nueva forma de gobernar) las cifras que miden la cesantía muestran una baja considerable mes a mes; nadie entiende que habiendo mas desempleo y desempleados la cifra de cesantía disminuya. En todo caso no hay que asustarse; este factor no es el único ejemplo donde este gobierno manipula las cifras y la información para lograr efectos publicitarios, pero ese es un tema aparte.

Ocultar la incapacidad e intransigencia de un gobierno para otorgar un reajuste mínimo aceptable a los trabajadores del sector público. Los gobernantes dicen que este país (es decir, los grandes empresarios y bancos de este país) está creciendo a un 6 % promedio, y prometen y auguran un crecimiento igual o superior para el año venidero; por otro lado, la inflación bordea o supera el 3 %. De modo que el 8,9 % que pedían inicialmente los empleados públicos no era ningún disparate sino que se sostiene en la sumatoria de estas dos cifras, sobre todo considerando que el año pasado con una economía en crisis y una inflación negativa obtuvieron un 4,5 % de aumento salarial. Aun así, los  trabajadores del sector público estaban dispuestos a negociar en torno al 6 %. Pero el gobierno ofrece un irrisorio 3,7 %, talvez por la ausencia de show mediático y beneficios de marketing en estas negociaciones, pero con certeza porque es sabido y conocido que el reajuste que obtengan los trabajadores públicos sirve de referencia para el aumento de salarios en el sector privado y es a estos empresarios (y no las arcas fiscales) lo que este gobierno está protegiendo con un reajuste tan miserable o con negarse a dar reajuste.

Pero los gobernantes no se preocupan, ni se inmutan. Saben que con el show de la Teletón quedarán limpiecitos y bien parados. Si usted es de los que siguen el show de las 27 horas ármese de paciencia y no se dé por sorprendido. En esta oportunidad el gran bufón chileno venido desde Miami a lavar la imagen del empresariado, tendrá como aditamento especial adular la imagen del gerente general gobernante.

Este será  un verdadero espectáculo de vanidades y egos. El animador se caracteriza por su ego desmedido. El gobernante se caracteriza por su desmedido ego. Ambos se adoran a sí mismos y lo pasan bien en su función de narcisos. Por lo mismo, el gobernante se ha asegurado de condecorar previamente al animador con la Orden del Bicentenario (¡era que no!), de esa manera tiene asegurado que tanto él como sus ministros de chaquetitas rojas tendrán un papel destacado en el show para ser vistos como un gobierno preocupado de los “problemas reales de la gente”. Porque a fin de cuentas, los únicos problemas que a este gobierno le interesan son los que le puedan redituar utilidades políticas, utilidades de marketing. En ese sentido, la cuestión del rescate de los mineros fue el punto más alto de ventajas obtenidas; y en ese mismo sentido, la Teletón viene como anillo al dedo para seguir en pantalla y, como el mismo Piñera lo dijo, “actuar siempre como si todas las cámaras te estuvieran enfocando”. De eso se trata, de actuar y de actuar en un show permanente.

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