Alentados por el triunfo electoral del pasado 7 de mayo de la extrema derecha en Chile, la ultraderecha militarista colombiana ha iniciado un esquema de desestabilización golpista para destituir al gobierno de Gustavo Petro.
Joaquín Pérez
Los sectores militaristas del narcoestado, que llevaron a cabo las masivas violaciones de derechos humanos en las últimas décadas, han tomado la decisión de derrocar al gobierno en Colombia. La estrategia definida es seguir el modelo golpista peruano, para “defenestrar al guerrillero”, en la línea comunicacional del “terruqueo” que la derecha fujimorista utilizó en Perú, como ya se pudo ver en la movilización de militares de la reserva y retirados concentrados en la Plaza Bolívar de Bogotá el 10 de mayo pasado. El mismo libreto repitió el expresidente de la Asociación de Oficiales Retirados de las Fuerzas Militares de Colombia (ACORE), coronel (r) John Marulanda, en entrevista con Juan Pablo Calvás de W Radio. Lo que ha sido seguido por ex oficiales conocidos por su extremismo y su agresividad militarista a través de redes sociales.
La gravedad de las acciones y declaraciones motivaron la rápida respuesta de Petro, quien manifestó públicamente que “en Colombia no ocurrirá un golpe de Estado como en Perú”. Además, promovió la movilización social de sectores cercanos al gobierno buscando impedir que se avance hacia circunstancias como las que condujeron al golpe y encarcelamiento de Pedro Castillo en el Perú.
Petro ha dicho que llegó la hora de la lucha, de la confrontación, de la disputa desde las bases populares, y ello dependerá sin duda de la implementación de las promesas de cambio que llevaron a su elección. La depuración del gabinete, con la salida de quienes cuestionaban los cambios propuestos en el programa de gobierno avanza en esa línea, lo mismo que la implementación del denominado Plan de Desarrollo. Aún así, la mafia del uribismo, no se reduce a los militares y los paramilitares (paracos), años de gobierno le permitieron penetrar con fuerza la administración pública y a través de ellos diversos sectores sociales.
La disputa está abierta, Petro sabe que solo tendrá posibilidades en la medida que efectivamente levante propuestas que hagan eco en los sectores populares, de lo contrario seguirá el derrotero de Gabriel Boric en Chile, que no tiene capacidad de respuesta frente a una extrema derecha que le impone su propia agenda conservadora y autoritaria.
Foto extraída de @petrogustavo
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