Conforme al plan esbozado por el Departamento de Defensa de Estados Unidos, el Pentágono debería ahorrar casi 500.000 millones de dólares durante la próxima década y reducir en los próximos cinco años su Ejército en unos 100.000 efectivos.
Aunque los militares aseguran que esto no afectará la capacidad de combate de las tropas estadounidenses, los expertos expresan dudas al respecto.
Estados Unidos recortará el presupuesto militar
El pasado 26 de enero, el secretario de Defensa de Estados Unidos, León Panetta, anunció que Estados Unidos planea reducir sustancialmente los gastos militares al reorganizar el Ejército.
La introducción al documento titulado ‘Prioridades y elección del presupuesto de Defensa’ busca calmar a los ciudadanos de Estados Unidos y al Congreso.
Se describe de manera elocuente la necesidad de recortar los gastos y retirar una parte de material bélico del servicio operacional. El Departamento de Defensa asegura que Estados Unidos mantendrá la superioridad militar con unas fuerzas armadas ágiles, flexibles y listas para toda la gama de contingencias y amenazas, después de que se mejore el sistema de mando y se introduzcan las tecnologías modernas.
Los expertos militares que presentaron el documento junto con León Panetta comparten esta opinión. “La capacidad es más importante que el tamaño”, declaró el jefe del Estado Mayor Conjunto del Ejército de Estados Unidos, Martin Dempsey. “Sea lo que sea, la máquina de guerra [estadounidense] es capaz de ganar cualquier conflicto”, añadió.
Varios detalles destacan al evaluar el plan en general. Ante todo, no es el último documento en la estrategia del Pentágono. Tampoco el nuevo plan busca el objetivo de reducir los gastos de manera drástica. Al parecer, las Fuerzas Armadas de Estados Unidos se someterían simplemente a una reorganización.
La retórica del documento, así como su contenido evidencian que, a pesar de todas las declaraciones sobre la necesidad de introducir tecnologías innovadoras y hacer el Ejército más flexible, las autoridades estadounidenses se vieron obligadas a recortar el presupuesto militar y prolongar los plazos de realización de varios programas debido a un enorme déficit presupuestario condicionado por la crisis financiera.
Si Washington hubiera tenido la posibilidad de dejar al margen sus fuerzas armadas, lo habría hecho e incluso habría destinado más recursos para el desarollo del sector de Defensa con el fin de dar un impulso adicional a la economía del país, conforme a su práctica habitual aplicada desde las finales de los 1930.
Una parte del material bélico se retirará del servicio
El Pentágono decidió reducir la diversidad de los modelos de aviones de transporte militar para facilitar y bajar el coste de su reparación y mantenimiento.
Se prevé retirar del servicio unos 100 aparatos C-5A Galaxy y C-130 Hercules obsoletos. Además, la Fuerza Aérea de Estados Unidos renuncia a comprar nuevos aviones C-27J Spartan, cuya necesidad se atribuía a las dificultades con el despegue y aterrizaje en Afganistán. Hoy en día, el Pentágono considera que este problema ya no es tan acuciante y podrá resolverse con la modernización de los aparatos C-130.
Por otro lado, Estados Unidos planea retirar del servicio operativo siete cruceros en los que resulta imposible o complicado desplegar misiles interceptores.
Al mismo tiempo, Panetta subrayó que la decisión de mantener 11 grupos de portaaviones es parte del plan del Departamento de Defensa. Según el documento, en un momento en el que Estados Unidos está reduciendo su presencia militar en el Oriente Próximo y la región Asia-Pacífico, la Armada estadounidense empieza a desempeñar un papel mucho más importante.
Estados Unidos parece dispuesto a asegurar la disuasión del enemigo hipotético por las unidades móviles de asalto desplegadas alrededor de los grupos de apoyo a los portaaviones junto con las fuerzas de la Infantería de Marina.
En este caso, se puede reducir el contingente de las FFAA al menos en ocho brigadas. El Ejército de Tierra se reducirá en unos 80.000 efectivos y la Infantería de Marina en 20.000.
El documento señala que no se trata de una reducción de los efectivos sino del regreso a las condiciones de 2001, es decir, antes de que se librara “la guerra contra el terrorismo” e iniciaran las operaciones terrestres en Iraq y Afganistán, cuando el contingente del Ejército de Tierra y de la Infantería de Marina de Estados Unidos aumentó en 125.000 efectivos.
Además de la necesidad de recortar los gastos, la reducción del número de los militares se atribuye a la retirada de las tropas estadounidenses de Irak y Afganistán.
Política barata del imperialismo
Una situación curiosa se ha producido en torno a la compra de aviones no tripulados. La Fuerza Aérea de Estados Unidos decidió comprar los aparatos RQ-4 Global Hawk de la serie Block 30, esperando pagar tanto por la fabricación como por el mantenimiento de estos aviones no tripulados menos que por los legendarios aviones espía U-2 tripulados.
Pero con el paso de tiempo los precios han aumentado y los gastos se han igualado. A día de hoy, en caso de la compra (a partir de las finales de 2011, decían los planes iniciales) de aviones no tripulados, su mantenimiento será más costoso que el de los U-2. Se puede citar muchos ejemplos similares.
El término “política barata del imperialismo” se originó en el período entre las dos guerras mundiales, después de la Conferencia de Washington de 1922, cuando Gran Bretaña decidió reducir sustancialmente su Armada.
De hecho, podríamos aplicar el mismo término a la política actual del Pentágono que hoy por hoy se encuentra casi en las mismas condiciones: sumergido en la crisis financiera más grave desde la época de la Gran Depresión de los años 30.
Cabe recordar que debido a la aplicación de esta política Gran Bretaña perdió el liderazgo global.