Para nadie es un misterio que las empresas constructoras e inmobiliarias son algunos de los principales financistas de las campañas políticas en Chile, como ha quedado develado con los recurrentes escándalos de corrupción y financiamiento ilegal que han llegado a tribunales de justicia en los últimos años. Fenómeno de corrupción que se produce tanto a nivel central, en reparticiones y ministerios, como local, en cada municipio. Las reiteradas alteraciones y cambios de los planos reguladores municipales, modificando el uso de suelo, alterando normativas urbanas y alturas permitidas han sido una constante en las últimas décadas en nuestro país. El más bullado de estos asuntos fue el ocurrido en Machali (Región de O Higgins) que involucró al hijo de la entonces presidenta Bachelet. Pero la región del Bío Bío y en particular la provincia y comuna de Concepción no han estado ajenas a estas anormalidades.
Resulta más que sospechoso que en Concepción producto del terremoto del 27 de febrero del 2010 se produjeran tantos edificios dañados, colapsados estructuralmente, algunos con pérdida total, en circunstancias que la mayoría de estas edificaciones eran nuevas, de reciente construcción, incluido el derrumbado y emblemático caso del edificio Alto Rio. Aparte de la tragedia en vidas humanas que significó este desastre, se suma la tragedia los heridos, los damnificados o afectados por la pérdida de sus departamentos de vivienda; todo ello en un marco de impunidad para las empresas constructoras e inmobiliarias responsables de los descalabros constructivos.
No es de extrañar que en la propia municipalidad de Concepción las carpetas que contenían los papeleos legales y formales de los proyectos inmobiliarios siniestrados, misteriosamente desaparecieran. Se esfumaron en los mismos momentos en que supuestamente las autoridades de la época y funcionarios afines, trabajaban inagotables horas extraordinarias, que significaron millonarios pagos, por supuesto, pero más millonarias fueron las pérdidas.
Sin embargo, es del todo incoherente y aún más sospechoso que tras esa tragedia y colapso constructivo, se levantaran innumerables edificios de altura y se mantuviera la norma de “cielos abiertos”, esto es, la no existencia de límites de altura, en una ciudad con mayor historia sísmica del continente americano y probablemente del mundo. Pero no solo el municipio penquista ha aplicado una norma de “cielo abierto” sino que también la de “campo abierto” pues el negocio inmobiliario ha invadido humedales, bordes de agua, parques, sitios de recreo, barrios residenciales, alterando totalmente el medio ambiente, el paisaje, la vida y la calidad de vida de los vecinos de la ciudad que se han visto aplastados por este monstruo de cemento que se levanta por todas partes.
Hoy, ante la demanda de la ciudadanía penquista que exige poner término al atropello y límites al abuso, el municipio de Concepción intenta retrasar y manipular el cambio de plano regulador que actualmente sirve de manto cobertor para esta vulneración de derechos de los ciudadanos. El objetivo edilicio es ganar tiempo legal para que decenas de proyecto de edificios de gran altura comiencen a concretarse, en un desarrollo caótico e inorgánico de la ciudad, determinado solo por el arbitrio de los intereses del inescrupuloso negocio inmobiliario, el mismo que tiene una seria de beneficios tributarios y subvenciones estatales.
Hay barrios históricos de Concepción, como La Pampa, Oriente, Matadero y Puchacay que se verán invadidos de estas edificaciones, no solo ahora con estos proyectos en marcha, sino también más adelante, pues el nuevo plano regulador que establece el límite de 5 pisos para el centro de la ciudad, permite que en los barrios periféricos continúen instalándose torres de 12 o 15 pisos.
Este jueves 23 se inicia por fin una consulta retrasada por años. Las preguntas sobre las cuales se deben pronunciar los vecinos aún se mantienen ocultas; entre tanto el negocio inmobiliario ha desatado una campaña a favor de los grandes edificios, pretendiendo ocultar la tragedia del 27 de febrero del 2010 y los muertos, heridos y damnificados de aquella oportunidad. Pretenden seguir levantando grandes edificios en sectores como Puchacay donde investigaciones científicas alertan sobre el grave peligro que representan los suelos de aquel sector, tradicionalmente rellenos y zonas de inundación, malos terrenos para la construcción donde las ondas sísmicas amplifican sus fuerzas.
El crecimiento demográfico de Concepción no necesita grandes edificios, basta con densificar a 5 pisos y con ello se garantizaría viviendas para los habitantes que lleguen por décadas, no es necesario instalar la amenaza, el riesgo de la catástrofe en barrios que además este tipo de edificaciones atentan contra su propia identidad y contra la vida cotidiana que habitantes de estos lugares han tenido por décadas.